Capítulo dedicado a Hidalvis J Marquez ¡Me alegra que te guste la nove!
Carlos llegó a la oficina mucho más tranquilo de lo que estaba cuando Lucía le hizo esa llamada, ahora que Andrea no se había presentado a la entrevista podía pensar con mayor claridad alguna forma de hacerla relajarse y olvidarse de la discusión del día anterior, se encargaría de hacerla sentir mucho más importante que antes pidiéndole que le ayudase con cosas del trabajo, también le pediría a su suegra que la mantuviera ocupada, sí, eso haría.
Pasó por la oficina de Rodríguez y por un momento se sintió tentado a entrar para decirle que dejara en paz a su esposa pero se contuvo siguiendo su camino porque si ella se enteraba seguramente se molestaría con él de nuevo, lo mejor era hacerla sentir que ella tenía el control de la situación, eso es lo que le gusta a las mujeres y era algo que él sabía muy bien.
—Buenos días, Carlos. —Sandra, una chica nueva con la que debía convivir por su trabajo, lo saludó. Él la observó frustrado, esa mujer desde el primer día en que entró a trabajar lo había tentado, se la pasaba cada día intentando seducirlo pero no logró nada ni lo lograría tampoco, era fiel a su esposa.
—Buenos días. —Respondió simplemente sin prestarle mayor atención y se encerró en su oficina, lo que molestó a la mujer. Ese hombre la volvía loca, aumentaba su libido de una manera inexplicable pero ni siquiera se volteaba a mirarla y le molestaba porque nunca la habían ignorado de esa manera.
Mientras tanto Carlos en su oficina revisaba todos los pendientes, quería acabar temprano para así poder irse a casa y contentar a su mujer, quizás si le prometía unas vacaciones se alegraría así él se aprovecharía de la situación para dejarla embarazada, así podría mantenerla manejada de nuevo pues sabía lo nerviosa que era con los embarazos y los niños pequeños.
Se felicitó mentalmente por la idea, no podía creer cómo no se le había ocurrido antes si era perfecto, así él tendría la pequeña que había esperado desde un principio y además la mantendría en casa, era perfecto.
—Carlos. —Sandra llamó desde la puerta antes de pasar, se desabotonó un par de botones de la camisa y subió un poco la falda del uniforme antes de entrar, ese hombre tenía que ser suyo tarde o temprano. —¿Cómo estás?
Se sintió molesta cuando el hombre no le prestó la más mínima atención, solo se limitó a seguir con su trabajo tecleando en la computadora sin siquiera levantar la mirada en su dirección y odiaba eso, siempre había sido una mujer muy deseada así que el hecho de que el hombre no volteara a mirarla la estaba frustrando.
—¿Qué quieres, Sandra? —La mujer se inclinó sobre el escritorio esperando tentarlo con la vista pero no pasó nada, él solo rodó los ojos con fastidio.
—Tenemos que ponernos de acuerdo con el nuevo proyecto. —Murmuró ella con sensualidad. —Rodríguez ha estado jodiéndome con eso desde ayer porque según él es para esta tarde y nosotros no hemos hecho nada.
Carlos rio del intento de su compañera de trabajo por llamar su atención, ella era todo lo contrario a su esposa porque mientras Sandra tenía que usar escotes y estúpidos trucos de seducción para llamar la atención de la población masculina Andrea atraía las miradas con solo su presencia, no necesitaba nada que el resto de las mujeres usaban, ella era naturalidad pura.
Y eso le encantaba.
—Dirás que tú no has hecho nada. —Contradijo entre risas que hacían crecer la ira de la joven. —Porque lo que soy yo, ya tengo un proyecto para presentarle a la junta.
La mujer no supo que decir ante esas palabras, ella por estar empeñada en llevarlo a la cama desperdició el tiempo de cada una de sus reuniones mientras que él trabajaba solo y lo más seguro era que se metería en un gran problema por su irresponsabilidad.
A menos que…
—Quizás tú podrías hacerme un pequeño favor… —Se dirigió hacia el otro lado del escritorio y acarició sus bíceps, seguro que debajo de ese traje se encontraba un montón de músculos y el solo hecho de imaginárselo sin ropa la encendía. —Sabes que soy muy distraída pero si tú me incluyes en el proyecto yo podría devolverte el favor.
Le dio la vuelta a la silla y se lanzó sobre él para besarlo, no tardó en sentir como el hombre se encendía siguiéndole la corriente, sus manos acariciaban su cuerpo mientras que ella se restregaba contra él, no podía creer que lo estaba logrando, ese era el día en que Carlos la haría suya pero justo cuando él la apoyó sobre el escritorio escucharon la puerta de la oficina ser tocada.
—No puede ser. —Se quejó ella mientras acomodaba su uniforme y se sentaba de nuevo donde estuvo antes en un intento por parecer profesional, nada más alejado de la realidad.