– ¡Chloe! – Edén, que estaba completamente dormido en un sueño profundo, se levantó de golpe exaltado –. ¡Chloe! – Gritó una vez más saliendo de su habitación para dirigirse a la de su hermana, que estaba enfrente –. Despierta, despierta – se fue hacia la cama y la empezó a mover delicadamente hasta que ella soltó un bufido.
– ¿Qué demonios te pasa? – Masculló Chloe girándose hacia su hermano a la vez que se frotaba los ojos –. Queda media aun para levantarlos – vio de reojo en el reloj que tenía en la mesilla –. Ya puede ser importante como para quitarme tiempo de mi sueño.
– Sé de un sitio al que no hemos ido a investigar – agregó eufóricamente a la vez que se ponía a andar por la habitación de los nervios.
– ¿Has estado toda la noche pensando en eso? – Refunfuñó ella inclinándose.
– Lo he soñado – la miró –. Ha sido como si algo o alguien quería que me lo mostrase.
– Esas cosas del destino no, por favor – respondió Chloe estirando los brazos para a continuación bostezar –. ¿Y qué se supone qué es ese sitio?
– El granero – se paró delante de ella –. ¿Te acuerdas? – Vio como su hermana no decía nada de nada –. No te acuerdas, ¿verdad? Yo tampoco lo hacía hasta que lo he soñado – se sentó junto a ella –. Nos lo dijo el día del torneo de esculturas, justo cuando los jueces estaban valorando todos los trabajos, ya que uno de ellos hizo un One World Trade Center de más de un metro y medio. ¿Ahora lo recuerdas?
– Estaba la madre de quien lo hizo, ¿no? Y le dijo algo de en donde iban a guardar semejante trasto, ¿verdad? – Se ilusionó Chloe al acordarse.
– Eso es – asentó su hermano –. ¿Y qué dijo Albert? – Dejó la frase en el aire –. Que tenía un granero donde los cultivos de trigo que lo utilizaba de…
– ¡Trastero! – Le interrumpió ella al acordarse de golpe –. ¡Es verdad! Nunca se me había ocurrido, que cabecita tienes hermanito – le elogió frotándole el pelo a su hermano –. Ya sabemos que hacer hoy…
– ¿Y si vamos ahora mismo? – Soltó de golpe Edén.
– ¿Qué? – Se sorprendió ella quitando la mano de su hermano –. Tenemos que ir a clase, no sé si te acuerdas. Y si faltamos mucho se enteraran y…
– Pero tenemos media hora de margen – señaló el reloj que tenía su hermana –. Si desayunamos ya y salimos pitando, quizás podremos llegar a tiempo – pausó y vio que Chloe no estaba del todo convencida –. Decimos a papá y a mamá que tenemos que estar un poco antes por una charla y ya está – vio que todavía no se veía con confianza –. Cogemos los monopatines y vamos para allá lo más rápido posible, ¿qué podemos tardar? ¿10 minutos como mucho? – Pausó –. 10 minutos para ir, 10 minutos para venir y 10 minutos para estar allí. Lo justo y necesario, ¿no? Y si usamos los atajos de los campos, fijo que llegamos antes, ¡vamos! – Edén salió disparado de la habitación de su hermana para dirigirse hacia el comedor y así poder desayunar de la forma más rápida posible, no teniendo más remedio que seguirle su hermana, que no estaba muy convencida del plan, ya que era arriesgarse mucho por algo que no sabían que se podían encontrar, sobre todo cuando esa zona eran casi todo propiedades privadas, el equivalente a la palabra de problemas –. Y no te preocupes por cómo llegar – apareció de nuevo su hermano por la puerta –. De eso me encargo yo, ¡no perdamos más el tiempo! Son segundos valiosos – desapareció de nuevo por la puerta y ahora sí que sí, se fue hacia el comedor.
– ¿Y si no encontramos nada? – Susurró ella pensando más que nada en su hermano, ya que sabía con total antelación, que si eso pasaba, Edén volvería a estar triste y poco amigable –. Esperemos que haya cualquier cosa… Lo mínimo como para inventarnos una pista…
– ¡Chloe! ¿Tostadas? – Gritó su hermano desde el comedor.
– ¡Sí! – Respondió ella saliendo de la cama y desperezándose, abandonando su habitación con la cabeza llena de pensamientos.
No supieron ni como, pero la excusa había funcionado con sus padres y por si fuera poco, esquivaron el que los subiesen al colegio en el coche. Así que se cambiaron lo más rápido que pudieron y se prepararon en dos segundos, sacando los monopatines a la calle para rápidamente ponerse en marcha. Eso sí, ya había el primer inconveniente de todo eso, y es que, el camino al granero era el contrario al de la escuela, pero como los padres estaban en la puerta despidiéndose de ellos, no tuvieron más remedio que poner rumbo hacia la escuela y dar un rodeo bestial para llegar a su destino.
– Mierda, ya no vamos a tener los diez minutos allí – gritó ella para que le escuchase su hermano, ya que iban por el asfalto a la máxima velocidad posible y el ruido que hacían era considerable. Lo único bueno de vivir en un sitio tan pequeño, es que lo rodeabas enseguida, así que tras recorrer varias calles, salieron del pueblo en sí, parándose en la primera bifurcación que vieron.
– ¡Chloe! – Edén se paró de golpe a su lado –. No te pares aquí, esta carretera es la que usa papá para llegar al trabajo, vamos – reanudó la marcha girando hacia la derecha, adentrándose en una carretera de doble sentido que al rato dejo de hacerlo para convertirse en unidireccional, parándose en cuanto empezaron a ver los campos de maíz –. Que estrés por dios – suspiró.
– Ya hemos llegado a los campos, ¿y ahora qué? – Miró a su hermano y a continuación miró a su alrededor, viendo que todo era exactamente igual hacia donde mirase, maíz y más maíz.
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Editado: 20.09.2024