Había sido probablemente la peor noche que habían pasado ellos dos, ya que entre nervios, pensamientos, inseguridades y miedos, no habían apenas descansado, y es que a pesar de que en teoría se iba a acabar todo hoy, no paraban de imaginarse cosas innecesarias.
– ¿Se puede saber qué hacéis aun en la cama? – Les regañó la madre desde el pasillo al abrir simultáneamente las dos puertas a la vez –. ¡Levantaos ya! Os dijimos que íbamos a necesitar vuestra ayuda para limpiar – les regañó y se fue de allí con paso firme y decidida.
– ¿Tú tampoco has dormido, verdad? – Chloe apareció de golpe por la puerta de la habitación de Edén.
– ¿Cómo voy a poder hacerlo después de todo lo que nos enteramos ayer? – Susurró algo triste –. Es imposible imaginar que Albert trabajó para el gobierno y que ha llegado a construir una máquina del tiempo.
– Yo tampoco me lo creo, pero… Pensándolo en positivo, quizás todo esto se acabe hoy – aclaró ella –. Sé que no quieres que sea así y sé que quieres seguir investigando y descubriendo cosas, pero… Esto se nos va de nuestras manos… Está el gobierno metido en esto, será mejor que les dejemos tranquilos haciendo su trabajo, porque si nos interponemos… Vamos a acabar mal parados. Y te lo digo seriamente – le miró a los ojos –. Aun no me creo que necesiten de nuestra ayuda con todos los recursos que tienen en sus manos…
– Es obvio que necesiten nuestra ayuda – le corrigió Edén –. Le perdieron la pista durante todos estos años, ¿no lo entiendes? Albert les ha esquivado desde que huyó de allí a pesar de todos los recursos del gobierno – pausó –. Es demasiado bueno… ¿Cómo es qué no nos dimos cuenta de nada?
– ¡Queréis venir ya! – Les gritó la madre desde el salón, iba a perder los nervios en cualquier momento.
– No lo sé… – Chloe bajó la mirada –. Creo que confiábamos en el ciegamente y nunca quisimos creer que pudiese guardar un secreto tan grande, por eso lo veíamos como un familiar más, no sé. Es algo difícil de explicar, pero yo no quiero meterme más en todo este asunto, me da mucho miedo a donde puede parar todo esto. Si de verdad existe una máquina del tiempo… ¿Qué más podrá existir? ¿Quizás nos borren la memoria tras ayudarles? ¿Quizás nos…
– Vosotros dos – la madre apareció de nuevo por allí –. ¿Qué diantres os… – La interrumpió el timbre de la puerta, lo que hizo que mascullase –. Os estáis librando de una buena – les advirtió antes de irse hacia la puerta.
– ¿Está más irritada de lo normal o me lo parece a mí? – Suspiró Chloe.
– Siempre se pone igual cuando toca día de limpieza. ¿Por qué hay que hacerlo todo el mismo día y no en varios? ¿Qué necesidad hay de limpiar el trastero? – Masculló.
– ¡Chicos! ¡Vuestro profesor de biología está aquí! – Gritó su madre desde la puerta.
– ¿El profesor de biología? – Se sorprendió Chloe –. Esto me huele mal, vamos – ambos salieron de la habitación y se fueron directamente hacia la puerta, viendo en cuanto se quitó su madre de en medio, que ese no era su profesor de biología.
– Chicos, ¿no os acordabais de la actividad extraescolar que íbamos a hacer para que mejorarais la nota? – Soltó el hombre con una sonrisa, llevaba una mochila marrón grande e iba vestido para ir al campo.
– ¿Qué activi… – Chloe le dio un golpe en el hombro para que su hermano se callase.
– Creíamos que era por la tarde, profesor – se inventó ella –. Aun no nos hemos preparado para la expedición.
– ¡Oh! Culpa mía, no os dije tampoco la hora a la que os iba a recoger – sonrió el hombre.
– Ni si quiera se lo han dicho a sus padres – soltó la madre mirándoles con cara de enfadada total y de que con total probabilidad, les iba a castigar en cuanto volviesen de allí.
– No les eche la culpa, mujer – el hombre intentó meterse en el papel –. Usted también fue así en su época, ¿verdad? – Pausó –. Todos hemos sido así alguna vez en nuestra vida, lo único que los padres siempre intentan hacer todo lo posible para que sus hijos hagan lo correcto – agregó.
– Yo nunca he…
– ¿Nos das cinco minutos que nos cambiemos, profesor? – Les interrumpió Chloe al no querer escuchar esa conversación, a lo que el hombre asintió con la cabeza, por lo que ambos se fueron a sus respectivas habitaciones con los corazones a mil kilómetros por hora –. ¿Es qué no te acuerdas? El director dijo que iban a venir con la mejor cuartada posible.
– Mierda… – Soltó Edén al acordarse y a continuación ambos se metieron en sus cuartos para cambiarse de ropa y coger lo necesario.
– Ya estamos listos – los dos salieron a la puerta con ropa deportiva puesta y con unas mochilas a sus espaldas para fingir que iban de exploración –. ¿No sé te olvida nada, no? – Fingió la pregunta a su hermano para que su madre no dudase de ellos.
– No, llevo todo – negó Edén algo nervioso –. Lo único que no tenemos son probetas, profesor.
– No pasa nada, llevo yo de sobra en mi mochila – contestó el hombre –. Pues si ya estamos listos… Será mejor que partamos, ya que cuanto más avance el día, más calor hará y menos especies veremos, así que lo mejor es que vayamos rápido al bosque – miró a la madre –. Un placer conocerla, estarán a salvo conmigo, no lo dude. Y volverán antes de las seis de la tarde – agregó girándose para ponerse rumbo a la calle. Siguiéndoles Chloe y Edén tras despedirse de su madre con un beso rápido en la frente –. El director os está esperando en el granero, seguidme – soltó el hombre cambiando el tono de voz –. Espero que no llevéis nada en esas mochilas, se que son para la coartada, pero aun así se os registrará en cuanto lleguemos – añadió y al instante giraron en una calle estrecha donde un todoterreno 4x4 negro les estaba esperando –. Montad, nos tenemos más tiempo que perder…
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Editado: 20.09.2024