ADAM.
Voy rumbo al trabajo, cuatro horas tarde, hubo problemas al momento de aterrizar. pero esas son las consecuencias de haberme desvelado anoche, pero también ameritaba esa noche, era la última en Alemania, me mudare a Vancouver, pese a que mi vida en mi ciudad natal ha sido una mierda, también tengo gratos momentos. no es la cuiudad, sino la gente con la que estuve destinado ha estar desde el día uno que llegue a este mundo. espero algún día poder liberarme de todo lo que me aqueja, pero ser feliz se me hace tan imposible.
el celular no deja de vibrarme, tengo una cantidad exorbitante de mensajes y llamadas en el buzón, son de la chica de anoche. se encapricho, eso levanta mi ego, pues quiere decir que le gusto lo que le hice sentir, pero siempre soy muy claro al momento de decirles que no quiero nada que no sea solo una noche... pero nunca lo entienden, respeto su idea de querer estar con alguien para algo más formal, pero no soy la persona indicada para ello. así como yo respeto sus límites, me gusta que respeten los míos.
el celular vuelve a vibrar.
leo el mensaje:
"ERES UN MALDITO MUJERIEGO, QUE LE GUSTA ILUSIONAR A LAS MUJERES Y JUGAR CON SUS SENTIMIENTOS".
suelto una sonora carcajada...
—Qué soy un mujeriego, —le digo a Dunkel en mi idioma natal, —Díganmelo cada noche cuando llego a casa y estoy más solo que la misma, o cuando todos se alejan porque no me soportan... no sabe lo que dice.
lo acaricio y miro por la ventana del auto, mientras la sonrisa se desvanece, la realidad es muy diferente y nadie ha soportado mi compañía.
—No importa, —me lame la mano como si me entendiera,— nos tenemos el uno al otro y eso es lo que importa.
Estoy hambriento, impaciente y muy cabreado, odio la impuntualidad. ¿cómo puedo prohibir que lleguen tarde los empleados si yo mismo no respeto eso?
El chófer me abre la puerta y para colmo los dos guardias que vigilan la entrada se ponen a pedir mis documentos para entrar.
¿No saben quién soy?
—Su identificación por favor. —suelta uno de ellos.
—¿No saben quién soy?
ambos se voltean a ver.
—No, si desea ingresar debemos ver su identificación.
Maldigo en mi idioma, mientras saco la identificación.
—debemos hacer una llamada, para ver quién lo espera.
Mi poca paciencia estalla.
—¡Soy tu jefe! su maldito jefe, el que están esperando hace cuatro horas...
—Señor, tranquilo debemos corroborar.
La cara me arde mientras ese par intentan llamar, pero tal parece no responden la línea.
Pasan los minutos y no hay solución a este pequeño percance.
Trato de ver el lado positivo a esto, quiere decir que este par, cuidan bien el acceso a mi empresa, cualquiera podría decir que soy yo y entrar sin problemas.
Pero realmente están tardando bastante.
—Señor, no responden la línea tal parece que la asistente no está presente.
Otro punto, odio que no trabajen, vienen aquí a trabajar no a cotillear y tomar café.
—¡esto se llama Industrias Hoffmann! ¡Yo soy el Dueño de esta empresa, soy el Señor Adam Hoffmann!
—Lo entendemos señor, pero si usted no llegara a ser quién dice ser, nos puede costar el empleo.
—comprendanos, por favor. —lo secunda el otro.
Respiro hondo tratando de controlarme.
Odio hablar con extraños, realmente hablo muy poco y cuando lo hago solo es para dar órdenes que los inútiles no entienden.
—¡Si no entro a esta empresa en un minuto considérense despedidos!
Ambos se miran y vuelven a marcar.
—Nada, no responden, señor.
Empiezo a maldecir en alemán.
—Este señor esta muy enojado, ni sé entiende que dice.
—está hablando alemán, idiota.
Escucho que susurran los Guardias.
le llamo a Hartmann y lo único que recibo de su parte es que me envíe al Buzón.
Maldito Bruno.
BRUNO.
ignoro mi celular que vibra a cada nada dentro de mi bolsillo. pero estoy en un juego de cartas que me tiene sudando, pues si pierdo el ganador tendrá un día libre, algo que no sopese pues me había olvidado de que mi amigo, o mejor dicho el Alfa de todo esto, llega hoy.
—¡Maldita sea!— grita mi compañero.
—¡Sí!— me pongo de pie y abrazo a Margot que esta viendo el juego. —soy el mejor en esto.
—Quiero la revancha, Jefe.
—cuando deseen, siempre estoy disponible para patearles el trasero.
cojo mi chaqueta.
—Ahora distinguidos caballeros, pónganse a trabajar. —me despido y salgo del laboratorio de mantenimiento.
he llevado el mando de este lugar por cuatro años, pero hoy cambiarán las cosas. a partir de hoy nos enfrentaremos al mayor jefe de todo esto.
miro la hora, pues debió haber llegado hace unas horas. saco mi celular para llamarlo, sin embargo suspendo la operación cuando veo a una de mis mejores elementos de esta empresa.
—¡Buenos días, Brunito! —me dice alegre y se acerca a darme un abrazo, —¿Jugando?
—Para nada, linda. —le regreso el abrazo, —¿cómo la pasaste en tus vacaciones?
—¡INCREÍBLE! no quería regresarme, pero, sé que hago mucha falta en este lugar.
—eres indispensable, por mi parte te hubiera dado otra semana... —solo se fue dos semanas cuando en realidad debía haberse ido tres.
—Lo sé, sé que hoy llega el dueño y me necesitabas, por cierto no dudaste en ponerme a trabajar en cuanto llegué, solo salí por un café e iré de nuevo a terminar de arreglar tu pequeño problema.
—eres la mejor por entenderme y apoyarme.
—para eso estamos.
Caroline Copper es de las personas que te surge la necesidad de quererlas y cuidarlas en cuanto las ves, pues se ven delicadas y hermosas.
—te veo después, iré a seguir trabajando y después a comer.
se va y yo me dirijo a mi despacho.
abro el chat en el ordenador y veo que no me responde los mensajes, soy el más idiota del mundo.
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Editado: 04.03.2024