ADAM
un inversionista mexicano, vendrá mañana a hacer unos presupuestos y ver el rendimiento y función de nuestros productos.
Estoy viendo a los prospectos que deben estar con él, pero siento que ninguno conoce tan bien mis equipos, tengo toda la mañana en esto.
—Vamos, Adam ya elige.
Bruno esta sentado frente a mí desesperado por tomar su celular y chatear con su novia.
—tengo jaqueca.
—Revisaremos de nuevo, ocupo a alguien con carácter y que sepa introducir una agradable conversación.
—entonces quédate y atiéndelo tú. Ya que no confías en nadie.
—Necesito ir a Londres y sabes que es necesaria mi presencia.
—Yo creo…
Deja de hablar cuando Caroline entra a mi oficina tan casual como siempre, aunque tenemos algo mas que solo jefe y colega, se sigue resistiendo a mis pocos encantos que puedo ofrecerle. Aquí no me abraza, ni me besa, ni me habla bonito. Y sí, eso me hace enfurecer terriblemente porque toda la empresa sabe nuestra conexión extra. Pero ella se empeña en ser “Profesional” aunque estoy feliz, porque ya no suele abrazar tanto a las personas, sigue siendo ella, pero con algo llamado respeto.
—¡Hola señores! Los veo muy apagados, ¿dónde están esos ánimos?
—Tu adorable jefe y compañero íntimo, me esta tocando las pelotas desde esta mañana, obligalo a elegir.
Caroline lo ve comprensivamente.
—Hoffmann, ya deja descansar a este pobre hombre.
—¡Es un perezoso de primera!
—Y tú un maldito tirano.
—A mucha Honra…
—¡Señores! La compostura por favor, si no encuentras a alguien yo puedo ayudarles.
Bruno asiente desesperadamente, maldito perezoso.
Observo a Caroline, y veo todas las posibilidades.
El señor Ledesma es conocido por ser un hombre un poco Machista.
—Ayuda aceptada y espero que sepas en que te estás metiendo.
Bruno se tensa, por fin ha comprendido.
—Caroline, cariño aun puedes dejar que otro me ayude, el señor Ledesma es algo complicado a hora que lo recuerdo…
—¡No le digas cariño, pedazo de imbécil!
—Deja de gritarme y busquemos a alguien más, de preferencia un hombre, Adam.
—De ninguna manera, no dejaré que me intimiden. —Declara Caroline un poco temblorosa. —Acepto.
—De ti y de Bruno, depende esta compra, sin decir que es muy importante.
Me pongo de pie, tomo mi chaqueta y mi maletín.
—Te quedas a cargo, Bruno Hartmann.
—Me siento halagado. Ten un buen viaje amigo, cuidare de tus tres bebés.
—Dunkel irá conmigo. Así que solo cuidarás dos.
—Ese perro tiene más privilegios que yo.
—No lo dudes ni un poco, si pudiera; él sería el encargado de todo esto.
Me da un golpe en el hombro y nos acompaña a Caroline y a mí a la salida.
—Debimos habernos ido en mi camioneta, para después poder ir con Leslie y Alex a casa.
La miro mal.
—mantente alejada de ese tipo, no me agrada ni un poquito.
—Es mi amigo, ¿Recuerdas?
—Te quiere con él y no conmigo, ¿recuerdas?
—Eres un odioso, Adam.
—Así me quieres.
Niega y me muestra esa hermosa sonrisa que tiene.
—En verdad, quédate en mi casa.
—En verdad, ocupo estar en mi casa, con mis amigos.
—¿No te gusta estar sola?
—Detesto, estar sola.
A diferencia de mí, ella siempre ha estado rodeada de gente.
—Esta bien, pero no quiero que ese imbécil se te acerque mucho.
—Eres muy posesivo Hoffmann y no tenemos nada serio.
Voy a contestar cuando el auto se detiene en el aeródromo.
Baja el chofer mi maleta y a Dunkel, un viaje privado para no tener que meter a mi chico en una caja reducida y molesta.
—Los extrañaré por estos tres días, cuídense y pórtense muy bien.
Dunkel le lametea las manos.
—Eso es lo que tú crees. —digo molesto.
—¿Qué?
—Lo que dijiste antes, cuando me llamaste Hoffmann.
Piensa por unos minutos hasta que recuerda.
—Si no lo dices, no hay evidencia de que exista.
—Que poca fe tienes Caroline, nos vemos y no me echen a perder ese contrato. —la beso con posesividad, espero y eso le quede claro.
Me doy la media vuelta y camino con firmeza al jet.
Dunkel se sienta frente a mí mirando por la ventanilla.
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Editado: 04.03.2024