ADAM.
Una de las cosas que más adoro de mi trabajo, es cuando pongo a prueba mis creaciones y que funcionen a la perfección.
He estado esperando a Caroline, desde la mañana, pero dijo que tenía cosas que hacer, entonces no la molesto.
No porque sea algo más que mi colega, significa que debe trabajar menos.
Estando en Londres, escuche una canción que me recordó a ella.
Activo mis auriculares y la reproduzco mientras veo las pruebas.
Una canción tan relajada, a comparación de las que acostumbro a escuchar.
Trato de no seguir el ritmo de la canción, pero mi pierna se mueve instintivamente.
me quito los lentes y veo como dan mantenimiento a las incubadoras, veo como cuidan de la máquina que que ayudará a los bebés con riesgos al nacer. veo los sistemas de monitorización, peso, ritmo cardíaco, respiración, temperatura, etc. Me encargo de qué todo este en orden y respiro profundamente al comprobarlo.
Veo el reloj y son las once con cuarenta.
—Bien, vayan a comer, en una hora nos vemos.
Me pongo de pie y salgo.
Bruno, no sé dónde carajos esta, desde hace unas horas salió y no volvió.
Subo a mi oficina, Margot está ordenando unos archivos.
—Puedes retirarte.
—Sí señor, ya iba a salir.
Asiento y camino a la oficina de Caroline.
—La señorita Cooper, no está.
—¿Ya salió?
—No, de hecho, no ha subido, solo dejo sus cosas y se retiró, iba con usted.
Asiento.
Me dirijo de nuevo al ascensor.
Le marco, pero me manda al buzón.
Llego a la primera planta y pregunto a los guardias si ya salió, pero me dicen que no.
Camino a los laboratorios y antes de entrar a uno, la escucho, se está riendo.
Entro y lo que veo hace que mi ira se encienda. trago saliva.
Carraspeo.
Ambos me miran.
—Adam. —dice ella.
—Hoffmann.
Hablan al unísono. Maldito hipócrita.
Asiento.
—Él único. —me acomodo el traje.
Trato de no sonar molesto.
—Es hora de ir a comer y dejar de platicar con doctores de cuarta, Cooper. —digo.
—Tan amable el Ingeniero Hoffmann, se me había olvidado ¡Dios! Casi eres como de la realeza, todos inferiores para ti.
—Claro yo siempre amable Francis, ya sabes la buena educación permite ciertos estándares. La buena vida y los privilegios por trabajar arduamente.
Hasta su nombre es de criado, todos los mayordomos así se llaman.
—¿Cuánto tiempo sin verte? Ya hacía falta a mis pupilas observarte. Uno, no se esfuerza tanto en morir por tanto trabajo. Disfrutamos de algunos más.
—A las mías no, de hecho iré con el oftalmólogo a que me de algunas gotas... Así son los Mediocres, dependientes.
—Pues acostumbra a tu preciosa vista, Adam, que nos veremos seguido, ¿cierto Caroline?
Miro a Caroline, que asiente nerviosa.
Respira, solo quiere provocarte y no debes ceder.
—Le gusta hacer obras de caridad, ya sabes, solo no mete al vagabundo porque no tiene identificación. Un alma realmente buena aquí en este lugar, la de ella y nadie más.
—Eres un cínico Adam, se te olvida... —habla molesto. —se te olvida quien soy.
—A veces Y no, no se me olvida nada, tengo una muy buena memoria, —Lo miro fijamente—. lo importante aquí es que tú recuerdes tu lugar, Yo soy Adam Hoffmann, tú un simple don nadie con profesión y a mí se me respeta si quieres que yo te respete.
—Que bueno que la tengas presente siempre, Hoffmann, —sonríe ampliamente.— Una profesión que enorgullece y respeta.
—Deberías darme las gracias… —lo miro mal.
va acontestar cuando Caroline interrumpe.
—Oigan, suficiente. No sé que se traigan, pero sus indiferencias arreglenlas en otro lado.
—Tienes razón Caroline, Te pido mil disculpas por hacerte ver este momento tan amargo, a ti que eres pura bondad…
—Gracias, Francis.
—No es nada. —Le dedica su más natural sonrisa.—las damas no deberían ver a dos hombres discutir. —me miran ambos.
Asiento y salgo.
Tomo el celular y escribo.
ADAM: Ya vi que estabas muy ocupada, que ni tiempo te dio de ir a verme. ¿Ya te gusto el caballero Hipócrita de pacotilla?
Lo ve y escribe en seguida.
CAROLINE: Estoy tratando de ser amable, vamos, no te enfades.
ADAM: No lo niegas.
CAROLINE: No tengo nada que negar, cuando sabes que la respuesta es un No.
ADAM: Yo no sé nada, ultimada mente puede gustarle quién guste. pero hasta en los profesionistas hay clases. Cooper.
Suspiro y avanzo.
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Editado: 04.03.2024