CAROLINE.
Adam decidió quedarse en Alemania, por lo que nosotros volvimos a Vancouver cinco días después de ese mal suceso, ha pasado un mes y medio, no he sabido mucho de él, se está enfocando en nuevos proyectos según lo que me ha dicho Bruno. Incluso este no ha tenido contacto con él, es su secretaria la que le comunica y solo para asuntos del trabajo. Mentiría si dijera que no me preocupa, o no me interesa, porque si lo hace y mucho. Pero sé que él no pedirá que vuelva con él, pues se siente culpable de lo de aquella noche en que recibió el impacto de bala. Y yo, bueno, tengo miedo de que me vuelva alejar. Pero en fin, pongo a Elvis y comienzo a bailar.
Me estoy arreglando para salir con Edmond, me ha dicho que es una sorpresa, por lo que no me arregle tanto. Pues la vez pasada me dijo que me arreglara para una cita y terminamos en un partido de soccer.
En cuanto salgo lo veo de pie recargado en su auto.
—Hola, Eddie.
—Hola, linda.
Me da un delicado beso el cuál acepto gustosa.
—¿a dónde iremos esta vez? —pregunto.
—iremos a la inauguración del bar de un amigo. ¿te parece bien?
—perfecto.
Con él paso bien el rato, de hecho me agrada la idea de que quiera irse de aquí y buscar nuevos horizontes. Hace dos noches me dijo qué si me pidiera que fuera con él a los ángeles, que le respondería. Mi respuesta fue que no lo sabía, pero seriamente me he convencido de que sea un sí. Deseo explorar el mundo y nuevas ciudades, amo viajar y reencontrarme conmigo misma una y otra vez. Deseo vivir mi vida al máximo y algún día poder decir que logré todo lo que me propuse, llenando mi pirámide de necesidades.
Soy joven, soltera, sin hijos, mis responsabilidades más grandes son el de llenar el tanque de gasolina y comprar la despensa, pues desde que Leslie se mudo con Bruno la veo poco y por obvias razones ya no me surte la alacena.
Alex anda de viajero con sus chicas de diferentes ciudades. E incluso mi padre ha retomado su vida y no asiste en casa la mayor parte del día. Yo tambien quiero tener ese toque de adrenalina que los demás tienen, pues hace mucho que lo ignoro.
Al llegar al bar es un poco minimalista, lo cuál me asombra, pues es un bar. O sea, todos amamos un bar tradicional, con un ebrio inconsciente en la esquina, los típicos novios que no dejan de compartirse cariños en lo oscuro, o bien; los que abren la pista de baile y se adueñan de ella.
—estoy igual de asombrado que tú. —me dice al oído.
—es lindo, pero parece un lugar de convivencia sana y sin alcohol.
—pues esa es la idea linda, que las personas vengan, se tomen unas cervezas y puedan conversar en un ambiente casi saludable, incluso tiene área exclusiva de fumadores.
—no tiene mucho sentido, o al menos yo busco que haya ambiente, ya sabes ese que nos aloca.
—ya sé que te gusta eso, te conocí en uno cuándo cantabas con tu amiga.
—¡por Dios! Que vergonzoso fue ese día.
—para nada linda, ese día miré a mi amigo y le dije: esa chica tiene mi espíritu. Le invitaré un trago y si lo acepta saldré con ella. — se muestra orgulloso. —y mira, lo logre.
—sabía que ese trago sería un intercambio.
—Eres brillante, linda.
Me besa y va por un par de cervezas, al volver comenzamos a platicar, Edmond es de mi edad y es contador.
—me alegro que hayas venido amigo, sé que estás arreglando todo sobre tu cambio de residencia y tu trabajo aburrido que no te deja salir. —dice su amigo, —¿tú debes ser Caroline, cierto?
—no es nada Leo, y por supuesto ella es Caroline.
—un placer, ¿qué tiene de interesante este contador? Digo, eres muy bonita como para salir con él.
—Vamos Leo, soy interesante.
—lo único interesante que tienes es que sabes de números y gracias a ti pago a tiempo mis impuestos. —dice con ironía.
—por ello te conviene tratarme bien, de hecho; tráeme otro par de cervezas y deja de meterte en lo que no te corresponde.
Su amigo se marcha y él me mira con algo de pena.
—tranquilo, para mí eres interesante, —le sonrío. —no me habías comentado que estabas preparando ya todo para irte.
—lo sé, no quiero que te sientas comprometida con tu decisión, solo estoy empacando y ya he elegido sitio para vivir, obviamente he contemplado cualquiera que sea tu decisión, me iré la próxima semana y arreglaré todo ¿quieres ir conmigo? Me encantaría que lo hicieras, sé que te gusta la playa y podríamos ir a alguna.
Lo miro pensativa.
—solo serán unos días y así elegirás tu decisión.
—entonces ¿empaco trajes de baño, sombrero y lentes?
Me mira feliz.
—por supuesto, linda. Me encantara pasar unos días contigo.
Después de una noche donde hablo y no paro de reír, miro el reloj y son las tres con quince.
—no lo puedo creer, es tardísimo y mañana tengo trabajo. —les digo.
—lo siento, linda. —se despide de sus amigos.
—un placer conocerlos.
Al llegar a casa, veo las luces encendidas.
—tienes visitas.
—en realidad no, odio la oscuridad.
—no me lo habías comentado. Pero lo tendré en cuenta.
—gracias, te veo después.
Lo beso y se marcha de mi propiedad, desearía que entrara y se quedara, pero hay algunas cosas que haría que hiciera preguntas que no deseo responder.
Entro y no veo a mi padre, por lo que deduzco que debe estar dormido.
Subo a mi habitación y veo las fotos que impiden que deje entrar a Edmond.
—ese es su lugar y nadie se los quitará. —me digo a mí misma.
Me vibra el celular y leo:
ED: Te recuerdo que
te veías bellísima
como siempre, besos.
CAROLINE: gracias, fue una velada grandiosa.
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Editado: 04.03.2024