El mediodía había llegado y aún le quedaba una locación por revisar.
Condujo hacia la estancia Baene y aparcó su auto para luego posarse frente a la entrada a la espera de que alguien acatara su llamado, pero no parecía haber nadie en el lugar.
Insistió unos momentos más hasta que recibió otra llamada por parte de Canek.
—Aryan, el teléfono de Mila acaba de encenderse.
—¿Dónde está?
—En Black River.
—¿Black River?, ¿qué hay de Keb?
—Está conmigo y estamos dirigiéndonos hacia allí.
—Envíame la ubicación, saldré en este instante.
...
—Mamá, no te preocupes, estaré bien— consoló mientras caminaba por la acera con el teléfono junto a su oreja.
—Acabas de cumplir diecisiete, ni siquiera eres mayor de edad, ¿es necesario hacer esto?
—Sabes que no puedo volver al instituto y no puedo continuar sin hacer nada, terminaré de empacar las cosas, pediré que las envíen e iré al lugar indicado. Tú no te preocupes, voy a avisarte cuando salga de allí.
—Promete que lo harás.
—Lo haré, mama— respondió despreocupada.
—¡Mila!
—De acuerdo, lo haré, lo prometo.
—Bien, te veo en la noche.
—Adiós— y colgó la llamada.
Terminó de empacar las últimas cosas restantes hasta la llegada del camión de mudanza.
"Acabo de terminar de empacar, pronto llegará el camión de mudanza. Solo dejen mis cosas en la entrada de mi habitación, voy a acomodarlas en cuanto llegue y olvidé cargar mi teléfono por lo que solo tiene un poco de batería, así que voy a apagarlo y en cuanto salga de allí voy a avisarte, no te preocupes demasiado"
Envío en un mensaje y antes de salir a destino, revisó nuevamente la dirección a la que debía dirigirse, lo anotó sobre un trozo de papel y apagó el teléfono.
Al llegar a la parada de bus, esperó hasta que llegó y subió a él.
Observó su reloj de mano que indicaba las tres de la tarde y solo una hora la separaba de su destino.
Divisó su destino luego de caminar unas cuantas calles. Lucía como una especie de pasillo con una puerta al final.
Ingresó sin pensar mucho al respecto y caminó con pasos pausados, una percepción dentro de ella causó que sus pasos se ralentizarán sin embargo se tranquilizó a sí misma creyendo que aquel episodio la había vuelto paranoica y alerta.
Toma el pomo de la puerta y avanza hacia dentro del lugar, pero queda perpleja al observar un lugar totalmente vacío ante ella y la percepción se transformó en pavor.
La puerta se cierra detrás de ella y se sobresalta. Con dificultad toma el teléfono guardado en el bolsillo de su atuendo. El botón de encendido es apretado varias veces con desespero, pero era tarde, él se encontraba frente a ella.
—Supongo que no me has extrañado, ¿verdad?
Mila observó hacia aquella voz tan familiar que incluso oía claramente hasta en sueños, mientras que todo se tornaba oscuro y sus súplicas eran ignoradas.
Su mirada se torna borrosa y su agitación se acelera sin pausa.
—Tú— enunció con dificultad.
Cuando logró que su cuerpo recuperara la movilidad se giró rápidamente hacia la puerta y con exasperación giró el pomo y tiraba de ella rogando que pueda abrirse, incluso si eso significaba que debía despedazarla.
—Definitivamente, no lo has hecho, que lastima, porque, al contrario, he pensado en ti cada segundo de mi existencia que transcurrí en esa pocilga llamada presidio— con pasos pausados avanzó hacia Mila— Y créeme cuando digo que he pensado en ti en cada segundo, que por cierto es lo que me ayudó a subsistir mi estadía, él pensar que algún día saldría y tú pagarías por cada segundo que respiraba en ese maldito lugar, pensar de qué manera podrías pagarlo, tal vez podríamos repetir aquel día tan especial. Tal vez nuestra relación podría haber continuado siendo especial si no hubiera sido por el entrometido de Keb... Pero— estiró ambos brazos hacia los lados— Finalmente estamos solos.
Mila cayó hacia el suelo y con ambas manos cubrió su torso lo más posible, las lágrimas tomaron control sobre su rostro.
—Ma...tame si vas a hacerlo— esbozó con la voz temblorosa y resignada.
Se acercó hacia ella y se acomodó a su altura quedando frente a ella.
—¿Matarte y perder la diversión de oírte vociferar de espanto?, no, no tendrás tanta suerte.
—¡¿Qué quieres de mí?!
Asel colocó su mano sobre la mejilla de Mila y la acarició lentamente.
—Quiero despedazar cada extremidad de tu cuerpo y guardarlas de trofeo, pero me traería problemas y no sería tan agradable, así que, en su lugar, opté por recrear nuestro día especial.
—¡Prefiero que me mates antes de volver a sentir tus inmundas manos sobre mí!
—Te concederé esa petición, pero no ahora, hay tantas cosas divertidas que hacer antes.
El teléfono de Mila comenzó a sonar.
Asel lo tomó rápidamente y observó la llamada entrante.
—Oh, mira, hablando de entrometidos.
Mila observó el nombre Keb en la pantalla y las lágrimas comenzaron a caer nuevamente.
Asel tomó la llamada y activó el altavoz.
—Mila, ¿dónde estás?— la voz de Keb se oía desesperada.
—Está en buenas manos, no te preocupes querido Keb, espero que al menos tú me hayas extrañado— y cortó la llamada.
Apoyó el teléfono hacia un lado cuando comenzó a oír un sonido que provenía de él.
—¿Qué es ese sonido?— preguntó Asel con molestia.
—No es nada— se apresuró Mila a responder.
Pero Asel ignoró su comentario para luego tomar nuevamente el teléfono y observar la pantalla.
"Ubicación activada"
Se mostraba en la pantalla mientras un sonido acompañaba la notificación.
—¡Rayos!— se quejó mientras destrozada el teléfono en mil pedazos contra el suelo— ¡Tu perra!— la observó con furia.
Se acercó a Mila y la tomó del pelo.