Primavera [1]

|| UNO ||

SKYE 🌻

Él se estaba acercando a mí, tenía la vista fijada en mis labios entreabiertos; por dentro yo tenía miedo, nunca había dado mi primer beso. Cada vez más él se aproximaba, y podía sentir el roce de sus labios, hasta que sonó la alarma.

Eso me despertó de una manera abrupta e hizo que cayera de la cama con las sábanas envueltas en mí. Trato de levantarme, pero es imposible.

—¿Otra vez con el mismo sueño? —entra mi compañera de cuarto.

—No, nada que ver —digo mientras me ayuda a levantarme.

—Skye, deja de avergonzarte, es solo un beso. Hay personas que sueñan más que un beso…

—Alto ahí, Madison —digo para que mi cabeza no piense en esas cosas.

—Está bien Skye. Pero juro que, para tu cumpleaños, pondré la foto de Marcus en esa almohada y así podrás fantasear lo que quieras. —dice mientras su risa inunda la habitación.

Ugh

Salgo de ahí y me dirijo al baño, empiezo a cepillar mis dientes tratando de olvidar aquel sueño.

Marcus Hunter era mi amor platónico desde que llegue a la universidad, por donde el pasaba siempre había suspiros de chicas detrás de él. Todo era tan dramático, pero sentía una atracción por él, casi nunca podía acercarme a él, porque bueno… había una inmensa fila cuando él se paraba donde sea.

Termino de enjuagar mi boca y voy hacia el armario, pero antes enciendo la radio, porque mis padres siempre la escuchaban y eso creo un habito en mí.

—¡Buenos días Toronto!, hoy 20 de marzo, comienza la primavera —dice el locutor a través la radio.

Voy hacia la ventana y la abro. Dejo entrar el aire frente que hace revolotear mi cabello; las flores, árboles y plantas resaltan por sus colores vivos y hace que mi sonrisa crezca.

—¡Skye! Se nos hace tarde —dice Madison.

—¡Espérame un momento!

Me visto lo más rápido posible; paso el vestido floreado por mi cuerpo y busco mis botas, pero solo encuentro uno de ellos debajo de la cama.

—Skye, me iré adelantando, te espero en la puerta principal.

Sale y cierra la puerta dejándome en media crisis mientras buscaba mi otra bota.

Logro encontrarla luego de 10 minutos, y mi nerviosismo crece, tomo lo más rápido mi mochila y cierro la puerta. Bajo las escaleras rápidamente y emprendo una maratón hasta poder ver la universidad cerca. Sujeto la mochila para evitar que caiga, pero no me doy cuenta de que una de mis agujetas no está atada y eso hace que caiga a un lado de las flores.

—Maldición —digo mientras trato de levantarme, pero algunas ramas están enredadas en mí.

Miro mi reloj de mano y veo que son las 8:45. Mierda, llegare tarde a mi primera clase, en mi segundo año.

Veo a alguien a lo lejos, trato de tragarme mi vergüenza para que me ayude, alzo las manos para que me vea, pero al parecer no me hace caso. Pasa de largo sin mirarme, porque lleva los auriculares puestos y una guitarra en el hombro.

Me levanto lentamente, siento un dolor fuerte en el brazo mientras sacudo mi vestido que estaba lleno de flores. Salgo de ahí sin pisar más flores y llego a la universidad. Madison ya no se encontraba ahí, trato de buscar mi móvil en mi mochila, pero me doy cuenta que lo había olvidado en la residencia.

Este día no podía ir peor.

Logro entrar y voy corriendo hacia mi clase, no logro reaccionar y entro sin tocar la puerta. Todos los estudiantes se me quedan mirando, la expresión de la maestra me hace reaccionar y trato de tranquilizar mi respiración agitada.

—Buenos días señorita…—busca en una lista.

—Laurent.

—Bueno señorita Laurent, en esta clase hay normas —me señala una lista que esta pegada en pared—, y si usted no puede respetarlas, me veo en la obligación de reportarla en la dirección con el director y hacer un reporte de su tardanza. Y eso va para todos —dirige su mirada a la clase y hace un gesto con la cabeza para que tome asiento en el único lugar vacío.

Mi pupitre estaba junto a la ventana, y sabía que esto sería mi verdadera distracción. La maestra empieza con la clase con la historia del arte. Sí, estudiaba arte. Desde que era niña siempre me llamaba la atención los colores que transmitían cada cosa, y me gustaba plasmarlos en un lienzo. Poco a poco paso de ser un hobby a algo que necesitaba hacer cada día, como respirar.

Madison se encontraba en su pupitre, muy lejos del mío. Mientras tomaba nota de la clase mi mirada se desviaba cada vez más en lo que había afuera. Los árboles verdosos, las flores de diversos colores y el cielo claro…

—Señorita Laurent —dice la maestra llamando mi atención y el resto de clase me estaba mirando.

Estaba en problemas, sabía que esta maestra no iba a ser nada comprensiva y no iba dejar pasar nada, por lo más mínimo que fuera.

—Ah…lo siento maestra.

—Necesito que lleves estos papeles al maestro que se encuentra en el auditoria de la universidad.

—Pero… —la maestra me dirige una mirada furiosa, así que trato de ser comprensiva—, está bien.

No sé si la maestra lo hacía a propósito, pero definitivamente esta maestra iba hacer de este año, un infierno para mí. Mientras buscaba el auditorio de la universidad, logro escuchar un ritmo muy bueno, era el de una guitarra. El sonido me guía hasta llegar al auditorio, encuentro la puerta y la abro lentamente. Busco con la mirada al maestro que estaba buscando. Logo encontrar a aquel maestro que se encuentra sentado en una butaca mientras evalúa a la persona que estaba tocando la guitarra.

—Eres muy bueno Parker—dice el maestro a la persona que se encontraba en el estrado.

No logro ver quien está en el estrado por las luces muy blancas, así que solo entro para terminar con el favor que le hice a la maestra.

—Disculpe, ¿usted es el maestro Savard?

—Si —dice sin dirigirme la mirada mientras escribe en una libreta.




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