SKYE🌻
Estaba en la residencia, me encontraba en mi cama boca abajo mientras sonaba Who Do You Love en la habitación. Madison se estaba arreglando para la fiesta de esta noche y sabría que en cualquier momento trataría de convencerme de ir con ella. La escucho salir de baño cuando termina de alisarse el cabello y me hago la dormida para que no me llame.
—Vamos Skye, no seas aguafiestas. —dice insistiendo.
—Que no Madison —respondo levantándome de la cama para pausar la canción.
—Pero ahí estará Marcus, podrás verlo.
—Lo sé, pero…
—Solo será esta vez, por favor, ¿sí? —pone cara de perrito para convencerme.
Y sí que sabe convencerme
—Está bien —suspire —dame unos minutos para arreglarme. —dije entrando al baño.
Luego de unos 20 minutos, salgo de ahí, y voy en busca de mi bolso. Me había puesto un vestido verde pegado y como siempre, mis botas. Madison me esperaba en el marco de la puerta mientras escribía en su móvil.
—Ya estoy —dije algo desanimada.
—Listo, vámonos porque esta noche será inolvidable. —me giña un ojo saliendo de la habitación.
Estábamos en la calle, la noche estaba hermosa, hasta que el viento me hace temblar y dudar de ¿porque no traje una chaqueta? Mientras discutía conmigo misma en mi cabeza, Madison me toma del brazo para cruzar la calle. Unas calles más allá, llegamos al lugar donde seria la fiesta. Es una casa de color beige, y de inmediato supe de quien era la casa. Los carros estaban estacionados afuera y mucha gente venia este año.
—¡Buenas noches, chicas! —nos saluda Will, el anfitrión de la fiesta.
—¡Hola! —responde Madison y yo solo evito mirarlo.
—Hola… ¿Skye? —se acerca a mí.
Will fue mi compañero de primer año, solo que al pasar tiempo juntos cuando hacíamos trabajos de la universidad, el empezó a sentir cosas por mí y los dos confundimos las cosas. Yo no quería estar en una relación en mi primer año de universidad, porque quería disfrutar sin tener que darle explicaciones a alguien de que hago o a donde voy.
—Ah. Hola Will —le respondo y sonrió forzosamente.
—Qué bueno volverte a ver —sonríe.
—Lo mismo digo —dije sin ánimos queriendo salir corriendo ahora de aquí.
—Bueno, nos vemos luego Will —dijo Madison, sacándome de esa situación incómoda.
—Vamos Skye, no dejes que ese idiota arruine esta noche. —dijo mientras avanzamos a la puerta principal de la casa.
Madison me tenía agarrada el brazo ya que había mucha gente en la fiesta, cuando ingresamos había olvidado como era esta casa. Y algunos recuerdos embarazosos que me lleve.
La música era fuerte, las personas bailaban cuando sonó Want You Back, eso me hizo mover la cabeza llevando el ritmo de la música. Rápidamente nos dirigimos a la cocina donde estaban las bebidas. Madison coge un vaso rojo y se sirve una mezcla entre Vodka y otras cosas que con solo olerlo me da nauseas.
—¿Segura que no quieres beber, Skye? —me pregunta enarcando una ceja.
—No, estoy bien así. —dije apoyándome en una de las mesas de ahí.
Habrán pasado unas 2 horas desde que llegamos. Madison se encontraba bailando entre varios amigos y yo…bueno, estaba en la escalera mirando desde arriba. Escucho murmullos de la gente que viene de afuera. La gente los saluda y yo no logro ver quiénes son.
Hasta que uno de ellos alza la mirada hasta donde estoy. Es el chico de la guitarra. Me sonríe al verme ahí arriba y yo solo lo evito con la mirada. Él y un grupo de personas que lo acompañan empiezan a saludar a todos en la fiesta.
Él estaba vestido con unos jeans negros, una camiseta blanca y una chaqueta. Parecía a los típicos chicos de las películas americanas, los populares y egocéntricos que solo se fijan en su imagen. Él parecía como uno de ellos. Y lo veo dirigirse a la cocina con las personas que habían llegado.
Desde que había llegado, no había podido borrar su maldita sonrisa de mi cabeza. Era tan jodido como un mosquito, como un virus en mi sistema. Bajo por las escaleras hasta llegar a la cocina. Intento buscar otra cosa que no sea alcohol. Busco en la nevera, en los cajones y en las gavetas de arriba, pero lo peor es que no logro alcanzar. Odio medir 1.55.
Trato de alzarme lo más posible, tratando de que mi vestido no se levante, así que pongo una mano detrás de mí y con la otra trato de abrir la gaveta de arriba. Pero veo a alguien estirar más su mano arriba de mí, lo siento detrás de mí y eso me hace voltear rápidamente.
Es el chico de la guitarra. Él logra alcanzar una botella de agua y la baja lentamente hasta dejarla al frente mío. Tiene la mano puesta al costado de mi cabeza y puedo sentir el aroma del perfume que lleva. Me quedo absorta al verlo tan cerca de mí y más aún cuando empieza a acercarse hasta oído, eso me hace estremecer al sentir su respiración tan cerca y creo poder escuchar los latidos de su corazón. Cierro los ojos por inercia sin saber lo que vaya hacer.
—¿Porque bebes agua en una fiesta? —bromeo con una leve risa.
Lo empuje con el hombro hasta salir de su trampa. Él se gira y me pongo al frente suyo apoyándome en la mesa de ahí.
—Porque no me gusta beber alcohol—dije.
—Eso puede ser obvio, pero debe haber una razón. Todo tiene una razón. —inquiere llevándose el vaso rojo que tiene en la mano a sus labios.
—Para todo no hay una razón —dije saliendo de la cocina.
No sabía a donde escapar, no quería seguir hablando con él. Podía sentir un cosquilleo en el estómago y querer morderme las uñas de los nervios. No sé porque él causaba eso en mí. Pasaba por en medio de la gente que se encontraba bebiendo, algunos bailando y otros…besuqueándose. Logro encontrar una salida, pero me doy cuenta que es el patio. No recordaba mucho esta casa, y era lo mejor, porque así evitaba recordar lo que paso con Will.