¿princesas?

III. Amigos o Enemigos.

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Fátima se dirigió a toda prisa a su habitación por un momento todo lo que le dijo Tania había quedado en segundo plano, lo único que le importaba en ese momento era salvar la cámara de Jone. Tomo un trapo e inicio a secar la cámara, las manos le sudaban y entonces ocurrió, una pequeña flama encendió la tela cosa que asusto a la joven Fátima y llamo a su madre a gritos.

Bien Faty tranquila, solo mírame – pidió su guardiana y solo hasta que la flama en la mano de Fátima se extinguió su madre se acercó a ella – hija ¿Estas bien? – se apresuró a preguntar mientras la rodeaba con un brazo.

Sí, estoy bien ¿Qué sucede conmigo madre? – pregunto Fátima asustada – yo… el fuego salió de mí.

Fátima, querida no había fuego, solo era producto de tu basta imaginación, nada que un poco de terapia no arregle – declaro su madre mientras se ponía de pie – ahora cámbiate, los Morgan nos invitaran a cenar llamare a la doctora Smith para hacerte una cita y recuerda todo está en tu cabeza – Fátima asintió dudosa pero se dirigió a cambiarse como su madre le pidió, su guardiana, en cambio, recogió el trapo a medio quemar y lo vio angustiada, ella no quería perder a Fátima, sabía que si los dones despertaban debía reportarlo pero era consciente de lo que sucedería después ´´borraran su memoria y se la llevaran lejos´´ Esmeralda sabía que solo era una guardiana, una madre sustituta hasta que Fátima cumpliera los diecisiete años y regresara a su reino pero hasta entonces quería cuidar y ver crecer a la linda bebe que le entregaron en brazos con tan solo unos pocos días de nacida.

Yo no quiero ir a cenar con los Morgan – dijo Fátima apartando esos pensamientos de la mente de Esmeralda - ¿Por qué no comer aquí? – se quejaba Fátima.

Vendrá alguien a arreglar el baño de arriba y habrá demasiado ruido como para hacer la cena – respondió su madre.

Mama ¿Qué tal ordenar pizza? – pregunto la princesa de Fuego con una sonrisa vacilante anticipando de ante mano la respuesta de su guardiana.

Fátima Andrea Ruiz de Galicia, nosotros no comemos eso ¿Dónde probaste eso? Sabes el daño que causa a tu cuerpo, la comiste en casa de Valentina ¿cierto? – respondió su madre.

Si – contesto en un susurro Fátima, bajando la cabeza.

Una dama nunca agacha la cabeza hija mía, me temo que tendrás que regresar a clases de modales – dijo su madre.

No mama, te lo ruego – rogaba la pequeña.

Una dama nunca ruega, además no entiendo tu enfado, te encantaba ir a esas clases, ya se, le diré a la madre de Tania para que vallan juntas ¿Eso te gustaría? – dijo su madre sin saber de la pelea con Tania.

 

Ni se te ocurra madre, no quiero saber nada de ella – dijo la princesa de Fuego negando con la cabeza.

Pero son mejores amigas, ¿Por qué te comportas de esa manera? ¿Qué te hizo? – interrogo Esmeralda.

Me humillo y me insulto madre, no quiero ir a esas clases, ni ver a Tania y mucho menos ir a cenar con los Morgan – decía enojada Fátima.

Bien, escucha, lo de las clases no está en discusión, iremos con los Morgan solo una hora cuando quieras irte nos iremos y respecto a lo de Tania, es algo que deben arreglar entre amigas, yo no voy a interferir, ahora ve a cambiarte y hazme el favor de elegir el atuendo adecuado o te pondrás lo que yo elija – sin pensarlo dos veces, Fátima se dirigió a su vestidor, pocas veces su madre se veía flexible en sus decisiones y no quería tentar a la suerte. Tomo un vestido rojo, junto con unos zapatos negros con un pequeño moño, cepillo su cabello en un recogido como su maestra de belleza le enseño, tomo su abrigo y bajo con sus padres, olvidándose por completo del incidente con el fuego.

Fátima paso el resto de su tarde en la casa de los Morgan soportando a su odioso hijo que solía molestarla y tirarle del cabello y con su malcriada hija que le encantaba recalcar lo genial que era.

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Acua no lograba conciliar el sueño entre el frio que hacía y los truenos causados por la tormenta le era imposible cerrar los ojos, intento llamar a Hilary, le preguntaría por su día y con suerte le daría una explicación tan larga y aburrida que lograría hacerla dormir. Para desgracia de la joven Acua, Hilary estaba profundamente dormida y no le pareció apropiado despertarla.

Quizás tomar leche caliente ayude – se dijo en voz alta, pero estaba oscuro y no quería ir sola a la cocina, llamo a su madre, pero esta no le respondió.

Hilary, Hilary – decía Acua en un intento por despertar a su amiga.

Acua, déjame dormir – decía somnolienta la princesa de Hielo.

Hilary no puedo dormir y tengo sed, acompáñame a la cocina – decía la pequeña Acua.

¿No quieres ir sola? – le pregunto a Acua.

No – admitió antes de que una almohada cayera en su cara.

Lleva a Margaret, mi almohada, te hará compañía y se sabe unos chistes que te matan de risa, ahora ve y déjame dormir – dijo Hilary mientras se volvía a acomodar en su cama.

Hasta dormida eres sarcástica – le reclamo Acua mientras se dirigía a la puerta abrazando la almohada.

Es un don – escucho que decía Hilary mientras ella salía de la habitación, lo primero que hizo Acua fue encender todas las luces del pasillo mientras corría a la cocina, se sirvió leche y la calentó en el microondas. Los rayos se reflejaban en las puertas de cristal provocándole escalofríos; un fuerte trueno seguido de un relámpago cegador logro cortar la electricidad, Acua corrió a las escaleras muerta de miedo, desde siempre le ha temido a la oscuridad, pero en el trayecto tropezó lastimándose el pie.

Ayuda – intento gritar, pero el golpe fue tan fuerte y doloroso que sus gritos parecían susurros. Finalmente sintió que alguien la levantaba, por un momento creyó que era Hilary, pero se sorprendió



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En el texto hay: reino

Editado: 07.04.2023

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