Cap. 18:
Me puse de pie Io más rápido que pude, tomé a Alessandra del brazo y nos metimos a su habitación.
Alessandra aún se encontraba sollozando cuando entramos a su recámara, yo me senté en la cama apoyando mi espalda en el respaldo, ella se acostó con la cabeza sobre mis piernas.
—¿Puedo saber porqué lloras? —Le pregunté mientras alistaba su cabello.
—Por estúpida. —Contestó con sequedad.
—¿Sucedió algo?
—No.
—¿Te lastimaron?
—No.
—¿Te trató mal el chico con el que fuiste a cenar?
—No. —Suspiré ante su última respuesta.
—¿Sabes? Me está desesperando esta plática... Así que mejor te voy a contar algo que acabo de descubrir. —Me miró intrigada— Pero después me vas a contar qué te sucede —Asintió.
—Antes de que comiences, ¿hay algo de comer? Tengo hambre. —Comencé a reír al escuchar su petición.
—Creo que Hugo compro pizza, voy a buscar unos pedazos a la cocina. ¡No te duermas!
—¡Va! Aquí te espero.
Salí de la habitación y no había rastro de Hugo o Mateo por la casa, coloqué unos pedazos de pizza en un plato, tomé dos refrescos del refrigerador y volví a la recámara de Alessandra. Al entrar la vi más tranquila, me arrebató el plato de las manos y le dio una gran mordida a su rebanada de pizza.
—Dime, ¿qué descubriste? —Dijo al mismo tiempo que masticaba la pizza— Somos unas finas, Io sé.
—Cuando te quedaste dormida, salí de la habitación, vi a Mateo y a Hugo platicando con mucha familiaridad. Hugo le reclamó a Mateo algo sobre asumir la presidencia. —La vi abrir bien los ojos, también estaba intrigada ante mi confesión.
—Hugo no habla mucho sobre su familia, solamente me ha dicho que quiere salir adelante por sí solo.
—Pues debemos investigar a qué se refieren. ¿Ahora me vas a contar porqué lloras?
—Ay amiga, porque soy una ESTÚPIDA, sí, con letras mayúsculas.
—¿Por qué Io dices? ¿Qué salió mal en la cena?
—La cena estuvo perfecta, pero honestamente no repetiría una cita con ese chico, creo que un zombi le comió el cerebro. Hablaba de puras estupideces, dinero, lujos, viajes. Cosas que he tenido en algún momento, con este cuerpo no me ha faltado nada.
—¿Entonces?
—Descubrí dos cosas importantes. —Se quedó pensando en cómo decirlas.
—¡Ya! Escúlpelo que es veneno. —Grité desesperada.
—La primera, mientras estaba con este chico, descubrí que no quiero esas cosas de las que tanto presumía, me he sentido muy bien con Hugo haciendo cosas "normales", dividimos las cuentas al pagar, bebemos cerveza, nos divertimos con los amigos. Puedo ser yo, sin necesidad de fingir para agradarle a alguien o pertenecer a una sociedad.
—¿Y la segunda?
—Está es la que me tiene así. —Tomó aire— ¡Ay, amiga! Creo que estoy embarazada.
—¿Qué? ¿Estás segura? ¿Cómo lo sabes? ¿Acaso no se cuidaron? ¿Cuándo se Io vas a decir a Hugo?
—¡Hey! Tranquila. Cuando estaba en la cena, me llegó una notificación al teléfono de que tengo 6 días de retraso. Me sentí horrible al pensar que puedo estar embarazada, y en ese momento me encontraba en una cita con el fin de ponerle los cuernos a Hugo, quien no se merece que le haga algo así. Por eso me disculpé con Toño diciéndole que me sentía mal y regresé a casa, solo que al ver a Hugo no pude evitar sentirme como una cabrona y por eso estoy aquí llore y llore.
—Debes comprar una prueba de embarazo para salir de las dudas, aunque con seis días de retraso, pues debería ser algo certero.
—Ya tengo tres, las compré saliendo del restaurante, solo no he tenido el valor de hacerlas. Quería que estuvieras conmigo.
—Anda, ve al baño. ¿Sabes cómo hacerlas o te Io explico?
—Puedo leer las instrucciones. —Dijo burlona.
Alessandra entró al baño para hacer las pruebas caseras de embarazo, yo me quedé en su cama pensando en lo que vendría. Cuando regresó a la habitación tenía los tres palitos en la mano.
—Más vale estar segura. —Dijo.
Esperamos los minutos necesarios y el resultado apareció en las pruebas.
Negativo-Negativo-Negativo.
Alessandra no sabia si reír o llorar de la emoción, por un lado ya se estaba haciendo a la idea de tener un bebé dentro de su ser, pero por otro no quería dejar de estudiar y trabajar.
—Seguro tienes un desajuste hormonal, Io mejor será que vayas al doctor. —Seguimos platicando sobre nuestros chicos hasta quedarnos dormidas en su cuarto.
A la mañana siguiente nos despertamos al sentir un aroma muy agradable que llegaba hasta la habitación, al llegar a la cocina descubrimos a qué se debía tan delicioso olor, vimos a Hugo y a Mateo cocinando junto a una pequeña intrusa.
Alessandra y yo nos volteamos a ver asombradas por Io que estaba sucediendo.
—iBuenos días, dormilonas! ¿Listas para el brunch? — Preguntó Hugo.
—¿Brunch? Pues, ¿qué hora es? —Preguntó Alessandra somnolienta.
—Casi es medio día. —Dijo Hugo acercándose a ella, le dio un abrazo y besó su mejilla. —¿Te sientes mejor?
—Sí, solo fue un susto. —Él la miró extrañado.
Se fueron a sentar a la sala y perdí el hilo de su conversación, Mateo y su hija solo observaba la escena y yo me sentía muy nerviosa, tanto que evitaba mirarlos.
—Cassie, te presento a mi hija Victoria. Llegó de sorpresa con la niñera esta mañana. —Se le cerró la garganta al pronunciar estas palabras, entendí que no tenía previsto que la niña llegara tan pronto.
—Mucho gusto en conocerte, Victoria. —Le tendí la mano a modo de saludo— Tu papá me ha hablado mucho de ti. Eres muy linda.
—Mucho gusto. —Dijo sonriendo, mientras agitaba mi mano a modo de saludo— Papá, tío Hugo y yo hemos preparado mucha comida, espero que les guste.
¿Tío Hugo? Tengo que hablar claramente con esos dos. —Pensé.
—Estoy segura de que nos va a encantar. —Me limité a decir mientras intentaba contener las lágrimas.