-Sé que te molesta que te trajera conmigo, contra tu voluntad...
Kim dejo salir un pesado suspiro, con sus brazos firmemente cruzados y completamente hundida en el asiento.
Sin intenciones de mirarme...
-Pero podemos hacerlo de la manera fácil, si cooperas conmigo...
-No quiero hablar contigo, Park Jimin. Y tampoco pienso quedarme un segundo más en este carro.
-Bien, entonces bajemos. A ver si te entran ganas de querer hablar dentro de la casa.
Abrí la puerta dispuesto a bajarme.
-¡Llévame a mí a casa, ahora! –Grito.
Con esa mirada de desesperación que solo me dejaba ver todo el mar de nervios que la ahogaba en su cabeza. Clavando las uñas bajo el asiento, Me miro molesta.
-Ah, ¿Entonces prefieres hablar aquí? Sabes que soy capaz, y no me importara si te resistes, te voy a coger aquí mismo si no te bajas y entras a la casa.
Kim salió del carro en un total berrinche, con un molesto puchero y cerrando la puerta fuertemente, Caminando con dificulta haciendo sonar sus tacones hasta la entrada de la casa.
Sonreí, activando la alarma del carro.
Cerré el portón de la entrada con el control, haciéndolo cerrar automáticamente. Decidí traerla a mi casa (mía únicamente) me la había comprado hace algunos años a escondida de mis padres y de Rosé, por el simple hecho de independizarme y tener privacidad.
Casi nunca estoy aquí...
Abrí la puerta de la casa con llave, donde la total oscuridad del interior de la casa nos recibió. Presione el interruptor, viendo que todo estaba perfectamente limpio en su lugar, con varios cuadros nuevos y muebles que jamás en la vida había comprado para la casa.
Suspire, ya mi mamá sabia de la existencia de esta casa, y no me sorprende para nada que venga cada semana a limpiar y a re decorar.
Independizarse secretamente, misión fallida...
Aunque le agradezco, de otra forma, la casa estaría toda sucia y llena de polvo. Y no quiero ni imaginarme como estaría mi única habitación.
-Pasa... –Dije, haciéndola entrar por completo a la casa, cerrando la puerta a mis espaldas. Kim comenzó a observar el lugar, quedándose contemplando como una pequeña niña las fotos mías colgadas en la pared.
De mi bautizo, mi primera comunión y hasta yo de bebé jugando con un sonajero.
O creo que es una maraca... No sé.
- ¿Quieres algo de beber? –Deje las llaves en un plato cerca de la puerta, observándola asentir. Fui hasta la cocina y abrí la nevera.
Me golpee mentalmente la frente al darme cuenta de lo estúpido que soy.
Al ver que no había nada que comer o beber, agarre un vaso de la encimera y lo llene de agua del grifo, pienso que era mejor a que no darle nada.
Fui hasta la sala y le extendí el vaso.
-No he estado aquí desde mis 17 años, así que... perdón –Me hundí de hombros, observándola beber agua- Pero si tienes hambre, puedo comprar algo de comer y volver.
Kim negó rápidamente, moviendo con ella los mechones de su cabello. Un cosquilleo en mi pecho me hizo sentirme nervioso, me encantaba lo linda que es esa niña.
Tan tierna, tan perfecta.
-Bien... ¿Ya quieres hablar? –Pregunte, intentando lo más posible de que mi sonrisa no apareciera, pero fue inútil.
Kim me mato con la mirada.
-Tenemos que hacerlo, de otro modo te llevare a mi cama y te cojere, pero antes de eso quiero hablar contigo.
- ¡No voy a acostarme contigo!
-No me grites –Dije, dejándole bien en claro quién era el mayor con autoridad entre los dos. Porque, aunque sea muy molesto, soy yo. Y no voy a seguir dejándola pasar ese límite.
Me hace caso, o hago las cosas a mi manera.
Kim se dejó caer con pesadez en el sofá, cruzando sus brazos frente a su pecho, tomando la misma actitud que en el carro rumbo a la casa.
Tan hermosamente infantil.
-Kimi, ¿Tu de verdad crees que vas a salir libre de aquí? Yo esta noche te cojo, porque sí.
Kim alzo su vista, mirando con su típica carita de niña inocente, y con un puchero tan molesto que solo me provocaba una erección.
Seh... sin duda no va a salir libre de aquí. Y que me siga tentando con esas caras, no ayuda para nada con que sea bueno con ella.
La voy a partir en dos.
-Haz las cosas fáciles, y coopera. Por tu bien...
-Tú no puedes obligarme a nada.
-No tengo que obligarte a hacer nada. Fácilmente tu cuerpo me pide que te toque con solo ver como aprietas los muslos por lo mojada que estas.
Los cachetes de Kim se tornaron un rojo intenso, y con vergüenza aparto su vista hacia otro lado, totalmente lejos de mí.
Sonreí.
-Entonces...
Me senté, llevando un pie hacia mi rodilla, relajándome completamente en el sillón individual. Entrelazando mis manos sobre mi pelvis...
- ¿Hablas... o te cojo?
Kim rodo los ojos, con un débil intento de querer superar la situación, pero obvio, no pudo. La debilito con mi presencia, y por mucho que lo intente esconder, sé que no quiere apartarse de mí.
- ¿Qué quieres que te diga? –susurro, ya rindiéndose al fin.
-Hm, porque no empiezas por aclararme en ¿Qué hacías tú en ese club, con un vestido corto y bailando sola?
-DISSSCULPA, Primero. No tengo ningún grillete en el pie, yo puedo hacer lo que se me pegue la gana, a la hora que me dé la gana –Se sentó derecha, aclarándome sus inmaduros puntos mientras movía su mano de manera exagerada y graciosa, cosa que siempre ha hecho cuando se siente ofendida.
Re tierno, la verdad.
-Segundo, No tengo porque darte explicaciones. ¡ES MAS!. Pana, yo ni siquiera tengo que estar hablando contigo, ni aclararte nada. Así que hazme el favor y me llevas a mi casa o llamo a la policía y les digo que me secuestraste.
-Dale, llama a quien tú quieras. Quiero ver como llamas a la policía con señal de telepatía, porque teléfono no tienes, ni te pienso dar.
Editado: 31.03.2020