Prófugos del pasado.

Dos.

Azael

Ayer, gracias al cielo, pude meter todas mis cosas dentro de la casa antes de que comenzara a llover, sí, tuve razón, siempre la tengo.

Aunque en realidad no fue nada fácil, nunca pensé que de verdad poseyera demasiadas cosas, pero así es.

Apenas terminé de acomodar cajas, me fui a duchar y pedí pizza para cenar, luego de haber quedado satisfecho, me fui a dormir, estaba demasiado cansado y necesitaba recuperar fuerzas ya que hoy sería un largo día.

Definitivamente lo sería, hoy tengo que acomodar los muebles de la cocina, la sala, llevar unas cuantas cajas al ático, acomodar mi ropa en el closet, desempacar los utensilios de cocina, creo que me llevará toda la mañana y parte de la tarde.

 

Seis horas más tarde había terminado, al fin. De haber sabido todo el cansancio que conlleva mudarse, habría reconsiderado no mudarme tan rápido, pero a la misma vez el ver que prácticamente ya me había acomodado, me hacía sentir que esta fue la mejor decisión que he tomado en mis 20 años de vida.

Me había quedado en el sofá mirando a la nada cuando mi estómago comenzó a pedir atención, rayos, eran la 1:30 de la tarde, con razón tengo hambre. Me dirigí a la cocina y noté que no tenía nada para comer, genial, debía ir al supermercado por provisiones, mucha, diría yo, por lo que subí rápidamente a mi habitación, recogí las llaves, mi celular y mi billetera, cuando iba bajando las escaleras, alguien tocó el timbre, solo me falta que alguna señora coqueta haya decidido venir a darme algún tipo de bienvenida, no estoy de humor para soportar señoras dándome miradas picaras, queriendo que sea su sugar baby, o algo así, pensé.

 

En cuanto abrí la puerta, noté que no era alguna señora, sino un señor, diantres, solo me faltaba que crean que soy gay, pensé, haciendo una mueca.

 

El señor tosió falsamente, llamando mi atención, él al ver que yo no decía palabra alguna, empezó a hablar.

 

  • Buenas, mi nombre es Roger Styles, soy funcionario de la empresa, Mudanzas al Instante, ¿es usted el señor Azael Harrison? – dijo mientras me observaba minuciosamente.

  • Sí – dije adoptando una postura más seria.

  • Verá, señor Harrison, he venido a entregarle su auto, y a disculparme por el atraso, sé que debió llegar junto con sus muebles, pero en la aduana se pusieron algo reacios a dejar pasar su auto, según ellos, es un auto muy caro para alguien de su edad, pero afortunadamente, pude negociar con ellos. – dijo el tal Roger con un tono que detecté como arrogancia.  

  • Pues muchas gracias, señor. – dije con un asentimiento de cabeza.

El hombre me miró con el ceño fruncido y dijo:

  • ¿Gracias? ¿no cree que merezco algo más que un simple gracias? Para que sepa, bien pude haber dejado su auto en la aduana, y llamarlo para decirle que no pude hacer nada para impedir que se lo dejaran, pero claro, no lo hice, y solo obtengo unas gracias de su parte, eso es algo egoísta de su parte. – dijo mirándome con enojo.

Yo solo observaba al tipo, pensando en mil maneras de colgarlo de la pared, de verdad que era un sinvergüenza descarado, y tipos de esta clase, agotaban mi paciencia.

  • Vea señor Styles, usted está acabando con mi paciencia, así que le sugiero que de media vuelta y se vaya por donde vino sin decir una palabra más – dije acercándome al sujeto a la vez que lo tomaba por el cuello de la camisa -   debe saber que soy una persona tolerante hasta cierto punto, y el hecho de que le haya pagado un monto considerable antes de mudarme por el cuidado mis bienes, debió haber bastado para cubrir cualquier problema que se haya presentado, y las gracias que le di hace unos minutos, fueron un extra que pocas veces sale de mí, por lo que  usted debió darme mis llaves y haberse marchado hace 5 minutos, ¿entendió? – le sonreí amenazadoramente.

 

  • S…s…sí – dijo el pobre hombre tartamudeando.


 

  • De acuerdo – le sonreí mientras lo soltaba- ahora, puede darme mis llaves y marcharse de aquí cuanto antes.


 

El tal Roger, me dio las llaves con manos temblorosas y se apresuró a subirse al auto de su compañero y se marchó.

 

Solo rodé los ojos, y cerré la puerta de la casa, desactivé el seguro de mi precioso jeep y me dirigí al supermercado.  Yo la verdad no suelo ser agresivo, a menos de que en serio me fastidien la existencia, pero siendo realistas, esta vez no fui tan rudo, ese sujeto de asustó por nada, ¿no?



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En el texto hay: pasado oscuro, aventuras y peleas, romance y secretos

Editado: 23.12.2018

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