Nerviosa miro a todas las personas que me rodean, cada una de ellas contando como sus exesposos la maltrataban física, verbal y otras sexualmente. Escuchar cada una de sus historias me eriza la piel y me hace cuestionarme si el mundo en el que vivimos está podrido en su totalidad, pero, aunque este muriendo por dentro con cada desgarradora historia me mantengo firme escuchando todo, porque a pesar de todo, Nos parecemos todas. Porque a pesar de todo lo que están contando y lo que sintieron me hace saber que no fui yo quien buscó maltrato, no fui yo. Muchas veces me encerré en que yo será la única cuando no es así.
No soy la única.
Me siento identificado con cada cosa que cuentan. A muchas las chantajean con sus hijos. Sus desgarradoras historias parten mi alma. Algunas tan parecidas a la mía y otras tan fuertes que me hacen sentir horrible, pero luego escucho como quieren superarse y deja atrás a sus maltratadores.
—Él no es mi pareja, yo no soy la que hace las cosas mal, no soy yo que estoy mal. Él es un maltratador y le gusta pagar los platos rotos conmigo. Duré mucho tiempo pensando que la que estaba mal era yo, tardé en darme cuenta de que no, de que solo era una más del montón de mujeres que sufren violencia doméstica—narra la mujer bañada en lágrimas—decidí que ya era suficiente, que necesitaba un cambio. Fue difícil, pensé que me iban a juzgar, que nadie creería en mí, que solo sería rechazada, pero estaba muy equivocada. Mi familia me ayudó, ahora soy una mujer nueva.
>> No voy a mentir, fue difícil el proceso por el cual pase, pero ahora estoy feliz, me casé con un hombre maravilloso que me comprende y me trata como lo que soy; una mujer. Soy feliz, nunca pensé que iba a serlo, tengo dos hijos y todos los días agradezco a todos por el apoyo que me brindaron y las fuerzas que me dieron para dejar atrás el dolor. Porque al final del túnel si hay una luz que brilla, solo que muchas veces nos rendimos antes de llegar a ella—ella se sienta y una lluvia de aplausos llegan.
Desde que llegué todas me recibieron bien. Nos dieron una charla sobre cómo es un hombre violento y cuáles son sus características. Benjamín destaca en cada una de ellas. Todas y cada una de esas características parecen estar hechas específicamente pensando en él. Benjamín es un hombre violento.
Estar rodeado de personas que quieren cambiarme hace sentir que lo puedo lograr, que algún día puedo salir del infierno que es mi vida, que no todo está perdido. Una lágrima de orgullo baja por mi mejilla, por fin estoy haciendo lo que debía haber hecho hace tiempo. No voy a esperar un príncipe azul, yo será mi propio héroe, haré lo que debo por mi vida.
Los primeros días no hablaba con nadie, muchas veces escapé apenas puse un pie en este lugar, porque me aterraba descubrir que la que estaba mal era yo o que me iban a juzgar, pero no es así. Las mujeres de este lugar son dignas de admirar por todo lo que han pasado, pero sobre todo por la sonrisa que aun luego de muchas lágrimas y dolor, permanece en sus rostros. Eso es lo más admirable que he visto en mi vida.
—Como ella, ustedes también pueden lograrlo—dice la chica que invitó a la mujer—tienen que luchar porque ninguna mujer merece ser maltratada, debemos aprender a defender el derecho que tenemos a ser respetadas, a ser tratadas con dignidad y no dejarnos caer. Busquen ese valor dentro de ustedes porque estoy seguro de que hay una llama en cada una de las presentes que quiere hacer arder todo a su paso. Una voz que quiere ser escuchada, no quiero que la silencien, griten y saquen eso que llevan dentro—ella continúa hablando, pero mi mente se desconecta por completo de mi cuerpo.
Cuando termina la charla siento que fue muy poco tiempo, pero me despido educadamente de algunos y miro mi celular que tiene tres llamadas perdidas de Benjamín. Mi vello se eriza, pero trato de calmarme. Suspirando llamo un taxi para que me pase a buscar.
Al llegar al infierno me siento pálida, tengo miedo. ¿Y si Benjamín sabe dónde estuve? No quiero imaginar que es capaz de hacer por lo que me muerdo los labios y entra. Hay dos maletas en la sala lo que me hace fruncir el ceño.
—Ya llegaste puta—me dice con una sonrisa—voy a estar de viaje durante un mes o dos—me dice—cuidado con lo que haces mientras estoy fuera, cuidado con los que haces zorrita, porque tengo ojos y oídos en todos lados— se acerca hasta lame mi cuello—te quiero como siempre, así que ándate con cuidado—besa mi cuello y se aleja—por fin estaráé lejos de ti, ya me tienes harto y lo mejor es que voy a disfrutar de mujeres mejores que tú. No sirves para nada, no me haces sentir, eres una zorra muy pretenciosa—me dice sonriente, toma las maletas y sale.
Sé que sus palabras no deberían de dolerme, pero lo hacen. Me hace sentir menos que él, no me quiero sentir así. Una lágrima baja, pero la limpia. Ya decidiste cambiar allen, no echas para atrás, debes mantenerte fiel a tu postura.
Resoplandándome pongo de pie para cerrar la puerta. Ya cerrada voy a mi habitación y me quito la ropa para darme una relajante ducha, me siento ofuscada.
Cuando ya estoy limpia el timbre suena, me coloco un vestido de tirantes que me llega más debajo de las rodillas. Mi cabello esta mojado asi que va suelto y mis pies descalzos. Abro la puerta y mis ojos se abren al ver la figura de Jasper en mi puerta. Nos quedamos ambos en silencio.
Puedo recordar el picor que sus labios dejaron en los míos en tan solo un roce, sé que él no tiene la culpa, pero me siento confusa luego de eso. Necesito mi espacio para reorganizar mis ideas y con él cerca no puedo lograrlo. Jasper me mira con sus ojos grises queriendo penetrar y descubrir más de mí, esos ojos que parecen atravesar sin pedir permiso todo. Eso me asusta y mucho.
No recuerdo la última vez en la que un hombre me ha desarmado y temo totalmente a lo desconocido. Porque hay una voz grabándome que todo está mal, hay otra que es molesta porque asegura que Jasper solo quiere jugar conmigo. Mientras más pienso, más me aterra todo lo que me pasa con él.
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Editado: 09.12.2024