Entro despacio en el gran despacho de Eva Lewis. Ella levanta la vista de su pedido para regalarme una sonrisa maternal que me hace sentir mejor. Estoy nervioso por lo que le diré y espero que ella me ayude.
Durante el tiempo que tengo trabajando en este lugar, nunca le he pedido nada. En primer lugar, porque nunca me atrevo, me da mucha vergüenza y no quiero que una de las personas que más admirador crea que estoy abusando de la confianza que me da. Ese sentimiento de querer que ella vea la mejor parte de mí siempre aparece cuando Eva está cerca. Ella fue la primera persona en confiar en mis capacidades, otras empresas me negaron un espacio para trabajar, pero Eva no. Ella me dio la oportunidad no solo de trabajar, sino también de aprender de ella.
—A qué se debe tu visita Allen?—me pregunta prestándome atención, por lo que deja de lado los documentos sobre la mesa y me regala una pequeña sonrisa.
—Bueno, yo necesito un favor—le digo respirando hondo, ella me mira con curiosidad viéndose sorprendida de mis palabras.
—¿Cuál?—sus ojos me analizan.
—Necesito el dinero extra que me gané por los diseños junto a su hijo—le digo sin titubear por primera vez—sé que falta una semana para que lo depositen, pero lo necesito ahora, por favor—ella sonríe. Parece que está sorprendida, pero encantada con lo que está saliendo de mis labios. Mientras ella está así yo siento que mi corazón tarde enloquecido por lo que estoy diciendo.
—Claro, te lo deposito ahora mismo—respiro con alivio—hoy es tu día libre, anda, ve a divertirte—me dice con una sonrisa—me gusta la Allen que estoy viendo nacer, me gusta—una pequeña sonrisa aparece en mis labios .
—De verdad, muchas gracias—me levanto un poco más confiada—gracias—le digo para salir de la oficina. Me encuentro a Raisa parada frente a mí con una sonrisa extendida en el rostro.
—Diseñadora y su gusto por la moda es horrible—me dice. La ignoraro hasta que su mano me agarra con fuerza—¿en qué país está Jasper?—me pregunta y me acobardo.
—No lo sé—ella me suelta mirándome cono si fuese una basura. Trago en seco cuando sus hace una mueca de asco hacia mí.
—Me entero de que mientes y puedes despedirte de su maldito empleo mosquito muerta, no me agradas para nada. Yo que tú me cuido y cuido bien mi puesto aquí. Jasper y yo volveremos y lo primero que haré será sacarte de aquí, verte me causa asco y repulsión—ella se marcha mientras yo trago en seco, me alejo respirando mejor cuando sé que no la tengo cerca de mí.
Ha pasado un mes desde que Jasper se marchó con Benjamín y mi cambio ha sido un poco notorio. Veo diario a una psiquiatra ya que Benjamín no está y me gustan los resultados que estoy obteniendo. Ya no estoy sintiendo ese miedo que me carcomía cuando cualquier hombre se me acercaba. Me siento con más confianza sobre mí misma. Sé que apenas estamos iniciando y que tengo un camino enrome el cual atraviesa porque hay mucho daño en mí, hay muchas cosas que duelen y seguirán doliendo.
Mi psiquiatra es muy buena y me ayuda. Aunque el tema más difícil es tocar las violaciones. Todavía no terminó de contarle todo, paso a paso. Aunque muchos crean que mis pasos son pocos, para mí se siente dar pasos enormes porque por fin me estoy atreviendo. Ya di el primer paso en buscar ayuda, ahora sé que puedo dar todos los pasos que necesito hasta lograr lo que me propongo.
Mi teléfono vibra y esa es la señal del dinero en mi cuenta.
Subo a mi coche y mis manos tiemblan nerviosas. Conduzco sabiendo a donde voy a ir ya a pesar de tener miedo, debo hacer esto.
Cuando Benjamín volvió no va a encontrar a la misma mujer que maltrataba, violaba y destruía. Yo voy a cambiar las reglas de este infierno, de esta condena que pago sin razón. Él me dijo que estaría dos meses más fuera y eso me ayuda. Tengo más tiempo para mejorar y ponerle fin al ciclo en el que he vivido.
Me siento con más confianza sobre mí misma, estoy descubriendo gracias al grupo de ayuda, Diana y mi psiquiatra que valgo más de lo que Benjamín me creyó, yo valgo mucho más.
Ellos me han hecho entender que yo no provocaba que él me golpee. Benjamín es un maltratador, alguien a quien simplemente le satisface tenerme como su saco de boxeo y ya no más. Pienso ponerle un alto definitivo a todo esto.
Años, son años en lo que sufrió en silencio. Pienso recurrir a todo para ponerlo tras las rejas a ese maldito hombre. Él solo llegó a mi vida para cambiar todo lo colorido que tenía a solo blanco y negro. Sécarme como a una rosa. Lo odio, lo odio.
No me doy cuenta de que una lágrima baja por mi mejilla hasta que me detengo frente a un semáforo y toco mi rostro, respiro hondo tratando de calmarme.
¿Podré mejorar mucho en tres meses? No lo sé, pero estoy poniendo de mi parte para que todo funcione y salga de este atajo.
Ninguna mujer debe sufrir violencia doméstica ni abuso sexual. Es tu pareja, sí, pero cuando dices NO es un NO. Si tu pareja no le importa eso es violación, no importa nada, es violación porque fue en contra de lo que querías, de tu voluntad.
Llegué a creer que era normal, pero no lo es, es violación y mi psiquiatra me ayudó a comprenderlo. No la necesito porque estoy loca, la necesito porque ella se especializó para ayudar a personas como yo.
Muchas mujeres no recurren a buscar ayuda por temor a como la cataloguen. Yo tengo miedo cuando la bomba explota, pero prefiero que me cataloguen a seguir sufriendo abusos y golpes. No quiero eso para mi vida.
Llego al lugar y mis ojos se inundan de lágrimas. Bajo y camino en el pequeño jardín, suspiro con nervios y toco el timbre antes de que me arrepienta y salga corriendo de aquí. Escucho pasos antes de que la puerta se abra y una figura que conozco bien aparece frente a mí. Sus ojos se llenan de lágrimas y yo siento mis mejillas mojadas. Sus ojos del mismo color de los míos me miran con una tristeza que también tiene rastros de felicidad y emoción. Su cabello va recogido en un moño y lleva un delantal lo que me da a entender que estaba cocinando.
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Editado: 09.12.2024