—Eso es todo por hoy—me levanto viendo como Carla, secretaria de mi psiquiatra Antonella, entra anunciando que mi turno del día ha terminado—has mejorado mucho Allen, me gusta mucho esa vibra de confianza que veo en ti—habla Antonella y me da una sonrisa amigable.
Sí es verdad. De a poco estoy recuperando mi confianza. ¿Es difícil? Por supuesto que lo es, después de todo Benjamín acabó con mi autoestima y es difícil volver a tenerla. Hay momentos donde me siento como una basura y recuerdo todas las veces que me hizo sentir insignificante a su lado. Todas las veces que me hizo sentir como una idiota que ni en la cama podía complacerlo. Es muy difícil después de tanta violencia verbal, psicológica y física que mantuvo sobre mí.
Pero cada vez que esos momentos de angustia y dolor llegan, trato de recordarme que no fue mi culpa, trato de buscar las cosas buenas que hay en mí, aunque eso es difícil cuando hasta yo misma me detesto, pero estoy tratando de recordar lo que era amarme. De a poco voy buscando cualidades que me gustan de mí, como es el empeño que le pongo a lo que hago o la pasión con la cual trabajo, son detalles que antes no notaba, pero gracias a la ayuda que estoy recibiendo ahora de a poco Voy reconociéndolas.
Han pasado tres meses. Voy al grupo de ayuda siempre y me siento reconfortante. Poco a poco me siento como una mujer diferente. Hice muchas amigas allí que han pasado por lo mismo que yo y aun así no pierden esa sonrisa que las hacen ver como unas auténticas luchadoras.
Mi miedo a los hombres se ha reducido. Estoy poniendo todo de mi parte para ser la persona que antes era. Estoy poniendo todo, no niego que el tormento y el miedo a veces me presionan, pero Antonella me ha dado unos consejos para cuando eso suceda. Estoy tratando de recuperar a la persona que estaba dejando morir.
—Gracias—le digo con una sonrisa.
—Sabes que debes contarme en nuestro próximo encuentro eso que más te atormenta—miro a otro lado y lamo mis labios.
—Comprendo—ella se acerca y me abraza.
—Eres una chica estupenda Allen—me mira a los ojos—créetelo por favor—besa mi frente y se aleja—ahora debo atender más pacientes. Necesito que te cuides y no dejes que los pensamientos negativos te hagan sentir prisionera—me arreglo el abrigo que traigo.
—Hasta la próxima semana Antonella—ella me da una gran sonrisa.
—Hasta pronto—salgo de su consultorio sintiéndome más tranquila. Me ayuda mucho hablar con ella.
Sintiéndome más tranquila conduzco para la empresa. Una sonrisa de tranquilidad se posa en mis labios. En tres meses estoy más pacífica y más positiva. Eso se debe a que ahora voy tres veces por semana con mi psiquiatra.
Estoy agradecida de que existan personas con la capacidad suficiente como para ayudar a personas como yo. Bajo del coche y subo al despacho que comparto con Diana. Luego de que Jasper se haya marchado ya solo falló un mes y terminó los detalles que faltaban.
—Volviste—Diana me regala una sonrisa y sus ojos están inundados de emoción lo que me hace enarcar una ceja—¿Cómo te fue?—pregunta mientras aparta unas imágenes.
—Me fue bien, cada vez que hablo sobre lo que pasó y Antonella me escucha y me habla, me siento más tranquila. No es fácil, no siempre puedo desahogarme porque a veces siento vergüenza y miedo, pero ella es muy comprensiva—Diana se levanta y me abraza.
—Me tienes aquí Allen, no tengo idea del tormento en el cual vives, pero recuerda que me tienes a tu lado. Lamento no haber sido más fuerte por las dos y presionarte a dejar a ese hombre antes, pero también recuerdo tu miedo, tu miedo me paralizaba porque no sé qué alcances tenga ese hombre—me separo con suavidad de su cuerpo y limpio la lagrima que se se desliza por su rostro. Ella me regala una sonrisa temblorosa.
—Con que estés justo ahora apoyándome, eso ya te hace ser la mejor amiga, Diana—ella sonríe negando.
—Gracias Allen—simplemente sonrío. La veo alejarse y suspirar. Su atuendo es más bonito que de costumbre y tiene en los ojos un brillo inusual.
—Me pierdo de algo?—pregunto y ella sonríe risueña.
—Tengo una cita, pero estoy nervioso—cubro mis labios de manera dramática. Ella ríe de mi acción y me abraza con fuerza.
—¿Cómo es él?—pregunto con curiosidad.
—Dios Allen. Tuvimos ya tres citas y en la última me besó. Fue indescriptible lo que sentí, mis labios nunca se han sentido tan familiares contra otros. Mi corazón latió como loco, estuve eufórica y después del beso aún sentía ese cosquilleo en ellos—le sonrío un poco incómodo y ella lo nota—lo siento Allen—suspiro y muerdo mis labios.
—Antes de irse—dudo si continuar, pero Diana es mi mejor amiga y nunca sería capaz de hacer algo que me pueda poner en riesgo—antes de irse él me besó—le digo despacio ella me mira confusa y suspiro—Jasper me besó antes de irse al viaje con Benjamín—ella abre los ojos ahora con bastante sorpresa.
—Dios mío, Allen—dice en un jadeo—cuéntame todo—lamo mis labios en señal de nerviosismo. Recordarlo es como hacer más real lo que pasó ese día, no sé cuán reales fueron sus palabras y ese beso, pero se han grabado con fuego en mi mente.
—Estaba en casa y él fue, habló de amar a alguien que resultaba ser yo y se iba para olvidarme—miro a otro lugar—antes de él irse me besó—término de decir y recordarlo hace que todavía sienta ese picor extraño en mis labios y la manera en la que sus ojos me vieron en ese momento, con tanto amor y cariño.
— ¿Cómo se sintió Allen?—pregunta con una sonrisa extraña, me abrazo a mí misma sin saber cómo responder a esa pregunta.
—Yo... no lo sé—suspiro sentándome—solo fue extraño. Me sentí diferente—juego con mis manos—y luego sentí un picor extraño en ellos—la miro a los ojos—no sé qué me pasó—ella me abraza.
—Creo que te gusta él, Allen—niego rápidamente apartándome para mirarla, no puedo imaginar algo así.
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Editado: 09.12.2024