Lo que parecía ser una ilusión del cuerpo de mi mejor amigo fallecido se sentó con total tranquilidad, el salón estaba dividido en tres filas de bancos y nosotros estábamos en la mitad de la fila de en medio, por detrás había tres bancos y por delante otros tres. Pero a pesar de que él hiciera eso yo no podía.
–Ya siéntate –dijo como si lo estuviera haciendo pasar vergüenza. Escuchar su voz de vuelta hizo que los músculos de mi cuerpo se desbloquearan y procedí a obedecerle, después de hacerlo me quedé mirándolo y Julián hizo lo mismo–. ¿Ahora me dirás porque estas actuando tan raro?
Realmente no sé porque lo hice pero sin duda iba en contra de mi naturaleza normal, me incliné un poco hacia adelante y sin previo aviso abracé a mi mejor amigo. Jamás me imaginaria a mi haciendo algo así y menos con él, y ahí estaba haciéndolo e incluso mis brazos se cerraron a su alrededor con más fuerza de la que imaginé. Como si subconscientemente quisiera comprobar que no se trataba de una ilusión, un fantasma o algo así.
Y para arruinarme todavía más mi existencia también hablé sin pensar, y cuando me di cuenta que lo hacía de todas formas no me detuve. –Yo escuché el disparo, estuvo mal lo que hice y lo sé. Solo corrí, pero per…
–Ya está, todo pasó. –Pensé que me devolvería el abrazo pero no lo hizo, eso me resultó extraño porque tenía una gran oportunidad entregada en bandeja. Cuando me separé de él fue que vi que sus brazos habían quedado atrapados debajo de los míos, Julián continuó–. Ahora, si quieres, cuéntame lo que sucedió. Es muy raro que te pongas así.
A pesar de que me doliera forcé mi mente a recordar lo que sucedió ayer, me costó un poco sacar los recuerdos y eso me pareció extraño porque hasta hace rato no dejaba de torturarme con aquella situación. –¿Recuerdas cuando saliste de la reunión del consejo ayer?
–Sí, obvio que lo recuerdo. Me estabas esperando en la plaza de enfrente, adelantando la tarea de programación.
Nuestra conversación se vio interrumpida por el profesor de filosofía, y fue entonces que me di cuenta que éramos el vergonzoso centro de atención de todos en el curso. –Por favor alumnos, dejen de hablar –indicó con todo el peso de sus ojos sobre nosotros, acto seguido pasó a mirar a todo el curso–. Quiero que hagan todas las actividades de la página ciento veinte ¿entendieron?
Después de decir eso el profesor fue a su escritorio para quedarse revisando algunas cosas en su laptop, todos los alumnos bajamos la cabeza para observar el libro PDF en nuestras tablets. La voz de Julián me llegó por un costado. –Solo susurra –me pidió a la par que hacía justo eso.
Asentí con la cabeza y proseguí. –Entonces como siempre me acompañaste a mi casa, pero un hombre nos asaltó y… te disparó. Me defendiste y me dijiste que corra así que eso hice.
Él se notaba mucho más concentrando en lo que le decía que en la tarea, como suele ser su costumbre. –Ya veo. –Le tomó un segundo procesar todo antes de hacer otra pregunta–. ¿Algo más?
–No. –Claro que ni loco iba a contarle que llegué llorando a casa e incluso me dormí llorando, solo se aprovecharía de esa información para burlarse después.
Antes de que pudiera escuchar lo que tenía para decir Julián, el profesor nos interrumpió una vez más, solo que esta vez habló desde la comodidad de su asiento que tenía una taza de café al lado. –Clase, tienen quince minutos para terminar las actividades. –Hubieron algunos sonidos de queja pero nada más.
Debido a eso fue que las palabras del chico de pelo rojo natural a mi lado cambiaron. –Bueno, tú haz el punto uno, dos y tres y yo hago el cuatro y cinco.
Lo normal sería que fuera al revés, voluntariamente siempre se ofrece él a hacer de más en las tareas. Decidí dejarlo pasar por esta vez y no dije nada, en cambio miré mi tablet y comencé a hacer la tarea. Siempre solemos trabajar de esta forma, sea obligatorio o no, nos dividimos las consignas y cada uno hace una parte que luego complementa con la del otro. Somos un buen dúo y eso lo hace todavía más fácil.
Estaba leyendo el texto de la página a la par que buscaba la respuesta a la pregunta cuando la voz de mi mejor amigo volvió a sonar en un tono bajo a mi lado. –Ahora te contaré como fue que pasaron las cosas –me hablaba sin despejar la vista de sus consignas, él es bueno haciendo más de una cosa a la vez–. Como dijiste, ayer te acompañé a tu casa y no nos topamos con ningún hombre armado. Cuando regresaba a mi casa sí me topé con una persona algo sospechosa así que tomé otro camino y fui corriendo, después llegué a mi casa e hice lo que siempre suelo hacer. Hoy mi alarma no sonó así que me desperté algo tarde y por eso me demoré en llegar.
A medida que me iba relatando todo dejé de hacer mi parte de la tarea <¿Cómo podían ser tan diferentes ambas versiones de los hechos? Yo no me estoy volviendo loco, fue muy real lo que pasó, lo sentí, lo viví> tenia los sonidos del arma y la sensación acelerada y preocupada de mi cuerpo aun palpable.
–Ya estoy en el último punto, esto no está muy difícil ¿Tu cómo vas? ¿Necesitas ayuda?
Esas palabras de Julián me sacaron de mis pensamientos. –¿Qué? Ah sí, voy bien. Ya casi termino.
–Apúrate que todavía nos lo tenemos que pasar y copiar.
La entrada del colegio es a las 8:00 AM pero lo ideal es que todos los alumnos estén presentes desde las 7:40 ya, desde ahí las clases se extienden hasta las 13:00 pm como muy temprano, y hoy era uno de esos días. Aproveché todas las clases y recreos para observar y analizar a mi mejor amigo, yo no estaba loco, era muy real lo que pasó pero aun así algo estaba mal porque él estaba vivo (cosa que igual agradezco).
Pero era como si el universo me quisiera hacer creer otra cosa, en personalidad seguía siendo exactamente el mismo, sus actitudes tampoco habían cambiado, la forma en la que se relacionaba con otras personas como Iris también seguía igual. Incluso le pedí que me mostrara la palma de su mano y no había ninguna cicatriz, cuando alguien muere el Estado le retira su chip de identificación que instalan ahí cuando son bebes.
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Editado: 20.03.2024