Estaba atónito, en un primer momento me planteé reaccionar de la misma forma en la que Julián lo hizo dentro del colectivo, solo que a diferencia suya yo si tengo un mayor autocontrol y este no era el tiempo y lugar para hacer eso. Así que me controlé y dejé que todo siguiera su curso.
–¿Qué es lo primero que quieren hacer hoy? –preguntó Micaela.
–Tenía pensado que vayamos a tomar un helado ¿Qué les parece? – contestó mi mejor amigo casi al instante, muy alegre a comparación de antes. Similar a un par de relojes sincronizados, las dos amigas asintieron afirmativamente a la par.
Como yo terminé siendo el único que no respondió los demás comenzaron a mirarme, pensé que las cosas se hacían con voto de la mayoría pero al parecer también necesitaban conocer mi opinión. –¿A ti que te parece Noah?
Aunque sabía que tenía que controlarme de todas formas me molestaba un poco lidiar con ese cambio tan abrupto en las emociones de mi mejor amigo. –Ah, me da igual. Me parece bien –contesté siendo vago adrede.
Quizás ignorando mi tono sin darse cuenta, o apropósito, a Julián le bastó con eso. –Entonces en marcha. –Levantó su brazo en alto y señaló con su dedo índice la heladería que estaba frente a la plaza.
Todos empezamos a movernos hacia el Grido más cercano, ya que estábamos en el centro de la ciudad teníamos todo bastante cerca, y de por si Grido tenía muchas sucursales por toda la ciudad. Para hacerse una idea la Plaza Nueve de Julio a su alrededor tenía lugares muy importantes como: el cabildo, la catedral, el Museo de Arqueología de Alta Montaña, el centro cultural y el teatro de la provincia.
Por suerte para la hora en la que vinimos no había mucha gente, solo que si había que ser inteligente para esquivar a los molestos vendedores ambulantes que no entienden un “no gracias” por respuesta.
En el recorrido pasamos frente a un gran número de palomas, y a los costados vendedores de pochoclos y maíz, en frente mi mejor amigo hablaba con Micaela sobre alguna tontería. Al lado de ellos dos se encontraba Iris y por detrás de los tres me quedaba yo, aun procesando todo lo que había ocurrido.
Ahí fue cuando quise aprovechar que Julián y Micaela estaban en la suya para tocar el hombro de Iris y hablarle también. –Oye –le susurré para llamar su atención.
–Noah. –Me miró algo energética y alegre–. ¿Qué pasa? –Su piel era muy pálida con mejillas rojas y su cabello de un rubio sucio.
–Intenta no hablar tan fuerte –agregué.
–Ah, perdón. –Cambió su volumen a uno más parecido al mío, como si me estuviera siguiendo una especie de chiste o algo–. ¿Qué quieres secretear?
Fui directo al grano. –Tengo que hacerte una pregunta importante. –Tomé aire y lo solté sin rodeos–. En esta última semana ¿has notado a Julián actuar raro o fuera de lo normal?
Ella se quedó pensando unos segundos la respuesta, y eso provocó una chispa de esperanza a mí alrededor, era posible que hubiera notado algo como yo y solo lo hubiera ignorado aunque ahora que yo se lo recalcaba esa incertidumbre despertaría. Pero su respuesta me decepcionó. –No noté que haya actuado diferente de cómo es siempre. La última vez que si lo vi actuar raro fue hace unos meses, pero después de eso nada.
Yo también recordaba eso, hasta hace un mes y pocas semanas mi mejor amigo había estado actuando muy fuera de sí. Es algo difícil y largo de explicar pero era como si ya no fuera él mismo, algo lo estaba carcomiendo por dentro, se separó de todo el mundo para concentrarse en algo ajeno a todos nosotros y a su vida diaria. Pero como después ya había vuelto a la normalidad no había pensado en eso, hasta ahora <¿Sera que eso mismo está volviendo a pasarle? Pero entonces Micaela e Iris si lo notarían también, puede ser algo diferente pero que tenga relación entonces>.
Pero eso también significaría que lo que hice la última vez fue medio en vano. Después de que todo su círculo cercano se preocupó e intentaron averiguar que lo distraía tanto de la vida, se rindieron al no obtener respuestas. Así que como última salida yo lo confronté, tuve una larga charla con él y luego de eso se suponía que había vuelto a la normalidad.
–Estem… ¿sabes algo Noah? No te enojes, pero creo que tú estuviste comenzando a actuar algo raro últimamente.
Escuchar eso me descolocó de mis casillas <¿Yo? ¿Actuando raro? ¿Acaso no ves que lo raro está pasando justo frente a tus ojos?> tenía ganas de decirle algo así pero me contuve, tal vez no lo notaban por qué no son tan cercanas a él como yo. En cambio, le contesté otra cosa. –¿En serio? –Fingí algo de confusión–. ¿Por qué lo dices?
Las palabras se formaron en sus labios aunque fueron interrumpidas por Julián. –Oigan ustedes dos, no seas asociales ¿Por qué no se unen a nuestra conversación? ¿O de que están hablando ustedes dos tortolos?
Iris dejó de lado todo lo que estaba a punto de decirme y aceptó la oferta de mi mejor amigo, por lo que sin más remedio de igual manera me uní para hablar de otro tema. Así aprovechaba también y despejaba las sospechas de que estaba actuando “raro” como decía ella.
Luego de eso cruzamos la calle y llegamos a la heladería, por suerte no se encontraba una fila muy larga, por lo que nos pudieron atender rápido. Cada uno pidió su helado, pero yo fui el que más dinero gastó pidiendo uno de cuatro bochas con baño de chocolate y todo lo que se le pudiera agregar, si vas a hacer algo hay que hacerlo bien.
–¿Qué planeas hacer ahora que tenemos nuestros helados? –le preguntó la chica pálida a Julián.
Mi mejor amigo dejó de lamer el helado por un segundo, parecía como si se le hubiera caído una idea. –Sinceramente no lo sé, no organicé nada tan a futuro ¿ustedes que quieren hacer?
Micaela clavó sus ojos en mí. –¿Tú quieres hacer algo en especial Noah? –Negué con la cabeza–. Eh, yo estoy bien con lo que sea. –Ya tenía que enfrentarme al enorme helado que pedí y no podría concentrarme mucho en otra cosa de momento.
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Editado: 20.03.2024