Sin darse cuenta Basil estaba tan agotado que terminó por dormirse otra vez, no tenía mucho más que hacer con todo el sueño que cargaba, algunos intentos fallidos de escapar y una voz ronca de tanto gritar y suplicar para llamar la atención de un compañero que parecía nunca regresar.
Después de estar tanto tiempo formando parte de una pandilla sus sentidos se habían afinado un poco, su cuerpo se encendió al instante cuando escuchó el chillar de las bisagras, la puerta fue abierta otra vez. Del otro lado apareció de nuevo su compañero, que por algún motivo era mucho más musculoso y en forma de lo que recordaba. Tal era el caso que incluso pensaba que podría ganarle a Noah en una pelea, quien era el compañero más fuerte que conocía.
Esta vez su compañero de clase no vino con las manos vacías, entre su brazo cargaba un termo cerrado y en la mano un mate ya preparado. –[Pregunta]: ¿prefieres el mate dulce o no? –A la par que las palabras sin emociones salían el chico se acercó a la mesa, corrió las cosas e hizo espacio para colocar lo que traía.
Basil no dio una respuesta, se quedó acostado en la cama mirándolo con los ojos bien abiertos y muy confundido <¿Qué está haciendo? ¿Es algún tipo de extorsión? ¿O le colocó algún veneno o toxina al mate?> si, sin duda esa era una muy buena opción. Era demasiado probable que su compañero envenenara el mate y quisiera hacer que se lo tomara, y cuando se encuentre hundido en la desesperación y padeciendo los efectos del veneno lo sobornarían con la cura para que diera respuestas. Respuestas que no tenía.
El joven ex miembro de la pandilla cerró impotente sus manos en puños, se mordió el labio inferior y contuvo las ganas de llorar. –¡Ya te lo dije! ¡Yo no sé nada! En serio te lo digo, ojalá supiera que le pasó al Refulgente que liberé y tampoco era un alto rango de los Bajos.
Para su sorpresa su compañero lo estaba ignorando, despejando todos los juegos de cartas y libros para dejar vacía la mesa. Era demasiado idéntico a Julián, pero no parecía actuar como él, al menos no actuaba como Basil recordaba que lo hacía. Y eso fue lo que le dio una idea. –Por favor, por favor Julián. Somos compañeros de hace muchísimo tiempo. –El cautivo se movía entre las sábanas y la cama como un gusano que salió de debajo de la piel de alguien, agonizando–. No hablamos mucho pero debes conocerme aunque sea un poco ¡No te estoy mintiendo! No sé nada. –Tuvo que morderse con más fuerza para evitar llorar.
Realmente se arrepentía, pero al recordar su vida no había mucho que pudiera hacer. Desde que su difunta madre empezó a salir con ese miembro de los Bajos todo había ido en declive, y Basil en este momento creía poder ver el final de la caída y su cadáver estampado en las profundidades.
Después de haber suplicado no tuvo otra que quedarse callado, expectante por lo que ocurriría a continuación. Julián se había quedado mirándole y no fue hasta que pasaron unos segundos desde que se cayó que su compañero le habló. –[Confusión]: Nada de eso tiene que ver con la pregunta que te hice ¿podrías responder la pregunta?
Basil inhaló con fuerza <¿Qué pregunta?> entre su desesperación ya ni siquiera recordaba que le dijeron, por suerte su compañero que lo tenía cautivo pareció notar esa incertidumbre. –[Repetición]: ¿Tomas el mate con azúcar o no?
–¿Por qué me preguntas eso?
–[Respuesta]: No has comido nada y entre todos suponíamos que tendrías hambre. Y te necesitamos en buen estado.
<¿Suponíamos?> el cuerpo del cautivo se estremeció, la forma en que dijo eso le dio a entender que se trataba de muchas personas y eso solo le hizo temer más por su propia vida. Sentía que se le estaba escapando de las manos muy rápido. –¿Para qué me necesitan?
No obtuvo respuesta, en su lugar su compañero prefirió hablar con las acciones. Su rostro inexpresivo le dio la sensación a Basil, por algún motivo, de que esa pregunta le había fastidiado. Se acercó hacia la cama donde estaba y con sus fuertes brazos lo agarró desde la altura de los codos y las rodillas, por un momento la escena parecería la de un príncipe cargando a una princesa, si no fuera por el hecho de que uno estaba secuestrado y a punto de ser envenenado y el otro era su compañero miembro de una peligrosa pandilla.
Los brazos que lo cargaban y el pecho sobre el cual reposaba su cabeza le hubieran dado seguridad en otro contexto, pero ahora lo sentía como estar metiéndose en una cueva llena de depredadores hambrientos.
En comparación con la imagen mental que Basil tenía en ese momento su compañero lo colocó en la silla en frente de la mesa de una forma muy delicada y cuidadosa, acto seguido le acercó el mate para que pudiera acercar su boca a la bombilla y le sirvió el agua caliente. Todavía tenía las manos atadas en la espalada e intentó moverlas solo para confirmarlo <Al menos el muy idiota no me ató los pies, quizás tenga una oportunidad> había una ventana cerrada <Si logro hacer que abran esa ventana podría tirarme por ahí y escapar> el dolor de la caída sin duda sería mucho mejor al de ser torturado y envenenado.
–[Respuesta]: Te necesitamos para esto. –Su compañero se quedó sentado a su lado y Basil escuchó más pasos acercándose por la puerta abierta, se preocupó demasiado al estar por conocer a los demás miembros de esta pandilla. Solo podía esperar que se encontraran de buen humor y no lo lastimaran tanto, al menos en un principio.
Entonces ingresaron, se trataba de tres personas con la misma estatura. Rápidamente el joven cautivo también notó que los tres tenían el mismo color de pelo rojo y pensó que se trataría de algún requisito para ingresar a la pandilla, eso explicaría el color de pelo de Julián. Pero entonces cuando los tres se voltearon para mirarlo él se dio cuenta que las similitudes iban más allá que solo esas: la estatura, el pelo, el corte, la nariz, los ojos; eran exactamente idénticos en todo.
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Editado: 20.03.2024