Ya eran pasadas las doce de la noche, pero algo tan efímero como la hora no evitaría que la ciudad de La Plata se mantuviera tan viva y despierta. Los autos iban de un lado para otro por las calles, los altos edificios que deberían estar oscuros por la noche resplandecían por enormes carteles y las ventanas con la luz encendida. Incluso los propios ciudadanos se movían en todas direcciones por la vereda: algunos trabajando, otros disfrutando pero no habría momento en el que no hubiera decenas de personas haciendo algo.
Uniéndose a toda la vida nocturna de la ciudad se encontraba un particular grupo de jóvenes, hermanos genéticamente idénticos cuyas únicas variaciones residían en las modificaciones cibernéticas o biológicas de cada uno. Pero eso era algo que el Refulgente que los acompañaba no sabía, para él ellos eran solo un particular caso de demasiados gemelos; como su prototipo de anulador evitaba que su cuerpo liberara un aura verde radiactiva no hizo falta más que una peluca y unos lentes para que terminara de pasar desapercibido.
Junto a él se encontraba el grupo de clones, todos disfrazados para ocultarse como personas comunes a excepción de C4. C10 y C11 ayudaban a C4 a caminar, este se tambaleaba de un lado a otro con cada paso que daba y algo así en una ciudad como esta podría atraer problemas con facilidad si se golpeaba con alguien. En medio de todo el grupo C12 y C13 custodiaban el maletín con el importante reactor N0t dentro, y a la cabeza estaban I2 y Bec.
Este último no estaba para nada acostumbrado a lo que era la gran ciudad, toda su infancia la vivió en una pequeña comunidad de Refulgentes a las afueras de la ciudad de Salta; aquel lugar no llegaba ni a las 200 personas y todo era demasiado tranquilo. En comparación le dolían los oídos de tanto ruido y todas esas luces fluorescentes le provocaban mareo, así que intentaba mantenerse muy cerca de I2 por si llegaba a caerse.
–Qué bueno es regresar de visita a casa –comentó C13 mientras caminaban, no dejaba de agarrar con demasiada fuerza el maletín y a su lado C12 observaba a todos con cautela.
Además de las idas y vueltas de C4, que para las personas comunes parecería alguien muy borracho, el rostro del gemelo convulsionó un poco antes de hablar. –[Error]: Es esto, no es esto, es la ciudad de Salta.
C10 tenía uno de los brazos de C4 pasando atrás de su cuello y le agarró una mano para que se relajara. –[Afirmación]: En efecto no lo es, te llevamos con el progenitor para que puedan ayudarte.
–[Error]: Gran, gran, gracias.
A Bec le hubiera dado mucha pena y ternura la situación si no se encontrara pasando su propio infierno personal ahora mismo, sin darse cuenta agarró la manga del brazo de I2. –¿Cuánto nos falta para llegar? –quiso saber conteniendo las ganas de vomitar con cada palabra. Que tanta gente caminara a su alrededor y las luces se apagaran, encendieran y movieran le mareaba peor que si hubiese ingerido LCD.
–[Respuesta]: Solo nos faltan 5 cuadras para llegar a destino.
El grupo continuó rápido pero con cautela hasta que por fin llegaron al elegante hotel, el Refulgente disfrazado ya estaba por entrar por la puerta principal cuando I2 lo detuvo. –[Pregunta]: ¿Qué haces? Nosotros no podemos entrar por aquí. Iremos por la entrada de la cocina.
Su compañero quedó un poco confundido al respecto ya que como tenían disfraces puestos pensaba que no debería haber nada de lado, incluso quizás existía la posibilidad de que se tope con Basil. Pero al voltear su cabeza recordó que C4 no llevaba un disfraz y quizás ese sería el motivo, pero como en teoría todos son hermanos y van al hotel de su padre le seguía sin quedar claro el porqué de los disfraces en primer lugar ¿tanto era necesario para pasar desapercibido ante Onyx?
Alejándose de la luminosa y elegante entrada el grupo fue hasta el final del edificio y entraron en un callejón resultado de la distancia del hotel con otro edificio. Cuando I2 pasó su mano por la cerradura digital la puerta de la cocina se abrió, esta era bastante idéntica a la cocina industrial que se encuentra en su base en Salta. –Esta es incluso más grande y con más cosas que la de su base en Salta. –La única diferencia es que ahora se encontraba todo demasiado oscuro.
Atravesaron la cocina para salir a un lugar que le gustó mucho más a Bec, el pasillo alfombrado y con cuadros muy limpio de la planta baja. Como si conocieran el lugar de memoria el Refulgente siguió a los seis gemelos hasta un ascensor en el que entraron todos, I2 presionó el botón del piso 7 y las puertas se cerraron. –Pensé que íbamos al piso ocho –comentó el nuevo.
El cuerpo de C4 se sacudió y sus dos hermanos lo agarraron antes de que se cayera. –[Error]: Acceder, no acceder, al piso ocho.
–[Aclaración]: Nuestro hermano tiene razón. –Observó a Bec–. Ese piso está prohibido para la gente común y el elevador solo lleva hasta el piso siete.
Cuando las puertas corredizas volvieron a abrirse todos salieron en grupos de a dos, como llevaban haciendo siguieron al sublíder de la Banda de los Clones por el lugar. El piso era diferente a la planta baja ya que había muchas más puertas que conducían a habitaciones y la luz ahora era bastante menor.
El Refulgente no conocía la arquitectura ni planos del edificio, pero le pareció que era demasiado laberintico y tuvo la sensación de dar dos o tres vueltas en círculos, sumado a eso los cuadros con imágenes idénticas no le ayudaban mucho. Sintió pena por los residentes que pagaran una habitación en ese piso, pero por suerte su guía los llevó a la puerta indicada.
A diferencia de todas las demás esta no parecía de una madera cara ni tenia intrincados tallados en ella, era simple madera algo vieja con un cartel que decía “Prohibido el ingreso a todo hospedante”. I2 se acercó al teclado de la puerta e ingreso un código, una luz verde se encendió y se desplegó el lector para el chip de identidad; el sublíder pasó la mano y recién fue que la puerta se abrió.
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Editado: 20.03.2024