Luz...
Cámara...
Acción...
Sophia.
—Oh, amiga. —Maya corrió a mi y me abrazo.—no puedo con tanto.
Desgraciadamente la última vez no pude ir, me tenía que reunir para una actividad que había quedado en el club. Pero ahora que estoy aquí pienso encargarme de todo lo que se necesite. No dejaré que los ‘artistas’ se quieran adueñar de todo esto, no tiene la mínima idea de todo lo que significa la organización de un baile. Por algo nuestro club se llama: “moda y estilo”. Nos sobra conocimiento sobre eso.
Llevé una mano a mi boca ante la catástrofe que hacían. Papeles de colores volaban por el aire desde el techo, estaban pintando en un gran papel
—¡Nuestra líder los hará comer polvo por lo que le están haciendo a nuestro baile! —comentó Dana, horrorizada.
—A ver, —se levantó del suelo y alzó sus pantalones, un chico pelirrojo de pecas y obeso—primero que nada, no es su baile—hizo comillas con sus dedos—es de todos nosotros.
Maya se puso frente a mi y con su mano apartó al chico.
—Acaso… ¿Crees que puedes hablarnos así? Eres sin duda un ignorante.
El pelirrojo gordito, río.
—Sé quienes son, niñitas malcriadas.
Idiota.
—Pues si lo sabes, no te conviene seguir. A menos que quieras quedar mal, ¿No? —comenté—seria desafortunado, para ti.
Él solo bajó su mirada y estrujó sus puños.
Me coloqué frente a Maya, en forma de protección a mi club. Mis ojos se abrieron de gran forma, al notar que en el mismo instante, apareció ante mi el vecino.
¿Qué hace aquí y por qué se interpone en esto?
—Así que, ¿La niña grosera planea actuar así? Bien—su mirada claramente me estaba retando—Pero no nos iremos.
—¡Nuestro capitán ha hablado, chicos!—habló con una sonrisa el pelirrojo.
No me queda duda de que alguien con él se lleve con un club como ése. Siento que mi hermana debería dejar de darle clases a un chico sin nada de cultura. Llama arte a cualquier garabato.
Respira, Sophia. Respira hondo.
No pueda dejarme ver derrotada y mucho menos por algo como esto. Soy alguien que tiene grandes ideas, planeo incrementarlas al baile sin importar que piensen hacer estos idiotas.
Él se dio la vuelta, no sin antes darme una sonrisa.
—No ganarás en esto. Yo…—pausé unos segundos—nunca pierdo.
—Siempre existe una primera vez,—echó su vista a mi—morena.
¡Éste patán…!
¿Cómo se atreve…?
¡Lo odio!
—¡Sophia!
Eché mi mirada a Amy que venía con una sonrisa y los brazos extendidos. Acepté su acción y correspondí.
—¿Y que tal va todo? —preguntó.
Suspiré.
—No comenzó nada bien. Creo que con ellos aquí nada podrá llegar a ser como quiero.
—Ey, —dio palmadas a mi hombro—esta no es la Sophia que conozco. Debes hacer todo para que el baile salga bien y tengo una idea.
Una sonrisa se extendió en sus labios. Colocó una mano, en forma de c, en mi oído. Susurró su idea.
Mmm… Creo que Amy y yo podríamos tener nuestros trucos bajo la manga.
Confío en que su plan dé éxito. Todo con tal de hacer desaparecer este circo que piensan crear.
—¡Eres una genio! —la abracé—Es como tener dos hermanas mayores, una me dice que sea buena y otra me hace ser como soy.
Reí junto a Amy.
—Bueno, debo ir con las animadoras—tomó su mochila—Por cierto, el grupo ha estado buscando a tu hermana, ¿La vas visto?
Negué.
—No, por cierto. Amy —se detuvo y me miró con atención—te quiero pedir un favor.
Tomó mis manos y asintió.
—Lo que sea por ti, Sophia.
—Cuida de Addison. Creo que necesita más de ti.
Sonrió y sacudió su cabeza en aceptación.
—Me iré. Cuídate.
Se despidió con un beso en la mejilla.
Addison, me pregunto, ¿Cuándo te atreverás a confesar lo que sucedió?
¡Rim! ¡Rim! ¡Rim!
Tomé el teléfono de mi bolsillo y observé quien llamaba.
Investigadora.
Ella me lo dijo, la vez que me llamara, sería cuando tendría listas las pruebas. Parte de mi necesita conocer que le pasa a mi hermana pero, otra, teme que la respuesta a eso, no sea buena.
Resoplé.
Caminé hasta Dana y Maya que estaban ordenando algo.
—¿Estás bien, Sophia? —Dana se levantó preocupada por mi—estas pálida.
Noté como miradas comenzaron a ser pesadas sobre mi. Decidí no darle importancia a eso.
—No es nada. Debió ser el polvo del maquillaje—toqué mi rostro—debí pasarme solo un poco—reí—vengo en un momento—avisé.
Salí de ahí y al instante contesté el teléfono.
—¿Sophia?
Estrujé el teléfono en mi mano y lo llevé hasta mi oreja.
—Ella habla—inhalé para obtener fuerzas—¿Tiene el resultado?
—Así es.
Por favor, que no sea de alguien, que esto sea un mal entendido. No quiero descubrir algo tan trágico que padece mi hermana.
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Editado: 13.06.2023