Pasaron varias horas hasta que recobre el conocimiento, el túnel me había conducido hasta el mar y el mar me había arrojado muy lejos de la playa, pero ahora como hombre libre, comenzaba a nadar, a buscar una playa en un recóndito paraje del infierno donde una amiga me esperaba, donde por fin podría encontrarme con Mery.
Durante mucho tiempo estuve nadando en un mar de un enorme azul profundo, guiado solo por los enormes riscos que en más de una vez escale buscando mucho y encontrando nada, solo tristezas pero pronto llegaría a la playa pronto encontraría a una dulce mujer para poderle contar todo aquello que me había acontecido, todo lo que me paso, cuanto me dolió y como su recuerdo me había salvado de la locura. Pronto muy pronto vería a Mery pero primero debía nadar y nadar hasta alcanzar una orilla cada vez más deseable y cercana.
Al llegar a la orilla las fuerzas me faltaban apenas me podía mantener en pie, estaba desorientado y no sabia que tan lejos de Mery me encontraba, retrocedí un momento en busca de un lugar donde reposar busque la seguridad del risco, podía escuchar las olas romper sobre la playa rocosa, el agua lavaba mi rostro una y otra vez, mi rostro era tocado por una suave caricia que lo recorría y me tranquilizaba, trate de descansar de dormir un poco para tratar de recuperar mis fuerzas, pronto vería a Mery y no quería lucir cansado. Pronto Morfeo fue a mi encuentro y me encontró dispuesto a recibirlo.
Al despertar mi rostro estaba lavado por las aguas de un profundo mar azul, me encontraba desconcertado, no sabia donde me encontraba, solo sabia que estaba en la costa y que pronto vería a Mery nuevamente, comencé a caminar en ruta al ocaso como siempre lo había hecho. Paso a paso buscaba cualquier pista que me condujera a ella, que me diera una pista del lugar donde mi amiga se encontraba. Pronto una luz llego a mi encuentro, mas bien una muralla de piedra, un antiguo recuerdo, un viejo comienzo y al mismo tiempo un final. Donde todo había comenzado donde todo terminaría lejos en el horizonte podía observar como se aproximaba una muralla de piedra blancuzca, pronto cada piedra se torno en recuerdos difusos, bajos y amenos, recuerdos de una charla amena, tranquila de una caminata que nunca debió haber terminado de unos pasos que jamás debieron haberse separado.
Al acercarme a la muralla de piedra el mar se comenzó a agitar y a romper las olas bruscamente sobre la playa de piedra. Pronto pude divisar la neblina que antecedía al risco que imposibilitaba seguir a delante con la marcha y que fue la causa de mi separación con Mery y de mis desgracias pasadas. Pero todo eso era cuestiones que no convenía recordar; ya todo había quedado atrás, aquel hospital y sus terribles laberintos mentales no eran más que un recuerdo que debía quedar atrás.
Lentamente podía ver como se acerba aquella muralla que en otrora me llevo a conocer a Anuar y a Mauricio. Casi podía escuchar a Mery recibiéndome alegremente la charla que tendría con ella. Que tono fui al pensar que el infierno me deparaba un destino tan agradable, pero nunca pensé que mi castigo tocara a las puertas de otra persona, de mi salvadora, de mi amiga. Esta vez el infierno había ido muy lejos en su infinito afán de castigo.
Justamente cuando me acercaba a Mery pude notar como ella no se encontraba sola, nuevamente se había topado con condenados, pero esta vez no solo querían hablar. O ayudarla, esta vez Mery había sido condenada a vivir los terribles castigos del infierno. Esta vez sería Mery quien debía vivir en carne propia los rigores de un hospital.
A lo lejos pude observar como Mauricio y otros enfermeros capturaban a Mery cual sirena, pude ver como era arrastrada fuera del agua mi entras ella luchaba asustada por permanecer en su azules profundidades. Pude ver como Mauricio disparaba en contra de mi amiga, pronto el ruido de la salva que utilizo para dejarla dormida recorrió la distancia hasta mis oídos. El estremecimiento que sintió mi cuerpo con el roce de aquel nefasto sonido solo fue superado por el dolor de ver a mi amiga en el suelo, de ver como su suave pelo azabache se enlodaba con la arena de la playa, y como mi gabardina se perdía entre la arena dejando al descubierto nuevamente casi en su totalidad el blanco cuerpo de una mujer que por mi causa ahora sufría. Desde mi puesto pude observar como su cuerpo inerte era atado por dos enfermeros a una estaca para llevarla, pude notar como mi gabardina se arrastraba en el suelo dejando al descubierto el cuerpo de una mujer dormida, anestesiada por un hombre que hoy mas que nunca me parecía pequeño, horriblemente deforme, no pude mas que pensar en aquel cuento de hadas “la bella y la bestia” del cual ahora solo recordaba el titulo. Maldito Mauricio ¿que nefastos pensamientos tenias en aquella ocasión? ¿Acaso ya sabias de mi escape y esta era tu venganza? ¿Cómo te enteraste de su existencia? Y Mery ¿que soñaría ahora? Mery… perdóname por favor perdona mi deseo de compañía, mi esfuerzo por que salieras de tu océano de tu refugio. No fue más que mi culpa, que te capturaran y violaran tu eterna soledad. Mi adorara Mery la culpa fue mía.
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Editado: 20.03.2020