¡¿qué Nombre?!

CAPÍTULO 4

Nada se comparaba a la sensación de sentir el viento golpear tu rostro, recorrer cada kilómetro conociendo lugares ocultos entre las montañas, desiertos y mares. La sensación de conocer gente nueva y aprender de ellas, sus costumbres, tradiciones y comida. Viaja para mí era conocer el arte de vivir de otra manera. Las lecciones que estas nos daban eran impresionantes y gratificante.

La primera vez que lo hice, fue sola. A papá no le gusto en lo absoluto; para él viajar sola significaba peligro y muerte, después de años llevando esta práctica simplemente se acostumbró. Lucio se volvió una compañía divertida; pase de manejar sola y con música alta  a discutir con él sobre que ruta era mejor que otra, incluso de algo como eso, se aprende.

Ragnar llego después y para él fue muy fácil acostumbrarse, le encantaba viaja, sacar la cabeza por la ventana mientras el aire fresco le golpeaba de frente. Su paraíso consistía en subirse al carro y dejar que en todo el viaje miles de personas quisieran alimentarlo y no solo con frases de “Que perro tan lindo”, él siempre exigía más.

Mis dedos picaban sobre el volante con ganas de empezar nuestra nueva travesía; en  algún lugar del mundo.

─Esta vez, te toca irte a ti atrás ─Lucio llevaba 20 minutos “discutiendo” con Ragnar sobre quien debía ir de copiloto. Mi lobo se sentó en ese puesto y se negaba rotundamente a cederlo así no más─. Sammatha dile a Ragnar que se vaya atrás.

Baje un poco mis gafas oscuras para poder observarlo mejor. Podía intentarlo, pero perdería en el proceso, Ragnar no cedería ni un milímetro, él no se perdería la oportunidad de ir saboreando los olores del campo.

─ ¿Quieres subirte ya? ─le pregunté, no lo esperaría toda la vida.

─No pienso irme de nuevo atrás ─suspire─. Toda la atención se la lleva él ─miré a Ragnar con una decisión en mente.

─No es justo ─llevaba una sonrisa muy bien adornada en mis rostro a medida que los kilómetros aumentaban y la ciudad se perdía de vista. Lucia iba sentando en el asiento del medio con los brazos cruzado a la altura de su pecho, en cambio Ragnar;  llevaba la cabeza afuera mientras el viento azotaba su lengua y pelaje.

─No entiendo porque peleas con él.

─Lo tienes muy consentido. ¿Cómo es posible que un perro me gané?

─Deja de quejarte, eres feliz utilizando a Ragnar para tus conquistas.

─Que sea feliz no me hace conformista ─lo escucho bufa. Pongo los ojos en blanco. Discutir con Lucio es caso perdido.

Coloco mi canción favorita para viajar; Everybody wants to rule the world de Tears for fears,  aunque en realidad tengo un cd con todas las canciones que me animas a seguir viajando.

─No sabía que eras amiga de Ian ─mi hermano está inclinado hacia adelante, sobre el espacio de los asientos.

─No soy su amiga, es un socio de papá.

─Pensé que no te gustaba tratar con los socios de papá.

─Digamos que él es un caso especial ─lo miré por un milisegundo.

─Una vez dijiste que era un patán arrogante.

─El muy imbécil me confundió con el servicio de la fiesta de graduación de Abrahim

─Quien te manda a vestirte desaliñada ─en ese momento escuchamos a Ragnar tener arcadas─. Otra vez se comió un bicho.

─Sácaselo ─Lucio me observa por encima de sus lentes.

─No. Eso es vitamina para él.

─Lucio, te acuerda que dijiste eso la última vez y resulto que era una avispa ─puso los ojos en blanco, y trajo a Ragnar a su cuerpo para empezar a hurgar en su boca y sacar el bicho. La última vez nos tocó regresarnos antes para que Ragnar descansará, Se le había inflamado tanto la mandíbula que le costaba comer, así que durante los días que estuvo enfermo,  Lucia y a mí nos tocaba rotarnos para darle comida liquida.

─Una libélula Ragnar ─menciono indignado mi hermano con la mano sucia de sus babas─. Esto si era vitamina ─Lucio se limpiaba las manos con un pañito húmedo.

─Quien es el pequeño come libélula ─empecé acariciar el lomo de Ragnar mientras Lucio ponía los ojos en blanco y llevaba sus manos a la cabeza.

─Por eso esta como esta ─sonreí.

 

Después de dos horas de viajes llegamos a un pueblo muy colorido, se encontraban de fiesta, con decoraciones de colores, puestos de comida típica y gentes vestidas con sus trajes típicos.

Nos registramos en un hotel con cama doble, Lucio y yo preferíamos estar en una misma habitación; además de economizar en costos, era una excelente opción en caso que sucediera algo. Nos organizamos y salimos a recorrer las calles del pueblo. Sus casas estaban hermosamente pintadas de colores vivos mientras danzaban con sonidos fuertes de tambores.

─Bienvenidos ─nos saludó una muchacha de un puesto de comida─. ¿Primera vez por acá?

─Si ─Lucio ya estaba en plan conquista.

─ ¿Qué están celebrando?

─El día de los espíritus ─esto sonaba bien─. Muy lindo tu perro.

─Le encanta que lo acaricien en el lomo ─puse los ojos en blanco al escuchar el comentario de Lucio. Ella sonrió tímida.



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Editado: 19.11.2020

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