Capítulo: 2

Aaron

Sofía, su nombre da vueltas en mi cabeza mientras la observo desde la ventana de mi habitación, ella está en el jardín con los niños, el pequeño es bastante alegre y se nota que habla bastante, a la niña no la he visto tan animada como a él, quiero acercarme, hablar con ellos, saber más, pero sé que es mejor estar lejos aunque la duda sobre los niños me atormenta. Paso una mano por mi rostro alejándome de la ventana, debo concentrarme, es la novia de mi hijo, hijo con el cual quiero mejorar la relación porque no quiero perderlo como ya hice una vez por culpa de mis acciones, miro hacia la puerta cuando siento los toques en esta.

—Adelante —expreso para luego ver a Ángel entrar, sonríe, está feliz y eso debe hacerme feliz

—¿Papá qué haces aquí? —ríe mirándome —Sofía cree que algo te enfadó

—No, para nada, tenía una llamada

—¿Cómo van las joyerías? —dice de repente mirándome y suspiro

—Van bien hijo, sacaremos pronto una nueva colección

—Me alegra escuchar eso —él se acerca

—¿Y los otros negocios? —lo veo dar vueltas por mi habitación mirando las fotos y los cuadros

—Eso quedó en el pasado Ángel —él asiente —lo dejé todo como te dije que haría

—No hay fotos de mamá —tenso mi mandíbula cuando lo escucho y me mira —perdón, no debería sacar el tema

—Hijo yo

—Es pasado papá —sonríe —me gustaría ayudarte en las joyerías —se cruza de brazos y asiento con lentitud

—No tienes que hacerlo Ángel

—¿Escondes algo que no me quieres ahí? —mira mis ojos atento esperando que diga algo y sonrío

—Luego hablaremos sobre eso —me acerco a él —mandaré a hacer la cena , ¿hay algo que tú quieras en especial? —mis manos van a sus hombros y él niega

—¿No vas a invitar a Madison? —sonrío —sé que sales con ella papá

—Para haber estado tanto tiempo lejos estás bien informado —me alejo de él y voy hacia la puerta, pero me detengo al abrir esta y lo miro sin poder aguantar más —los hijos de tu novia

—¿Qué quieres saber? —me mira confundido

—¿Qué edad tienen?

—No te preocupes, papá, no son míos —ríe con su broma y solo viene hacia mí y sale de la habitación, suspiro pasando una mano por mi cabeza, quizás no suyos, pero sí míos.

La cabeza ya comienza a dolerme y las manos me pican mientras observo a los niños que siguen jugando en el jardín, ahora están solos y sin poder aguantar más camino hacia ellos, cuando estoy cerca el pequeño se pone de pie y me mira, detengo todos mis movimientos al ver sus ojos, son grises, justo como los míos, así como su cabello, trago en seco mirándole.

—Eres el papá de Ángel, ¿verdad? —el pequeño me habla y se acerca a mí —se parecen —sonrío, y tú a mí.

—Sí, soy su padre —me pongo a la altura del chico —¿cómo te llamas?

—Soy Caleb y tengo cinco años —sigo mirando sus ojos cuando escucho su edad, mi mente trabaja rápido sacando cuentas, maldita sea, lo sigo mirando estando mudo, podría ser mi hijo, aunque quizás no, se acostó conmigo por dinero, pudo hacer lo mismo con otros, ¿joder que estoy pensando? —Hey —el chico mueve su mano frente a mí —¿que cómo te llamas tú? —sonrío

—Aaron —él sonríe, yo miro a la pequeña que está callada, no me mira y tiene una muñeca en sus manos, me pongo de pie y voy hacia ella.

—Tu muñeca es bonita —la pequeña sigue sin mirarme —¿cómo te llamas?

—Ella es mi hermana —miro a Caleb que está a mi lado —se llama Crystal y tenemos la misma edad —el pequeño sonríe, sigo mirando a la niña que ni siquiera me mira

—Crystal, un nombre bonito —comento como bobo mirándola —yo soy Aaron, soy el dueño de esta casa y es un placer tenerlos aquí —ella sigue sin mirarme y sin hablar —Pequeña —la niña se pone de pie y toma la mano de su hermano para luego echar a andar alejándose de mí.

—No es por ti —rápido me pongo de pie cuando la escucho y volteo a verla topándome con sus lindos ojos verdes —no se relaciona con extraños —cuenta mirando hacia sus hijos —es bastante tímida, solo juega con su hermano, ni siquiera conmigo, ella es... especial —acaba diciendo con una sonrisa para luego mirar mis ojos, los suyos brillan.

—Es muy linda —digo simple pareciendo estúpido por no saber qué decir

—Señor Bell, su hijo

—Dime Aaron por favor —soy rápido cortando sus palabras y ella ríe provocando que todo mi cuerpo reaccione por eso

—Aaron —su voz es tan hermosa y su mirada más —Ángel nos trajo hasta acá, pero si somos un problema podemos

—Basta Sofía —sonrío —me alegra tenerlos acá —suelto tenso mirando sus ojos sin saber bien como actuar, ¿debo fingir toda la vida no conocerla?

—Pero los niños podrían molestarle y

—Jamás pasará —me apresuro a decir sonriendo —no molestan, olvide eso —ella sonríe ahora mirándome fijamente, carraspeo un poco

—Gracias —musita antes de alejarse y debo dejar de mirarla mientras aprieto mis puños

—Papá la cena ya está —miro hacia Ángel cuando me habla —son niños tranquilos —comenta acercándose a mí que seguía mirando a los niños —Caleb se porta bastante bien

—Si —sonrío

—La niña ni siquiera me habla, es rara, pero te acostumbras —hace una mueca que borra mi sonrisa y luego se aleja —¡vamos a cenar! —lo veo alejarse de mí

—Es especial —susurro mirando hacia la pequeña que camina hacia la casa tomada de la mano de su hermano, parece toda una princesa a pesar de ir con su mirada gacha, aun así, sé que sonríe justo como su hermano hace, el cual no deja de hablarle.

Entro a mi habitación enviando un mensaje simple con el nombre de Sofía y algunos de sus datos que pude obtener durante la cena, necesito saber más sobre ella, quito mi chaqueta pensando en su risa, su voz, su pelo y joder, su mirada, comienzo a quitar mi camisa necesitando una ducha fría, han pasado años, esto no puede estarme pasando, volteo hacia la puerta cuando esta se abre y ahí la veo, ella se detiene de golpe derramando un poco de café en el suelo y mi garganta se seca mirando su ropa de dormir, sencilla, un poco corta y Dios! Que bien se ve.