Querida Rosa

D O S | Un sello, una firma.

Llegamos a las gradas del patio, nos sentamos y puedo llorar por fin. Frank no me deja de abrazar y lloro en sus brazos.

 

 

Es algo que no puedo retener por mucho tiempo, por más que me esmere en intentar olvidar mi dolor no puedo, no es posible para mi ni para nadie. 

 

Si estoy ahora así, no quiero saber cómo me pondré cuando mi madre se vaya, cuando mi madre muera y ya ni siquiera pueda verla en persona, escuchar su voz, nada... 

 

—Tranquilo, amor mío. —dice Frank. 

 

Sus palabras no me ayudan, porque hace que llore más, hace que me sienta más débil. El amor que estoy sintiendo por este chico me asusta, es demasiado grande.

 

Siento las caricias de Frank, cómo me besa el cuello, la cabeza. Puedo sentir el calor que su cuerpo transmite. Me siento protegido, querido. 

 

¿Seré feliz algún día? Deseo poder salir a la calle tomado de la mano con Frank. Poder besarme con mi novio frente a todos sin importar lo que puedan decir. Lo veo lejano, casi imposible. 

 

Las lágrimas no dejan de salir, no quieren parar. La presión en el pecho me asfixia. ¿Por qué? ¿Por qué se tiene que morir? No puedo soportarlo. 

 

—¿Quieres que llame a Fran? —pregunta Frank. 

 

—N-no... —logro decir. Me siento bien en sus brazos. 

 

—Bueno... —Frank me presiona más fuerte contra su pecho.

 

¿Por qué me amas Frank? ¿Por qué amas a alguien tan problemático? Mereces a alguien mejor, pero no puedo dejarte, mi egoísmo no me deja soltarte, no quiero hacerlo. 

 

—M-me... ¿me amas? —pregunto.

 

—Con todo mi corazón —responde.— Eres la persona más especial que tengo, eres eso que le da un sentido a mi vida. Tu sonrisa es lo que le da gracia a mi vida, tus besos son la medicina de mis penas. Tus abrazos son mi fuerza. Amarte es poco para todo lo que siento por ti. Quiero ser padre contigo. Quiero decir un día "acepto" en el altar, y escuchar los gritos de Amatista. Amor... mírame.—Impactado con sus palabras, me levanto y lo miro a los ojos.— Si tienes pena, aquí estoy para ti, para darte mi hombro, para consolarte y ayudarte a salir de esta penumbra. Quiero que sepas todo lo que siento por ti, quiero que siempre tengas presente que eres mi persona favorita. Estos dos años han sido los mejores de mi corta existencia, en donde he pasado muchas cosas contigo, pero para mi no son suficientes, amor, yo quiero toda una vida. Sé que esto es difícil para ti, no puedo ni comprender tu dolor, porque nunca lo he sentido, pero necesito que sepas que siempre estaré aquí para ti. Siempre encontrarás en mi, un hombro para llorar, y una sonrisa para reír. 

 

 Mi corazón comienza a latir rápido, mi pecho sube y baja frenéticamente. ¿Esto es un sueño? ¿Esto es real? 

 

Frank no me da tiempo para pensarlo porque me besa, me besa y las lágrimas descienden nuevamente, pero esta vez de felicidad, de emoción. 

 

Este es el mejor beso que nos hemos dado, este beso sella nuestro amor, este beso es la firma de un contrato interminable, infinito. 

 

Siento que estoy en la gloria, me siento en el cielo. Sus suaves labios contra los míos es la mejor sensación. Frank me pide permiso para introducir su lengua y sin dudarlo se la doy. Nuestras lenguas hacen un tipo de danza, enredándose entre ellas. 

 

—¿No deberían estar en clases? —escucho una voz grave detrás mío. 

 

Nos separamos lentamente y miramos a la persona que nos acaba de hablar. 

 

Mierda, es el director. 

 

—¿No les hice una pregunta? —dice esta vez con un tono de molestia.

 

—Si, señor. Pero mi novio no se sentía bien emocionalmente y le pedimos a la profesora si podíamos salir y dijo que si. Tome —dice sacando de su bolsillo una nota, debe ser una autorización.— Ahí está la autorización firmada por la profesora Carla. Cualquier duda le puede preguntar a ella, porque antes de salir vio lo mal que estaba mi novio. —demonios, Frank.

 

—Oh... eh, bueno, yo... Lo siento. —¿espera, qué?— Me retiro. 

 

El director se voltea y sigue con su camino. 

 

—¿Cómo...? ¿Cómo callaste así al DIRECTOR? —digo haciendo énfasis en director. 

 

—Pues... lo encontré en una situación comprometedora a finales del año pasado con su secretaria, y, a cambio de mi silencio, soy como un Dios, nadie puede hacerme nada, y eso te incluye. —dice dándome un casto beso en los labios. 

 

Sonrío, por fin sonrío y es todo gracias a Frank, a mi novio. A mi persona favorita.

 

—Me encanta verte sonreír —dice Frank. Un leve rojo se posa en mis mejillas.— Y me mata de la ternura verte sonrojado. 




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