Querido Diario

Día Tres

15 𝔇𝔢 𝔈𝔫𝔢𝔯𝔬.
 


𝔔𝔲𝔢𝔯𝔦𝔡𝔬 𝔇𝔦𝔞𝔯𝔦𝔬:

Hoy falleció una prima mía. Hacía tiempo que no sabía de ella, y me sorprendió tanto enterarme de su muerte que no pude evitar derramar lágrimas silenciosas en mi habitación. Su padre le pidió permiso a mi madre para velarla en nuestra casa, ya que ella había vivido un tiempo con nosotras. Mi madre accedió.

Luego, mi madre subió a mi habitación para informarme sobre mi prima.

Solo la miré y le dije:

—Ya lo sé.

Ella se fue pensando que había escuchado su conversación.

Qué suerte la suya que no se percató de que, cuando salió de mi habitación, el fantasma de mi prima se reflejó en el espejo de la puerta.

Gracias por permitir que mi cuerpo permanezca aquí una noche más —susurró antes de desaparecer para siempre.

 

●●●

Cuando cumplí 14 años, mi prima Bridget se vino a vivir con nosotros, sus padres la habían mandado con nosotros para que no estuviera cerca de ellos mientras se divorciaban. Su estadía aquí no duro más que dos meses, aun así nunca pude superar el último día que se quedo a dormir.

Las dos nos sentamos en la habitación de invitados del primer piso, estas quedaban debajo de las escaleras antiguas que mamá tanto amaba. Nos sentamos frente a frente, ella con una de mis pijamas rosas que a mi ya me quedaba corta y yo con una pijama blanca que mamá me había dado por mi cumpleaños, Bri con su cabello castaño suelto detrás de su espalda y yo con el mío color cobrizo en una trenza que Fiora me hizo antes de irse a su casa detrás de la de nosotros, Bridget me sonrió y la sombras que se reflejaban en su rostro gracias a las velas la hacían ver un poco escalofriante.

—¿Estas lista, Sophie? —su cabeza miro al rededor de la habitación, como si estuviera alguien aquí —. Puedo ver que esta alguien sentado a mi lado derecho, es momento de que tomemos el vaso con las puntas de dos de nuestros dedos, índice y medió.

—¿Estas segura de esto?

—Claro, ¿Tu no quieres saber que día vas a morir?

—No.

Sacudió su mano delgada, su piel morena distinta a la mía blanca, nadie sabría que somos primas hermanas.

—Entonces preguntare yo, vamos a tocar el vaso.

Me encogí de hombros y lo hice.

Los primeros intentos nosotras movíamos el pequeño vaso de tequila por el tablero improvisado que hizo con una hoja de papel. Nuestras risas eran el único sonido, las preguntas eran tontas, sobre quien la quería, cuantos hijos tendría, con quién se casaría, todas ellas respondidas por nosotras mismas.

Pero entonces algo cambió, su voz se volvió un susurro y preguntó:

—¿Cuándo voy a morir?.

El vaso no se movió por largos minutos, entonces sentí un jalón y se marco el número 15, Bridget soltó una carcajada, se puso de pié y se giro.

Fue entonces cuando el vaso se movió, ella no lo notó porque camino a la pared cerca de la puerta para encender la luz, pero yo vi el movimiento.

—Estas son puras putadas, ya tengo 15 y no estoy muerta, tenias razón, estos son juegos de niños mejor ya vamos a dormir —pero podía escuchar como su voz temblaba, tome el vaso junto con la hoja antes de que ella viera el número—. ¡Sophie!.

Salte por su grito y la mire, sus ojos marrones completamente abiertos.

—¿Qué? —pregunte creí en ese momento que había sido descubierta.

Se acercó y me miro. No, miró mis ojos.

—Es que... Es qué... Yo... Yo vi como brillaban tus ojos —paso de un ojo a otro—. Pero están normales, quizá fue el reflejo de las velas.

Me puse de pie y tire el papel en la papelera.

No le di importancia a su comentario.

—Me voy a mi habitación, descansa.

—Igualmente.

Cerré la puerta detrás de mi y fui al comedor, abrí la puerta de la vitrina de la cantina de papá y puse el vaso en su lugar.

Me giré y salte cuando me encontré sentado en el centro del comedor a un niño pequeño, mis labios se abrieron para gritar, pero por alguna razón el sonido no salió. Mi corazón comenzó a latir de miedo y mi cabeza palpito.

Su cabeza se inclino y una sonrisa curvo su labio superior.

—¿Por qué no le dijiste el número del año de su muerte? —sus manos sucias tomaron una flor del florero que Fiora se encargaba de mantener frescas —. Ella quería saberlo.

—Yo... No... Tu.

Me miro por debajo de sus pestañas.

—Yo soy real, o eso esperó.

—¿Quién eres tu?.

Finalmente logre hablar. El niño se puso de pié, sus pies descalzos también estaban sucios.

—Yo soy yo y tu eres tú, nunca preguntes eso, al menos que estés lista para saber la respuesta —la flor en su mano se marchito—. Me tengo que ir, le dices a Bridget, que nos vemos cuando tenga 25 años. —dejo caer la flor sin vida en la mesa—. Interesante que puedas verme, Ángel... No te metas en mi caminó, ellos son míos.

Entonces se fue. Nunca supe a que se refería con «Ellos son míos» o quien era él.

Lo único que sabía era que mi prima probablemente, tenia 10 años de vida a partir de ese día.

●●●


Me recargue en la barandilla del segundo piso, mi cabeza dolía, pero comenzaba a acostumbrarme a ello.

Vino mucha gente al funeral de mi prima, incluso personas que hablaban mal de ella, veía como abrazaban a mi tío y tía, como les daban palabras de consuelo vacías, como fingían dolor y después caminaban directo al café.

Yo veía todo desde el segundo piso, mis hermanas estaban en el comedor cuidando que nada faltara, mamá estaba abrazando a mi tía tratando de consolarla.

—Ángel, ¿No vas a bajar?.

Una punzada me hizo cerrar mi ojo derecho.

—Lo voy hacer en un momento, Fiora.




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