Querido Diario

Mientras me sentaba en un rincón de mi habitación la pude ver saltando en mi cama.

Era la primera vez que la veía.

Me daba miedo.

Ella era una niña, pero su vestido era sucio. Su cabello una maraña de nudos por todos lados.

Se abrió la puerta.

—¿Hija?

Mamá entró lo suficiente para dejar ver su cabeza por una rendija de la puerta. Cuando me vio sentada en un rincón me sonrió.

—¿Que haces ahí?, ¿No tienes frío?

Sacudí mi cabeza, de nuevo mire a la niña.

—¿Puedo quedarme contigo y papá?

—No, ¿Que van a decir las visitas?.

Por un segundo la mire sin apartar los ojos de ella.

Mamá sonrió.

—Duerme.

—Mamá.

—¿Si?.

Volví mis ojos a la niña, ahora estaba sentada en la orilla de mi cama.

—Buenas noches.