Querido Diario

Día Cuatro

19 𝔇𝔢 𝔈𝔫𝔢𝔯𝔬.
 


𝔔𝔲𝔢𝔯𝔦𝔡𝔬 𝔇𝔦𝔞𝔯𝔦𝔬:

𝔐𝔢 𝔰𝔦𝔢𝔫𝔱𝔬 𝔠𝔞𝔡𝔞 𝔡𝔦𝔞 𝔪𝔞𝔰 𝔡𝔢𝔟𝔦𝔩, 𝔠𝔞𝔡𝔞 𝔡𝔦𝔞 𝔪𝔞𝔰 𝔠𝔞𝔫𝔰𝔞𝔡𝔞, 𝔠𝔞𝔡𝔞 𝔡𝔦𝔞 𝔩𝔞 𝔠𝔬𝔪𝔦𝔡𝔞 𝔢𝔰 𝔪𝔞𝔰 𝔡𝔦𝔣𝔦𝔠𝔦𝔩 𝔡𝔢 𝔠𝔬𝔪𝔢𝔯, 𝔠𝔞𝔡𝔞 𝔡𝔦𝔞 𝔪𝔦 𝔠𝔬𝔯𝔞𝔷𝔬𝔫 𝔰𝔢 𝔥𝔞𝔠𝔢 𝔪𝔞𝔰 𝔡𝔢𝔟𝔦𝔩, 𝔪𝔦 𝔠𝔲𝔢𝔯𝔭𝔬 𝔪𝔞𝔰 𝔣𝔯𝔞𝔤𝔦𝔩 𝔶 𝔪𝔦 𝔞𝔩𝔪𝔞 𝔯𝔢𝔠𝔩𝔞𝔪𝔞 𝔰𝔦 𝔩𝔦𝔟𝔢𝔯𝔱𝔞𝔡.

 

Hoy entre a un grupo de WhatsApp, se trata de personas que les gustan los libros como a mi, quería poder platicar con personas que les apasionara algo similar a mi.

Lo hice.

También conocí a un chico amable por el grupo que me envió mensajes por privado, comenzamos a platicar y algo de lo que me dijo en un audio, se me quedo grabado.

Tengo una amiga, ella siempre me dice que tiene un fantasma que hace lo que ella quiere, al principió no le creí, le pedí que hiciera algo que me comprobará que decía la verdad —risa nerviosa—. No vas a creerlo, lo hizo, me quede quieto por unos momentos hasta que me respondió, entonces me envió un texto diciéndome lo que llevaba puesto y como era mi habitación... —siguió hablando, incluso creó que deje de escucharlo en cierto momento, pero entonces parpadee y regrese el audio cuando ya casi terminaba—... Entonces me dijo que todos tenemos un fantasma personal, uno que nos sigue a todos lados.

Yo mire a todos lados, como si de repente fuera aparecer alguien en mi habitación, pero no, no había nadie.

Quizá su amiga decía la verdad, quizá no, pero sea como sea, yo no veía nada.

●●●

La primera vez que no pude dormir, tenia 10 años, recuerdo lo que soñé ese día.

Porque ese día soñé con el que yo creía era la muerte. No, no era guapo como suelen describirlos en los libros, estaba segura que si él tenia algún sentimiento, el amor no era uno de ellos y en definitiva no cambiaría solo por el hecho de que soy diferente a las demás.

Recuerdo que estaba en la parte principal de la casa, era extraño que estuviera descalza en medio de la noche, mis brazos estaban entúmidos, sabia por comentarios de papá que estaba nevando en las partes más altas de los bosques que nos rodeaban, podía ver mi aliento salir de mis labios y nariz, mi piel blanca comenzaba a ponerse un poco roja, sabía que pronto podría ver venas moradas en mis manos, brazos y piernas.

—Por favor ayudame.

Mi cabeza se alzo de golpe, frente a mi estaba un chico de unos 16 años, no estaba sonriendo, pero me parecía una buena persona.

—¿Como entraste?, la puerta esta... —me quedé callada cuando de hecho la puerta de la calle estaba abierta, pero también más personas estaban paradas, bloqueando la entrada—. ¿Quienes son ustedes?, ¿Por qué están en mi casa?.

Comencé a girar para entrar de nuevo y llamar a papá, pero entonces los gritos detrás de mi lo impidieron.

Me volví, todas las personas estaban tan juntas que apenas podía distinguir quien era quién, la puerta ahora estaba libre y en medio de ella un hombre, su piel estaba incluso más pálida que la mía, era tan delgado que se podía ver cada hueso de su rostro.

El chico se acerco y tomo mi mano, su toque era frío, me recordaba a como me quedaban las manos cuando sostenía agua con hielos.

Alce mi cabeza.

—Nos quiere llevar, pero no queremos ir con él.

—Entonces no vayan.

—Él no entiende.

Me solté y camine a la puerta del camino, es curioso que detrás de él no había más que oscuridad.

Me detuve a más de dos metros de distancia.

Escalofríos me recorrieron el hombre agachó su cabeza, no podía ver más que su cabeza calva.

—Dejalos en paz, si ellos no se quieren ir, entonces no te los lleves.

—No te metas en mi trabajo.

Su voz era apenas un susurro.

—¿Tu trabajo es llevarte a gente que no quiere ir contigo?.

—Ellos están aferrados, no quieren morir y es mi trabajo que lo hagan.

—¿Tu trabajo?, ¿Eres la muerte? —miré sobre mi hombro, las personas estaban mirando nuestro intercambio, me pregunte ¿Como nos veríamos?, apenas alcazaba la mitad de su pecho y él no me miraba —. Si ellos no quieren ir, entonces dejalos.

—No te metas en mi trabajo, niña.

—¡Es mi casa y no te los vas a llevar!.

Su mano huesuda se alzó, al igual que su rostro, sus ojos eran dos profundidades negras, era tan delgado que me parecía que podría romperse.

—¡No te metas en mis asuntos!.

Su mano bajo hasta mi brazo y con solo ese movimiento mi cuerpo salio volando, el lado derecho de mi cintura choco con la rama de un arbusto, un grito salio de mi boca cuando la punta de la rama perforo mi piel.

...

De repente me incorpore, pero no estaba afuera de la casa, estaba en el interior de mi habitación, al parecer fue un sueño.

O eso creí, cuando iba a recostarme de nuevo, sentí una punzada en el lado derecho de mi cintura, alce mi camisa y mis dedos tocaron el área, mis labios dejaron salir un siseo.

En las puntas de mis dedos había sangre y en mi cintura una herida fresca manchaba mis sabanas blancas de sangre.

●●●

Tardaba dos o tres días sin dormir, después quedaba completamente inconsciente por casi 24 horas, era mi rutina y mamá no se sorprendía verme sentada en alguna parte de la casa cuando despertaba para tomar agua en algunas noches.

Hoy fue uno de esos días, estaba acostada dando vueltas en mi cama, el reloj en mi mesa marcaban las 2 de la madrugada, pero no podía dormir. Me incorpore, me puse un par de tenis blancos, la sudadera que había estado usando por el día y un gorro de punto negro.

Baje al primer piso con mi teléfono y audífonos en mi mano, la casa estaba oscura sólo alumbrada levemente por la luz de la luna. Abrí la puerta principal poniendo el seguro para que la puerta no se cerrará por accidente.

Mis pies en esta ocasión pisaron las escaleras completamente protegidos por mi calzado, tampoco había gente esperando que los protegiera y la puerta estaba cerrada con llave.




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