Querido Diario

Día veinticuatro

10 𝔇𝔢 𝔍𝔲𝔩𝔦𝔬

𝔔𝔲𝔢𝔯𝔦𝔡𝔬 𝔇𝔦𝔞𝔯𝔦𝔬:

Siempre he sido la hija seria de Dalia y Amato. Kate tiene un carácter fuerte, por lo que no sorprende que sea abogada, un papel que le queda como anillo al dedo. Meghan es la risueña de la familia, ni siquiera necesita conocerte para sonreírte. Y luego estoy yo, Sophia. Soy seria cuando no tengo una relación cercana con las personas, no hablo mucho y rara vez dejo ver lo que siento y pienso. Aquellos que me conocen saben que me gusta meterme en problemas, pero con las personas cercanas, soy diferente. Aunque no sonría demasiado ni hable tanto, soy mucho más amable, y las reglas a veces pueden ser ignoradas cuando es necesario.

Por esa razón, dos días después de la visita de Anamalech, Teo y yo salimos de paseo.
Él aún no me perdona por involucrarlo en problemas con Gabriel y toda la policía del pueblo, según él.
Pero retrocedamos hasta ese sábado por la mañana, cuando Gabriel y Rafael salieron de casa para ir a la estación después de recibir la llamada que les informaba sobre la detención de un presunto cómplice de Thane. Casi me obligan a acompañarlos, pero entonces les recordé que existía Teo y que él podría hacerme compañía durante su ausencia. Tras llamarlo y decirle que vendría, ellos salieron de casa y nosotros cinco minutos después.
Teo pasaba nerviosamente las manos por su cabello, por cuarta vez.

Sonreí.

—Te he dicho que sé manejar perfectamente bien.

Me ignoró.

—No sé qué es peor —dijo, pero parecía más un comentario para sí mismo que para mí—, salir sin el consentimiento de Gabriel, que es tu novio y también policía, o tomar su auto sin avisar primero. Esto huele a dos años de cárcel, ¡maldita sea, Teo! ¿Cómo se te ocurrió aceptar tal estupidez? —me miró— Por cierto, ¿a dónde vamos? ¿Y por qué demonios te estás riendo?

Giré el volante a la izquierda para dar la vuelta en U.

—Me río de ti. No iremos a la cárcel, tranquilo.

—Lo que quieres decir es que tú no irás a la cárcel. Gabriel es tu novio, y Romeo parece un perro faldero detrás de tu madre. Sería incapaz de hacer algo que la moleste, incluyendo encarcelar a su hija menor— se señaló con su propio dedo índice—, pero en mi caso, pobre imbécil de su amigo, que no tiene por novio al policía con cara de matón y cuerpo de John Cena, y como futuro padrastro, al líder de toda la policía del pueblo. Sin olvidar a ese primer imbécil amigo, que también es policía. Sí, estoy jodido.

—Olvidaste agregar "mejor amigo" al mencionar a Rafael.

—¡Que se joda! Yo soy tu mejor amigo, lo demuestro aceptando ir contigo sin saber a dónde. Estoy poniendo en peligro mi carrera; si mis clientes se enteran de que soy un delincuente, seguro cancelarán mis proyectos. ¿A dónde diablos vamos?

—A la casa de Thane.

—¡Perfecto! —casi salgo de mi propia piel con su entusiasmo—. Vamos a la casa del tipo que está prófugo por apuñalarte. Es como entregarte a un león hambriento por ti misma... Estás loca, pero yo lo estoy más por aceptar sin preguntar primero.

Miré al vecindario donde se encontraba la casa de Thane.

Parecía el lugar perfecto para buscar drogas y problemas con solo mirar a la persona de la esquina. Me eché un rápido vistazo. Yo llevaba unas botas de cuero negro por debajo de las rodillas, unos jeans azul oscuro y una camiseta de manga corta negra. Mi atuendo era casual y algo desgastado, lo que indicaba que no corría el riesgo de ser despojada de algo. Sin embargo, Teo destacaba por llevar pantalones con una etiqueta que revelaba una marca de alto costo, seguramente más valiosa que mi colección de ropa entera. Él vestía unos jeans del mismo tono que los míos y una camisa blanca, luciendo casual pero revelando un estilo que denotaba ser de clase alta.

Lo miré, sus ojos blanquecinos brillaban mientras observaba a las personas en la calle.

—¿Estás viendo sus auras?

Se encogió de hombros.

—Claro, si alguno tiene la intención de hacernos daño, al menos podría ver cuál es.

—¿Qué sentido tendría? Estaríamos muertos.

—Tengo conexiones con los de arriba.

—¿Y eso qué? Yo puedo ver demonios, a los muertos y con más tiempo podré ver ángeles, al igual que tú —estacioné frente a una casa de dos pisos, a cinco casas de la de Thane. Lo miré—, hace dos días estuve charlando con Anamalech, eso me da más conexiones que a ti.

—Deja que el tipo que ve humanos brillantes se sienta menos especial, eres genial.

—Eres un exagerado ridículo, no va a pasar nada.

—Traes un auto que cuesta más de lo que gano en un mes, eres hija del dueño de la mayor empresa de construcción del estado, hija de la propietaria del restaurante más popular del pueblo y vives en un castillo. Hueles a una buena opción para secuestrar, podrían sacar una buena tajada —señaló la casa de Thane—, además tanto la policía como Thane deben tener vigilado el lugar, a la primera señal de que entremos, vamos a meternos en problemas.

Solté una carcajada.

—¡Guau!, no sabía que eras tan dramático —tomé mi mochila con mi teléfono dentro—. Mira, no te traje para que ingreses conmigo. Quiero que te quedes aquí y estés atento para asegurarte de que nadie entra en la casa después de mí. Si eso sucede, envíame un mensaje de texto... ¿Por qué me miras así?

—¿Acaso no quieres que siga con vida? Cuando Gabriel se entere de que hemos venido a este lugar, me va a tomar del cuello, me arrancará los huevos y me los hará comer. Pero si descubre que te dejé entrar sola, me matará.

Su rostro se estaba volviendo rojo de ira. Sentí un poco de pena por obligarlo a hacer esto, pero era necesario.

—Mira, yo me haré cargo de las consecuencias. No puedes entrar porque necesito a alguien que esté alerta, y esa persona eres tú —abrí la puerta—. Solo asegúrate de estar pendiente y nada me sucederá. Entraré y saldré.

—¿Por dónde planeas entrar? ¿Realmente crees que esos policías invitarán a la anciana a un trío? —escupió, ambos observamos a los dos policías de pie frente a la casa que pretendía explorar—. No permitirán que te acerques ni a un metro.




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