Querido Diario

Día Seis

22 𝓓𝓮 𝓔𝓷𝓮𝓻𝓸.

𝒬𝓊𝑒𝓇𝒾𝒹𝑜 𝒹𝒾𝒶𝓇𝒾𝑜

¿Alguna vez has estado en una celda, con olor a orines, sudor y vómito?.

¿No?, bueno yo lo estado, me paso este día y fui encarcelada por confiar en mi buen vecino.

Ahora no voy a escribir recuerdos de mi pasado, no, estoy demasiado molesta como para siquiera pensar en algo.

●●●

Estaba molesta e inquieta porque Gabriel me había mentido o posiblemente estaba ocultando algo, pero sentía más curiosidad por la mujer que se encontraba en su casa, la podía sentir mirando hacía mi casa todos los días, así que aproveche que no veía movimiento en la casa de Gabriel y me colé por la parte de entre los arbustos que solía usar cuando era más joven, solo que un poco más por la parte de enfrenté para no ver a la anciana, tenia suficiente con el sueño acumulado y el dolor de cabeza, no quería soportar sus gritos.

Acomode mi gorro gris en mi cabeza, en mi mano tenia sujeta el gorro de Gabriel en caso de que llegara a casa y me encontrara en la parte delantera de la suya, como una vil ratera.

Sacudiendo la tierra de mis jeans comencé a caminar, mire mi casa desde la puerta principal de la casa de dos pisos de Gabriel, era un contraste sorprendente, la mía parecía un castillo, las piedras con las que fue hecha tienen marcas del pasado, los marcos de las ventanas y puertas son curvadas en la parte de arriba, se que papá tuvo que renovar algunas cosas, pero fuera de eso aun conserva su fachada original. Al igual que la pequeña casa de dos habitaciones donde vive Fiora y su esposo.

Suspire.

Subí los escalones de la casa de Gabriel y toque la puerta para asegurarme que no hubiera nadie... Vivo.

A mi tercer toque y convencida de que no había nadie, abrí mi boca para hablar por primera vez con un fantasma.

Pero la puerta se abrió y Gabriel apareció en el marco de su puerta verde oscuro con su dorso denudo y cubierto de sudor.

—¿Qué estas asiendo aquí?.

Mi pregunta le hizo gracia pues soltó una leve carcajada.

—Por si no lo recuerdas, —se apunto así mismo con su dedo índice—. Es mi casa.

—Claro, yo estaba... —baje la mirada y vi su gorro en mi mano, se lo extendí —, Te vine a entregar esto, gracias por ayer. Fue realmente amable de tu parte.

—Si, bueno, algunos somos amables por naturaleza —tomo el gorro de mis manos. Intente ver detrás de él, pero no pude ver nada que no fuera muebles —. ¿Se te ofrece algo más?.

No podía decirle que de hecho quería que me dejara ver a su fantasma personal, así que dije lo que me estaba molestando aparte de la chica.

—¿Eres policía? O ¿Un distribuidor de material para construcción?.

Se tensó, podía ver con claridad sus tatuajes, como cada musculo de sus brazos, abdomen y pectorales se tensaron, pero entonces el dolor de cabeza aumentó, fue más de lo que normalmente sentía cuando solo un fantasma estaba presente, hice una mueca y me sentí palidecer, pero no mostré ningún otro gesto.

La chica estaba detrás de él, la misma ropa, la misma expresión de desconcierto.

—¿Quién eres?.

—¿Tienes problemas de memoria? —Gabriel entro a su casa, dejo la puerta abierta. La chica detrás de él —. Entra, tengo que ponerme una camisa y si mi madre se enterara que te deje afuera, posiblemente me daría una golpisa a pesar de que soy un adulto.

Entre con pasos vacilantes, había entrado a su casa con la intención de hablar exclusivamente con ella, pero no sabia que hacer.

Él tiene razón, los modales son fundamentales en una persona —lleve mi mano a mi corazón, mi cabeza se giro tan rápido de lado izquierdo que sentí como un nervio se estiró. Una mujer con sobrepeso, de cabello canoso y ojos del mismo color claro que los de Gabriel estaba sentada en la sala de estar. Me sonrió —. Eres tal y como él me lo dijo, hermosa, pero te falta comer más, estas muy delgada y pálida.

—Yo... —me quede en silenció, al menos ahora sabía porque sentía doble dolor de cabeza, por un momento me pregunte si estaba con vida, a pesar de que Gabriel la mencionó como si ella no estuviera con él, pero ahí estaba, señale a la chica—. Usted... ¿Usted la ve?.

Sacudió su cabeza y la miró.

Claro que la veo, ambas estamos más frías que el hielo.

Me sorprendió la manera tan cruda que se refirió a sus muertes.

Gabriel entro con un camisa verde oscuro.

—Escuche que estabas hablando —miro a todos lados y supe que su madre decía la verdad. Esta muerta—. ¿Era conmigo?.

Señale el sofá donde su madre estaba mirando nuestro intercambio, la chica pegada detrás de él.

Entonces la recordé y como una lunática, mi dedo paso de señalar a su madre, para ahora hacerlo con la chica.

—Eres Olivia Mendez, la mejor amiga de mi hermana —la chica se abrazo a si misma mientras yo me acercaba a ella—. Pero ¿Como pasó?, ¿Por qué éstas muerta?.

Olivia Mendez era la mejor amiga de Kate, hasta que Olivia decidió acostarse con papá. Desde entonces no volví a saber de ella, sinceramente creí que se había ido a otra parte.

Bueno quizá se fue, pero ella si se fue a los extremos.

Olivia inclinó su cabeza, miro detrás de mi, lo que me hizo recordar a Gabriel.

Cerré mis ojos y me gire para verlo.

Me hubiera reído de su expresión si no hubiera sido yo la que causo tal cosa.

—¿Olivia Mendez?, ¿Por qué la mencionas?.

Entre cerro sus ojos con lo que sospeche era incredulidad, sorpresa y sospecha, la última me tomó por sorpresa.

—Yo...

—Hablaste como si ella estuviera aquí —sus ojos vagaron por toda su sala de estar—... En mi casa.

Suspire.

Una vez le dije a mamá sobre las personas que veo y a pesar de ayudarme de vez en cuando, siento que a veces solo lo hacia para comprobar que estaba equivocada o que su hija menor no era una lunática, así que después de que me dio una medalla de San Benito de plata con una cuerda negra, la misma que debo admitir me protege de los malos, pero cuando la recibe me sentí un poco incomoda y ayudo a que no volviera a mencionar fantasmas enfrenté de ella. Me dije que nunca se lo diría a nadie.




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