Querido Diario

Día Catorce

6 𝒟𝑒 ℳ𝒶𝓇𝓏𝑜.
 


𝒬𝓊𝑒𝓇𝒾𝒹𝑜 𝒟𝒾𝒶𝓇𝒾𝑜:

Tuve que esperar a que Gabriel saliera de mi habitación para poder escribir en ti. Él, mis padres, mis hermanas, Rafael e incluso Teo estaban bastante tensos. No me dejaban levantarme a menos que necesitara ir al baño o fuera completamente necesario. Incluso a pesar de que el médico me recomendó caminar para que mi herida sanara bien, nadie me permitía esforzarme más de lo que consideraban adecuado.

Pero no nos adelantemos, volvamos al día en que me apuñalaron con un cuchillo de cocina. Fue dos días después del incidente, pero según dijo el médico, considerando el grosor de mi cintura, se sorprendió de que no hubiera salido por el otro extremo.

Ahora no sé realmente qué sucedió, y tampoco tengo intención de permitir que alguien que no sea yo escriba en ti. Así que voy a contar la versión que mis padres, Teo y Gabriel me dieron.

Desperté dos días después en el hospital. Mi cabeza palpitaba por la contusión causada por el golpe que recibí al ser derribada por el agresor. También tenía una cortada que solo necesitó tres puntos de sutura. Mi pecho seguía ardiendo y cualquier movimiento, incluso un centímetro, me causaba dolor en el estómago y en el costado derecho, donde intentaron apuñalarme. Desperté con mi mamá llorando a mi lado y mi papá sentado en un sofá cerca de la puerta. Su cabello negro salpicado de canas estaba despeinado y tenía la cabeza apoyada en sus manos. Podía sentir la tensión y la preocupación en ellos, y me sentía culpable.

—Mamá —dije con una voz que sonaba más como la de un anciano adicto a la nicotina que como algo femenino. Mamá saltó en su lugar y papá se acercó —, agua, quiero agua.

—Claro, cariño. Amato, ve por el doctor —papá me dio un beso en la frente, cuidando de no tocar donde me golpeé. Mamá, por su parte, se puso de pie, se acercó a una jarra de agua, llenó un vaso y pude ver cómo sacaba un hisopo esterilizado de su paquete—. Solo puedo humedecer tus labios hasta que el médico nos dé indicaciones sobre si puedes empezar a beber agua.

Asentí mientras mamá sumergía la punta de algodón en el agua y luego dejaba caer unas pocas gotas en mis labios. En ese momento, la puerta se abrió y entró el doctor, seguido de mi padre, mis hermanas, cuñados, Teo, Rafael y Gabriel. Me pregunté si faltaba alguien más.

Todos guardaron silencio mientras el doctor me examinaba. Levantó mi bata y cubrió la parte inferior con la sábana blanca. Con cuidado y con la ayuda de un enfermero, me quitaron la venda y con unas pinzas alejaron las gasas de las heridas.

—Pero... ¿por qué tengo tantas suturas? —pude ver la herida donde antes estaba el cuchillo, así como otra en el centro de mi estómago—. Solo me apuñalaron una vez.

Mamá dejó escapar un jadeo y mi padre soltó una maldición entre dientes.

—El cuchillo perforó tu riñón, no pudimos salvarlo. Ahora tendrás que cuidar un poco más el otro. También cortó una parte de tu intestino grueso.

—Oh.

—Estás bien, no te preocupes. Solo necesitamos cuidar las heridas para evitar infecciones, así como seguir una dieta especial para tu intestino —el médico miró a mis padres y luego a mí—. El análisis de sangre que te hicimos mostró indicios de anemia, deshidratación, pérdida de peso, un caso leve de taquicardia y aparentemente sufres de insomnio grave.

—Me tranquiliza saber que estoy bien.

—Sophie.

Miré a mi padre, con solo mencionar mi nombre, supe lo que quería decirme.

Que guardara silencio.

—Eres una mujer joven y sé que puedes recuperarte rápidamente —continuó el médico—, pero te vamos a dejar unos días más con nosotros, hasta que veamos que puedes comer y digerir los alimentos correctamente.

—Espera... ¿dijiste más días? —mi madre evitó mirarme al igual que mi padre, mis hermanas tenían expresiones preocupadas, así que me detuve en Gabriel—. ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

—Dos días.

—¡Dos días! Todos están aquí, ¿quién está cuidando a Gabi?

—¿Gabi?

—Sí, mi gata, la que tú me regalaste.

—¿Por qué Gabi?

—Bueno, su nombre completo es Gabriela, pero si un día le grito y responde una chica, no puedo decirle que es el nombre de mi gata, así que le digo Gabi.

—Le pusiste mi nombre.

Pude ver el movimiento de sus labios, como si fuera un tic o algo así.

—Bueno, Gabi está en casa —miré a mi madre, me sorprendió ver la distancia entre ella y papá. Su divorcio terminó en malos términos, así que me sorprendió que estuvieran en la misma habitación—. Kate fue a darle de comer.

Asentí y volví a dirigir mi atención al médico.

—Disculpe, interrumpimos.

—No hay problema. Como decía, eres joven y puedes mejorar rápidamente con descanso, una buena alimentación y vitaminas... Marcos, vuelve a colocar la venda en su lugar —el enfermero asintió, se puso dos guantes de látex y continuó colocando la venda con mi ayuda, mientras el doctor daba instrucciones. Yo ayudaba al enfermero a sostener las esquinas en cada vuelta. Cuando estaban por salir, el médico me miró—. Me dijeron que sufres de migrañas.

Miré rápidamente a todos. Sabían por qué tenía migrañas, así que no era necesario que lo mencionaran.

—Algo así.

—Te voy a recetar medicamento para ayudar a disminuir el dolor.

—Gracias.

—De nada. Si necesitas algo, no dudes en llamar.

Mis padres, Kate y su esposo salieron detrás de él. Meghan, Gabriel, Rafael y Teo se acercaron para ver cómo el enfermero seguía vendando mi estómago.

—Sophie, me alegra que estés despierta.

Asentí a mi cuñado.

—Yo también. Gracias por estar aquí.

Me sonrió y salió de la habitación. Mi hermana se disculpó y salió detrás de su esposo.

—¿Puedes ponerle cinta para que no se mueva la gasa?

El enfermero negó con la cabeza a Gabriel.

—Normalmente usamos cinta microporo, pero la madre de Ángel nos dijo que es alérgica, así que le hemos puesto un parche de tegaderm —Gabriel alejó con cuidado mis manos de la venda y puso las suyas en su lugar. Juntos terminamos de colocar el vendaje—. El pegamento es diferente y es muy efectivo para mantener la herida limpia.




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