¿quién eres? - Observación

Capítulo 18.

Tuto no tenía intenciones de que el asunto terminara.

 

―¿Crees que te dejaré salir?, ¿en serio?, aquí no hay cámaras de seguridad, mi querida…

 

Y una sombra pasó velozmente por al lado de ellas.

 

―¡No es tu querida ni nada parecido, Tuto! ―llegó corriendo Teo junto a algunos profesores y apoderados―. ¡Se terminó tu visita!

 

Ellas lanzaron un suspiro aliviado y Pitu sintió el abrazo de Consu, al fin la pesadilla había terminado, eso pensaban todos.

 

―¿Qué cree que está haciendo usted? ―preguntó un profesor mirándolo.

―Solo conversábamos ―respondió aún adolorido por la patada que había recibido.

―¿Qué cree?, las cámaras de seguridad del pasillo lo registraron.

―¡No hay cámaras!

―Las hay, solo que no todos lo saben, tal como es su caso ―el profesor las miró preocupado―, ¿están bien?

 

A Tuto se lo llevaron unos profesores junto a algunos voluntarios, en tanto, Consu se fue con Rosi que seguía llorando desconsoladamente y no era para menos, en tanto, Teo ayudó a Pitu para revisar su herida en la mano.

 

―¿Estás bien, Pitu? ―preguntó Teo desesperado.

―Sí, bueno, me duele mi mano ―y trató de ordenar sus ideas.

 

Pitu a esas alturas era un manojo de nervios, y Teo le envolvió su mano con un paño de cocina que no tardó en mancharse de sangre.

 

―¡Ese Tuto es un imbécil! ―dijo Teo enfurecido―, a lo que se entere Santiago…

―Se va a molestar conmigo ―lo interrumpió Pitu sintiéndose fastidiada por el asunto de las reglas de convivencia.

―¿Qué?, no ―la miró sorprendido como si estuviera hablando ella fuera de toda lógica―, ¿cómo se va a molestar contigo si tu ayudaste de una de las niñas?

―No está en su protocolo de emergencias…

―No te preocupes por eso.

―Me preocupa que piense que hago las cosas en su contra, ya no quiero seguir discutiendo, todo ese asunto me tiene aburrida, Teo.

―No va a pesar eso, si no, yo lo haré entrar en razón, pero, olvídate que él va a pensar que lo hiciste porque estás en su contra, Pitu ―y él la abrazó tiernamente.

―Gracias, necesitaba el abrazo ―suspiró profundo sintiéndose aliviada de estar a salvo.

―Ahora hay que ver tu mano, porque si no Santiago nos fulmina por irresponsables a lo que se entere ―dijo Teo a quien su teléfono le comenzó a vibrar y observó la pantalla donde iban apareciendo varios mensajes―, ¡qué te dije!, ahí me está preguntando…

―Dile que estamos bien y seguramente a lo que aparezca ahora…

―No, él no vino hoy ―dijo Teo haciendo el alcance.

―¿No vino?, ¿eso es posible? ―se sorprendió de solo escucharlo como posible.

―Se quedó para una prueba que tiene el lunes a primera hora, ha estado de lleno con el estudio. Incluso sale algunos días muy temprano en la mañana para irse en metro hasta la UESTA y se queda estudiando en la biblioteca mientras espera sus clases.

 

Ahora caía en cuenta Pitu la razón del porqué se lo habíaestado encontrado en el metro por las mañanas.

 

Pero como todo el asunto ocurrió unos minutos antes que comenzaran las actividades, Teo aconsejó a Pitu que fuera al médico.

 

―¿Necesitas que alguien te acompañe?, puedo hablar con Facho…

―¡No! ―se negó de solo recordar las palabras de Tuto―, llamaré a una amiga para que venga por mí y te aviso qué me dice el médico.

―Bien, bien ―la miró algo extrañado por su reacción cuando nombró a Facho―, pero primero iremos a dejar la denuncia a la policía.

 

Teo le vendó con sumo cuidado la mano a Pitu que tenía la mano hinchada por el golpe y se estaba poniendo de color morado, por lo que estaba seguro de que se le vendría un gran hematoma que no podría disimular fácilmente, mientras que Lisy pasaría por ella a la estación de policías junto a su novio, pensando que le había pasado lo peor del mundo.

 

Mientras realizaban la denuncia, los profesores llevaron las grabaciones de las cámaras de seguridad como pruebas, testigos y todo lo que pudiera dejarlo con alguna sanción.

 

Luego, Lisy acompañó al hospital a Pitu para que revisaran su mano y un golpe que la aquejaba en la espalda, horas después ya iban de regreso a dejarla al edificio donde vivía.

 

―Me explicas ¿cómoaese tipo lo denunciaron y tú terminaste herida? ―preguntó Lisy preocupada.

―Ayudé a esa niña…




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