El fin de semana, Pitu invitó a sus amigas, pero la única que podía ir era Romi quien casi la dejó sorda de todo lo que gritó de felicidad, claro, le advirtió que a lo que divisara al Emperador, le iba a decir que se pasaba de idiota y unas cuantas cosas más que tenía por reclamar.
Bajo esa amenaza casi latente de su mejor amiga, Pitu quien no sabía bien a qué habían ido, solo tenía en mente que, si se llegaba a encontrar con el chico de la sonrisa bonita, lo primero que haría sería preguntar su nombre, y así iba mentalizada cuando se juntó con Consu en la entrada de uno de los edificios de la UESTA, y caminaron hacia un gran auditórium.
Yuyu les hacía señas junto a una amiga que generalmente también ayudaba en el voluntariado paradas arriba de una butaca, a lo que ellas se acercaron para poder sentarse. El lugar comenzó a llenarse rápidamente más chicas que chicos, por lo que comenzó a despertar la curiosidad de Pitu sobre dónde había aceptado ir.
De la nada, sintió que alguien la miraba intensamente, esperanzada se giró para ver si era el chico a quien había olvidado preguntar su nombre, pero se encontró con la cara de Santiago que estaba sentado junto a Teo metros más atrás de ellas, se fastidió y lo ignoró al igual que mostrárselo a Romi, porque ya veía que le iba a reclamar algo.
―Consu la invitó ―comentó Teo.
―No sé de qué hablas…
―A mí no me engañas, la has estado mirando desde que llegamos, Santiago.
―No hables tonterías, solo me sorprende verla por estos lugares, ya, esto va a comenzar ―se cruzó de brazos mostrándose molesto.
Las luces se apagaron y el escenario de iluminó, comenzó a sonar una música folclórica cuando un grupo salió a bailar.
―¿Alguien lo ve? ―preguntó Yuyu mirando hacia el escenario y su voz cambió radicalmente―, ahí está, lo veo, está de traje azul.
Traje azul, traje azul, traje azul, repitió Pitu mientras buscaba con su mirada aquella descripción, y quedó impactada cuando lo reconoció, era Facho.
―¿Quién es Pitu? ―le pegó un codazo para que se despabilara.
―Es Facho.
―¡No bromees!, él es el chico que según tú había ido a vender galletas ―dijo Romi cuando se percató que Yuyu la estaba mirando.
―¿Segura?
―Obvio.
Por más que miraba Pitu a Facho no le cabía en su cabeza de cómo no se había dado cuenta de que la había estado engañado todo este tiempo con su amabilidad, pero a los dos minutos de despabiló mirando sorprendida cómo Romi ya estaba gritando junto a Yuyu y a un montón de chicas cuando aparecieron los chicos bailando música polinésica.
―¿A qué vinimos exactamente, Consu? ―preguntó casi riéndose por cómo gritaba Romi.
―Es una presentación del grupo folclórico donde participa Facho, siempre lo venimos a apoyar.
―¡No puedes tener un amigo así, Pitu! ―intervino Romi la conversación y habló en voz baja extasiada.
―Solo es Facho ―dijo ella casi sin importancia.
―¡No puedes hablar en serio!, ¡yo me inscribo es ese grupo!, ¡mira como baila, Pitu! ―le señaló como algo obvio.
―No seas exagerada, Romi.
―Pitu, en mi vida he visto un chico moverse así.
―Seguramente que es por el baile que estás tan emocionada.
―¡Es que no puede ser tu amigo!, es demasiado…
―No lo digas ―la interrumpió Pitu.
Se cruzó de brazos a observarlo y aunque aún tenía ganas de desenmascararlo, no podía evitar sonreírse divertida al verlo bailar.
Al terminar la presentación esperaron a Facho cerca de media cuadra de la UESTA, saludó a todos, acercándose a Pitu quien casi le lanzó encima a Romi presentándosela, a lo que ambos la miraron sorprendidos por su brusca reacción.
Caminaron hacia el departamento de Gael que quedaba cerca de la UESTA y lo había prestado para una pequeña celebración por la presentación de Facho, pero llegaría un poco tarde. Teo se ofreció en cargar a Pitu sobre su espalda con cuidado, en tanto, Yuyu junto a su amiga iban pasos más adelante conversando con los chicos y de vez en cuando Facho se daba vuelta mirando hacia donde estaban las demás, entre ellas, Pitu.
Al llegar, Teo molestaba a Facho con su movimiento de caderas, lo que provocó que algunos llegaran a llorar de la risa con la mala imitación y a pesar de que Pitu le había dicho a su amiga que solo se quedarían un rato, Romi se fue entusiasmando a lo que conversaba con Yuyu, en tanto, Pitu se estaba haciendo la idea de que mañana irían a clases casi en estado zombi por el sueño.