¿quieres un café?

Capitulo 7

Sin darse cuenta del tiempo transcurrido entre risas y algunos chistes malos, Armando nota que el sol se está poniendo, Antonia aun sigue riéndose por la tontería de Armando de colocar sal a su café.

— Creo que el tiempo pasa volando cuando te diviertes.

— ¿A qué te refieres? — Pregunta la chica intrigada. — Mira el sol esta ocultándose. — Armando no quita la mirada de Antonia mientras se gira para ver la ventana detrás de ella.

— Es cierto, el tiempo se ha pasado volando. — Se crea un pequeño silencio entre los dos. 

 — Sabes — Dice Antonia mirando fijamente a Armando.

— Dime.

— No olvídalo. — niega con sus manos y se sonroja.

— Antonia por favor dime. — Dice Armando formando una suave sonrisa en su rostro.

— Es que fue una idea.

— Pero dime mujer por favor. — Armando ríe.

— Estamos algo lejos la verdad puede ser algo molesto para ti por la distancia, deja así.

— Antonia no me gusta rogar a las personas, pero creo que hare una excepción contigo, por favor dime. — Suplica Armando.

— De acuerdo, es que unas calles cerca de mi casa hay un parque muy bonito y de noche es realmente estupendo. — Las mejillas de Antonia se tornan tan rojas como un tomate.

— Estaba bien entonces vamos a ir, deja pago la cuenta y vamos. — Antonia, queda atonía al ver lo que Armando está por hacer, trata de alcanzarlo para ella poder pagar por su almuerzo, pero al llegar Armando ya ha pasado su tarjeta de crédito.

— No es justo, podía pagar. — Dice sacando dinero de su bolso para pagar su parte mostrándoselo a Armando.

— Lo sé, no eres ninguna inútil y mucho menos, pero esta vez eres mi invitada.

— Muy bien, pero la próxima vez pago yo.

— Muy bien, en nuestra próxima cita, me dejare invitar. — Los dos se sonrojan al darse cuenta que iban a salir otra vez, sin haberlo planeado.

— Señorita, sigo sus pasos no tengo idea por donde es el parque. — Armando como un caballero dobla su brazo para que Antonia lo agarre; ella sonríe y comienzan a caminar; el recorrido dura menos de una hora, los dos siguen hablando y conociéndose un poco más.

Antonia aun no puede creer que este al lado del hombre que le ofreció comida la primera vez que había entrado al pequeño restaurante donde trabaja, al verlo se dio cuenta que algo había cambiado en él, no estaba muy segura que era pero convencida que estaba diferente; no podía evitar dejar de ver su rostro mientras el hablaba de unos edificios que estaban haciendo con el hombre con quien siempre iba a comer; en ese momento a ella no le importaba saber mucho sobre ese proyecto; era la primera vez que podía detallarlo muy bien. Era muy complicado hacerlo mientras trabajaba, si lo hacía mientras él ordenaba su amigo se daría cuenta que ella lo estaba observando, mientras esperaba que le dieran la orden sus compañeros se darían cuenta.

— ¿Qué ocurre? — Pregunta Armando cuando se cerciora que Antonia lo estaba observando detalladamente.

— Nada solo estaba escuchando cuidadosamente lo que decías de las casas. — Antonia sonrío pensando que se había librado de una complicada explicación.

— Este parque es hermoso, se nota que muchas parejas vienen aquí.

— ¿Por qué lo dices? — Inquiere Antonia.

— Mira. — Armando señala a todas las parejas a su alrededor, tomadas de la mano, unas besándose y otras tiradas en el césped viendo las estrellas.

— Me gusta esta vista. — los ojos de Antonia se abren al escuchar a Armando de decir eso, gira con cuidado para verlo y nota que está mirando al cielo.

— Las estrellas — Dice Antonia emocionada. — Se ven increíbles.

— La última vez que vi las estrellas así tenía más o menos unos ocho años, era verano, estaba con mis hermanos y Gregorio fue un día inolvidable. — Antonia no dice nada, solo escucha lo que dice Armando mientras parece que el recuerdo que pasa por su cabeza le gusta y sonríe.

— Está comenzando hacer frio — Antonia se abraza a sí misma.

— ¿Quieres mi chaqueta? — pregunta Armando sujetando las solapas.

— ¿Estás loco? — Dice Antonia muy exaltada terminando con una risa.

— De pronto un poco — Armando rio. — pero tienes razón está comenzando hacer más frio, deberíamos irnos, me dijiste que tu departamento está cerca de aquí. — Antonia asiente, mientras los dos caminan a la par para salir del parque y marcharse.

— ¿Dónde queda tu departamento exactamente?

— A cinco calles de aquí. — Armando asiente. — ¿El tuyo está muy lejos? — Antonia mira a Armando que ahora se encuentra serio, tal vez sería por el frio.

— Si un poco, bueno la verdad muy lejos de aquí. — Antonia muerde su labio inferior de preocupación, Armando no parece nada contento.

— En la siguiente calle encontraras un hotel siempre hay taxis estacionados uno podrá llevarte a casa. — Armando se siente insultado.




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