SKYLAR BANNERMAN.
"Ya han pasado muchos días"
"Atiende mis llamadas"
"Por favor"
"Te extraño"
"No aguanto un día más sin ti..."
"Te van a entregar un detalle de mi parte hoy"
"Espero puedas perdonarme"
Sus mensajes fueron enviados a las 3:50 de la madrugada, cuando yo estaba dormida.
Me quedo absorta en la pantalla de mi celular, leyendo en mi mente una y otra vez sus textos, sintiendo una punzada desgarradora en mi corazón. El leer que me extraña me hace darme cuenta que yo también lo extraño, lo extraño a montones, lo extraño como nunca extrañé a alguien, extraño escuchar su voz, ver su sonrisa o reírme junto a él. Echo de menos a la Skylar que era con él, pero quiero mentirme a mí misma de que no lo hago.
Mis dedos pican por querer responderle de la misma manera, sin embargo, solo bloqueo la pantalla, sin siquiera tomarme la molestia de meterme a la aplicación para leerlos, porque no puedo, sé que mi debilidad estaría totalmente expuesta y podré ceder. Y algo dentro de mí no lo permite. No aún.
Observo las casas y los árboles pasar a través de la ventanilla del auto de mi padre y suelto un suspiro inconscientemente, apoyando el puño de mi mano sobre mi cachete, intentando distraerme.
—¿Y ese suspiro, hija? —centro mi atención en mi padre, que me mira de reojo mientras me lleva a la prepa.
—Solo tengo sueño, pá —miento, reposando mi cabeza sobre la cabecera del asiento.
Lo escucho reírse por lo bajo y me cruzo de brazos. —Pero ese no fue un bostezo, fue un suspiro.
Niego con la cabeza y él se detiene en un semáforo en rojo y aprovecha para beber de su café de las mañanas.
—¿Andas de enamorada ya? —continúa y me río tratando de fingir gracia, esperando no sentir el calor en mis mejillas y que me delate.
—Claro que no, papá —comento, mirándolo a los ojos, esperando que me crea.
—Ya estás en la edad, hijita —murmura, y bajo la vista a mis zapatos.
—Pero yo te dije que jamás tendría novio y que siempre me quedaré contigo —le recuerdo, acordándome de mi yo pequeña asegurándoselo al salir del kínder.
"—Papá, una niña del salón dice que tiene un novio pero iugh —hice una mueca de asco, sintiendo escalofríos en mi cuerpo —. Qué asco me da.
Mi padre se empezó a reír mientras caminábamos agarrados de las manos. —Cuando crezcas no creo que me digas eso, Sky.
—No papi, te juro que yo siempre me quedaré contigo y que nunca pero nuncaaaaa tendré novio —prometí, enseñándole todos mis dientes en una grande sonrisa."
Mi papá se ríe y yo nostálgica con el recuerdo sonrío. –Pero ya estás grande, hija, y no me opondré a eso.
—Pero sí me quedaré siempre contigo.
Levanta las cejas. —Pero tendrás un novio.
Me echo a reír con él y el sonrojo inunda mi rostro, es algo que no puedo negarle así que solo guardo silencio.
—Solo cuídate, hija, porque así como hay hombres buenos, también hay malos —siento su mano despeinarme el cabello y hago una mueca, arrugando mi nariz —. Y no me gustaría verte sufrir por nadie.
—No te preocupes, ¿sí? Yo sé cuidarme, papá —le aseguro, acercándome a él para dejarle un beso en la mejilla y tomar mi mochila, esperando que termine de estacionarse para bajar.
—Está bien, suerte hoy en tus clases —le sonrío y bajo del auto, cerrando la puerta con cuidado, mi papá se despide de mí desde adentro y emprende marcha hacia su trabajo.
Cruzo la calle y en la acera de en frente el auto cromado se gana toda mi atención, le sonrío con emoción y me apresuro en llegar, entonces la puerta se abre y un Dante sonriente sale.
—¿Acabas de llegar? —pregunto, saludándole con un beso en la mejilla.
Él sin dejar de sonreírme también me besa el cachete.
—No, de hecho te estaba esperando.
—¿Me estabas esperando? —Repito, frunciendo mis cejas.
—Sí, para que no entraras sola, Sky.
Las esquinas de mi boca van levantándose lentamente, creando una sonrisa chiflada en mi cara. —Qué bonito, Dante.
—Mañana puedo pasar por ti antes de venir —propone, recargándose en el auto.
Ladeo mi cabeza. —Pero mi casa no te queda de pasada.
Se encoge de hombros. —No importa.
Aplano mis labios, sintiendo un poco de vergüenza si hace eso, no quiero aprovecharme de él.
—Pero vas a gastar más en la gasolina.
Sonríe, tocándome la punta de la nariz con su dedo índice. —No importa cuánto gaste, con tal de ser el primero en verte, me es suficiente.
Me sonrojo, recordando su confesión de la noche anterior.
Quisiera responderle de la misma manera, pero no creo que pueda, ni llegando diez chicos más hará que me desenamorare de Alex, sueno boba, pero no hay que engañar a nadie cuando lo claro está claro. Y me culpo, porque no quiero darle ilusiones, no quiero que la cadena se repita, no quiero gustarle a Dante, porque estaría en mi lugar cuando Alex estaba con Carrie, pero tampoco sé cómo decírselo, porque no quiero perder su amistad.
Entreabro mi boca para responderle algo, pero su atención se posa por unos segundos detrás de mi espalda, lo veo asentir con la cabeza y volteo a donde él observa, para encontrarme a Daniel y Karen caminar hacia nosotros tomados de las manos.
Ambos están sonriendo.
Al menos a ellos si les dura el amor.
—¿Nos estaban esperando? —Karen cuestiona al llegar, dándome un abrazo con fuerza, en lo que Dante y Daniel se saludan chocándose las manos.
—Obvio —respondo riéndome, y ella me toma de la muñeca, invitando a que camine junto a ella y dejando atrás a Daniel y a Dante.
—Tengo algo que darte —informa, y rasco mi nuca, sabiendo de lo que habla Karen.
"Te van a entregar un detalle de mi parte hoy"
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Editado: 29.05.2023