ALEX BRUCE
Me remuevo sobre la cama y alzo el brazo esperando abrazar el cuerpo de Skylar a mi lado, sin embargo, mi brazo cae de golpe sobre el colchón vacío. Arrugo mis cejas con confusión, echando de menos su calor corporal y comienzo a escuchar en la lejanía susurros dentro de la habitación, sonrío aún con los ojos cerrados y me incorporo lentamente en la cama.
—Ya te mandaré la ubicación, tía, ¡lo juro! —susurra Skylar, sentada en la esquina de la cama con una de mis camisas. Mi sonrisa inmediatamente se hace más grande, porque no hay mejor manera de despertar teniéndola a ella ya conmigo —. Ya alistaré mis cosas para esperarte afuera.
—¿Cómo que ya te vas? —pregunto, tallándome la cara. Sky da un respingo terminando la llamada y me voltea a ver; tiene el cabello negro desordenado y mi camisa la tiene desabotonada, debajo no trae absolutamente nada.
Sus mejillas comienzan a enrojecer y suelta su celular en la cama, ella gatea hacia mí y la observo con admiración, todo embobado. —Buenos días, guapo.
Ladeo mi cabeza y estiro mi mano para alcanzarla y acercarla más a mí. —Buenos días, preciosita.
Paso las yemas de mis dedos sobre la suave piel de su rostro y me inclino para darle un pequeño beso en la boca.
—Tenía tanto tiempo que no dormía tan a gusto a cómo dormí anoche —comento, mirando sus ojos verdosos.
Skylar sonríe mostrando todos sus dientes. —¿Y eso a qué se debe?
—A que ya estoy con mi felicidad.
Le doy un beso en la frente, sintiendo la calidez invadir mi ser y la rodeo con mis brazos, refugiándome en ella. Una torrente de emociones se me mezclan al tenerla después de mucho tiempo echándola de menos.
—Me hace feliz saber que somos felicidad mutua —susurra, abrazándome con fuerza durante unos segundos —. Peeeero..., ya me tengo que ir, mi tía viene en camino a recogerme.
Hago una mueca cuando se aleja de mí para ponerse de pie.
—Pero tenemos que hablar —murmuro, poniéndome también de pie y acercándome a ella que está frente al espejo peinándose el cabello.
—Lo sé, lo sé —exclama apurada, enfundándose en el vestido de anoche. Mis ojos descarados la recorren de pies a cabeza mientras se agacha para que le entre por la cadera y maldigo por lo bajo, distrayéndome —. Pero lo haremos después de clases, ¿sí?
Muerdo mi labio inferior y ladeo la cabeza para observarla con mayor determinación, el color del vestido contrasta y resalta tan, pero tan bien con su piel que solo puedo quedarme absorto mirándola.
—¿Sí? —vuelve a repetir y meneo la cabeza saliendo de mi ensoñación. Le asiento estando de acuerdo y me acerco a ella cuando la veo hacer una mueca a través del espejo por no alcanzar a cerrar el cierre de su vestido.
Bien, solo es subir el cierre, no bajarlo.
¿Y si se lo bajo y la beso?
No. Solo subírselo.
Pescó el broche del cierre y Skylar baja la cabeza para dejarme accesible su espalda, subo con lentitud mirando los lunares de su piel hasta que la cubro completamente.
—Júramelo —pido, tomándola por los hombros con delicadeza y girándola para que quede frente a mí.
—Te lo juro —asegura, poniéndose de puntitas y dándome un beso en la boca, sellando su promesa.
Entreabro mi boca para hablar, pero el sonido de un bocinazo desde afuera nos hace ponernos alerta, y Skylar se escabulle por la habitación para recoger su bolso con prisa.
—¿Tendrás problemas? —inquiero con preocupación.
—No si mi tía no dice nada —contesta pasándome por un lado y girando el pomo de la puerta —. Te veo más tarde y hablamos, ¿sí?
Muerdo mi labio inferior, suspirando. —Pero despídete bien.
Skylar suelta una risita y se acerca a mí para rodearme el cuello con sus brazos y plantearme un casto beso de despedida que me deja sonriendo como un completo idiota.
•••
Bajo las escaleras de la casa asegurándome de traer conmigo el celular de Sky que lo dejó olvidado por sus prisas de irse y antes de llegar a la puerta escucho un grito proveniente de la cocina.
—¿No vas a desayunar antes de irte, Alex? —me detengo al oír la voz de mi madre y oigo los pasos de sus tacones viniendo hacia mí.
—Tengo mucha prisa, madre —me excuso con ella, rascándome la nuca —. Me esperan afuera.
Su rostro se ilumina. —¿Es Carrie?
Aquí vamos de nuevo.
—No —niego, fastidiado de que siempre me pregunte por ella —. Es Daniel.
Mi madre forma una mueca, porque claramente esperaba que fuera Carrie. A veces el resentimiento me llega cuando solo me habla o pregunta por Carrie, nunca pierde la oportunidad de parlotearme acerca de su "nuera favorita" y casi siempre me hace la misma y repetida pregunta: «¿cuándo vas a volver con ella? Sin saber exactamente que su "nuera preferida" me engañó.
—Esperaba verla anoche en el evento.
Yo no.
—Me imagino que si hubiese ido habría sido la más bonita de todas las que andaban ahí —sigue y río sarcásticamente —. Hasta le di una llave de la casa.
—¿Qué hiciste qué?
—Sí, para que viniera a hablar contigo y llegara de sorpresa —explica y asiento, sin querer discutirlo.
—Se me hará más tarde, mamá —le doy un beso en la mejilla y le sonrío —. Nos vemos.
—Cuidado, cariñito, ¡me saludas a Carrie si la ves! —abro la puerta de la casa dispuesto a irme —. ¡O mejor dale un beso de mi parte!
Salgo de casa y veo a Daniel apoyado en la puerta de su camioneta, él lanza el cigarro que tiene en la mano y me acerco a él, olvidando rápidamente a mi madre y el tema de Carrie.
No quiero sonreír y delatar mi felicidad, pero la emoción por contarle de Skylar me gana y termino sonriéndole.
—Es por Skylar esa sonrisa, ¿no? —cuestiona, metiéndose las manos a los bolsillos de su pantalón.
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Editado: 29.05.2023