SKYLAR BANNERMAN.
Faltar a la preparatoria fue fácil con la mentira que le inventé a papá, en el transcurso del día recibí mensajes de Karen y Daniel poniéndome al tanto de lo que pasaba por allá, los rumores de mí siguen, unos más fuertes que otros, algunos hasta acusan a Alex de haberlo divulgado él, y otros diciendo que la única culpable soy yo solo por disfrutar de mi libertad sexual, de la persona que más hablaban mal solo soy yo.
Me sobo mi rasguño con la pomada que me compró Alex y suspiro, desactivando temporalmente mi cuenta en Facebook para dejar de recibir solicitudes y mensajes.
Sintiéndome un poco más ligera dejo mi celular sobre la barra de la cocina y tomo una manzana del frutero, mirando en la pared la hora en el reloj. Son las cinco de la tarde, y en todo el día solo me la he pasado encerrada sin querer salir.
Escucho a mi padre bajar las escaleras de la casa y le doy una mordida a la manzana verde.
—Skylar Danielle...
Cierro mis ojos al escucharlo llamarme por mis dos nombres, sintiendo los latidos de mi corazón acelerarse, temiendo que ya sepa sobre el vídeo. Solo he estado con la incertidumbre y la misma preocupación.
Mastico el pedazo de manzana en mi boca, enderezándome en el banco en el que estoy sentada—¿Qué pasa, pa?
—Las flores en tu habitación.
Mierda.
De pronto la manzana se me atora y empiezo a toser y pegarme en el pecho como una loca.
—¿Quién te las regaló? —cuestiona, parándose frente a mí del otro lado de la barra.
Me recompongo luego de unos segundos y me trago el pedazo en seco, sintiéndome nerviosa.
—Papá...
—Solo quiero el nombre —pide, esperando a que sea rápida y conteste.
¿Le debo de contar ya sobre Alex? ¿Será ya el momento? Sé que no ha pasado tanto tiempo, pero que en algún momento ya sea tarde o temprano lo tendrá que saber, y si no es por mi boca, para mi mala suerte será por el maldito vídeo.
Me armo de valor y levanto la cabeza. —Me las regaló Alex —murmullo, apenada porque jamás le he presentado a un hombre como novio.
La sorpresa en el rostro de mi padre es evidente. —¿El Alex que yo conozco?
Desvío la mirada, cohibida. —Sí...
—¿Y hace cuánto que están saliendo? —pregunta con seriedad, y yo siento todo mi cuerpo acalorarse —. ¿Y por qué no me lo dijiste?
—P-pues apenas tenemos poco, duramos mucho siendo amigos, por eso no lo sabías —explico, retorciendo mis dedos, olvidando la manzana que estaba comiendo.
—Está bien —responde, aceptándolo, y levanto la vista para ver si habla en serio —. Tienes mi permiso de salir con él, sé que es un buen muchacho, pero también necesito hablar con él.
—¿P-para qué?
—Está saliendo con mi hija, debemos aclararnos unas cosas entre hombres —suelta, dejándome callada. Su celular es mi salvación cuando le comienza a sonar y sale de la cocina.
Tomo mi celular sin perder tiempo y lo desbloqueo, entrando rápidamente al chat de Alex para informárselo.
«Ocurrió un problema«
Le doy a la opción de enviar y aprieto mis labios, mirando que él los lee inmediatamente.
«¿Qué ocurre, muñequita? «
«¿Te están molestando de nuevo?«
Muerdo mi dedo pulgar, pensando qué tal vez él todavía no quería que supieran que estamos saliendo.
«No, nada de eso, lo que pasa es que mi papá miró las flores«
«Y tuve que decirle que estoy saliendo contigo«
Su respuesta es rápida.
«¿En serio? ¿Entonces ya le puedo decir suegro? 😏«
Sonrío como una tonta, escribiéndole una respuesta junto con un emoji también.
«Y quiere hablar contigo también...😬 «
La última hora de conexión aparece en su chat y hago una mueca, preocupada, temiendo de que Alex no quiera hacerlo.
Me pongo de pie y dejo la manzana a medio comer en el refrigerador, salgo de la cocina y busco a mi papá entre los pasillos, pero lo encuentro en el despacho aún hablando por teléfono.
Mi celular repica e inmediatamente leo su mensaje.
«Está bien, preciosa, mañana yo paso por ti «
«¿Y hablarás con mi papá? «
«Claro, hay que saludar al suegro, muñeca «
Suelto una risita divertida, sintiendo el ambiente aligerarse y las famosas mariposas aletear en mi panza.
• • •
A la mañana siguiente me despierto por la alarma de mi celular. Falta una hora y media para la hora de entrada en la preparatoria; mis hombros caen, porque todavía no quiero ir, no quiero que me vean o escucharlos hablar mal de mí, pero sé que tengo que enfrentar la situación y no dejarme vencer para que hablen más de mí, así que con pocas ganas me levanto de la cama y me encamino a bañarme, en dónde no tardo ni siquiera los treinta minutos.
Al estar lista observo mi reflejo en el espejo, estando inconforme con lo que veo, porque el rasguño en mi mejilla aún sigue demasiado notorio y no lo puedo tapar con maquillaje porque debo dejar la herida respirar. Tomo todas mis cosas y arrastro los pies, deseando que suceda cualquier cosa para no presentarme a las clases, incluso doy pasos lentos no queriendo bajar, pero en el último escalón lo que me espera es mi papá y un mensaje de Alex informándome que ya llegó.
—¿Alex vendrá por ti? —me pregunta, recargándose en la pared. Ni siquiera me dice buenos días o cómo amanecí, solo va directo al grano.
Trago saliva.—Sí, él ya está afuera.
Papá sonríe forzosamente, aparentando estar feliz. —Qué bueno —exclama y entrecierro mis ojos —. Hablemos con él.
—Pero pa... —ni me deja hablar, solo se encamina a la puerta conmigo pisándole los talones —. Es que no es necesario si ya lo cono...
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Editado: 29.05.2023