SKYLAR BANNERMAN
Siento mi cabeza dar vueltas.
Insoportablemente.
Y también siento que estoy arriba de alguien. Pero quizás estoy soñando o imaginando.
Una punzada golpea mi cabeza y frunzo mis cejas, me remuevo con brusquedad estirando mis huesos y unos dedos me detienen por la cadera.
Me quedo quieta y abro mis ojos de golpe. No es un sueño.
Un rostro atractivo que reconozco está a centímetros de mi cara.
Pestañeo varias veces para aclararme la vista y comprobar que no sigo borracha, pero al hacerlo, compruebo que no lo estoy y que es real. Alex está dormido.
Abajo de mí.
¿Cómo carajos terminé arriba de su cuerpo abrazándolo como un chango?
Me incorporo de golpe, saltando fuera de su cuerpo y determino mi entorno. Estoy en mi habitación.
¿Por qué Alex está aquí en mi habitación? ¿Y por qué está dormido en mi cama?
Tallo mis ojos para borrarme los rastros de lagañas y rímel duro y trato por acomodar los sucesos en mi cabeza, uno por uno, por orden.
Primero, el evento y las elegancias, su madre sin aceptarme y haciéndome mala cara.
Segundo, nos marchamos y llegamos a una fiesta.
Tercero, empecé a beber shots de no sé qué.
Cuarto, fui a bailar con Karen.
Quinto, Alex y yo en el baño.
Me sonrojo al recordar lo que hicimos.
Dios. Me hizo ver el cielo y las estrellas con sus manos, sus movimientos y su...
Meneo mi cabeza y sigo por recordar.
Sexto, olvidé mi brazalete y encontré a Carrie y Daniel juntos.
Séptimo, a Karen le quebraron una botella.
Octavo, hospital.
Y ya. Y ahora que recuerdo también soñé que tenía una hermana. Me río de mí misma.
Qué sueños tan locos tengo.
Flexiono mi brazo y hago una mueca al sentir dolor, dirijo mi vista a mi antebrazo y veo un moretón entre mis venas. Presiono con curiosidad con mi dedo índice y arrugo mi frente por el dolor que me ocasiono. ¿Con qué me golpeé? Aunque parece más ser por un piquete de inyección.
Vuelvo mi mirada hacia Alex, que plácidamente duerme, solo puedo verle el costado de su rostro, su respiración es tranquila y su expresión también, duerme como si jamás hubiera dormido así de cómodo. Paseo mi dedo índice por sus cejas y sonrío. Quiero despertar con él siempre y observarlo así de tranquilo.
Bajo mis ojos por sus labios, están rosados y besables. Muuuy besables.
Pero lo que llama mi atención es una marca de dientes sobre su cuello, debí haber chupado con mucha fuerza sin darme cuenta.
Le cubro la marca con el cuello de su camisa. Él tiene toda la ropa puesta.
¿Y yo?
Miro mi vestimenta y me doy cuenta de que no dormí con el mismo vestido de anoche, en su lugar traigo un pantalón de pijama y una blusa de mangas cortas.
¿Alex me cambió de ropa? Digo, no me importaría mucho, pero, ¿lo hizo?
Remuevo su cuerpo sin hacer ruido, lo sacudo por el hombro con impaciencia. Sabemos que no tiene permiso de subir a mi habitación, mucho menos de dormir. Si papá se entera me va a matar.
—¡Alex! —grito en un susurro ronco, y aclaro mi garganta —. ¡Despiértate! ¿Qué haces aquí?
Sus cejas se fruncen, pero aún no abre los ojos.
Aprieto mis labios y vuelvo a removerlo, no es que quiera molestarlo, pero no puedo dejarlo dormir más. —¡Alex!
Él abre los ojos de poco a poco y trago saliva. El azul eléctrico de sus ojos es incluso más claro cuando despierta.
Y sí que es demasiado guapo.
Y caliente.
Digo, sexy.
Trago otra vez.
Es porque tengo sed.
Alex se despereza con tranquilidad, como si no tuviera cuidado de nada, sin detenerse a pensar que en cualquier momento puede entrar mi papá y nos verá juntos en la cama.
Me sonríe en cuanto despierta por completo.
¡No sonrías ni me mires así que querré dejarte a vivir para siempre aquí!
—Buenos dí...
—¿Cómo que buenos días? —lo corto, parándome de la cama y poniendo las manos en la cintura —. ¡¿Qué haces aquí?! ¡Te dormiste en mi cuarto!
Alex se aclara la garganta y lo veo sentarse en la orilla de la cama. Ni siquiera se quitó los zapatos para dormir, porque los trae puestos.
—Tu papá me dejó —contesta relajado y me río por su sarcasmo —. ¿Sabes qué hora es ya? Las cuatro de la tarde, pero me desperté más temprano y bajé, ya hasta desayuné con él.
Lo miro directo a la cara, esperando que sea mentira y que me diga que es una broma, pero no tiene cara de que lo sea.
Entrecierro mis ojos. —No te creo.
Él busca una manera de sentarse en la orilla de la cama con despreocupación.
—Hablo en serio.
—¿Y cómo por qué te dejaría dormir aquí?
—cuestiono y no me responde —. Mi padre nos dijo que jamás podrías entrar hasta aquí. Y menos dormir.
Alex se pone de pie y se acerca a mí, me siento chiquita a su lado. Él me coge de la nuca y me brinda un beso en la frente. Se acaba de despertar pero no parece somnoliento.
—Te traje agua y una pastilla para el dolor de cabeza —dice, evadiendo mi pregunta y tendiéndome una botella de agua que hacía en el escritorio —. ¿Tienes resaca?
Asiento un poco y tomo las dos cosas que me da. Parto la pastilla en dos partes con mis dedos y Alex aprieta los labios, conteniendo reírse de mí.
—¿Tienes que partir la pastilla para tomártela? —le doy una mala mirada por su pregunta y trago primero la mitad y luego la otra —. Anoche querías meterte a la boca otra co...
—No —lo paro, sintiendo mis mejillas arder por la vergüenza —. No digas nada.
El que me repita las cosas que quería hacer o que hicimos me causa mucha vergüenza, prefiero que no lo haga. Aún desconozco a la Skylar perversa que llevo dentro de mí.
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Editado: 29.05.2023