𝐍𝐚𝐫𝐫𝐚 𝐄𝐦𝐢𝐥𝐢𝐚:
Algo había despertado en mi interior, no sé cómo explicarlo pero nunca en mi vida me había sentido tan viva al punto de vibrar por el simple hecho de sumergirme en el mar. Era una cobarde, no enfrentaba a mi madre cuando ella me imponía cosas, como por ejemplo escoger cada uno de mis vestidos para las galas, yo amaba el color amarillo, pero ella jamás me permitía ir con un vestido de aquel color a las cenas donde estarían grandes empresarios y políticos de todo el mundo. Pero está vez sería diferente, iría con mi vestido amarillo, aquel que me compré hace un mes para la fiesta de mi cumpleaños. Alejo me hace sentir especial y creo que me da la valentía para salir de mi zona de confort, hoy mi madre está creída que ingresaré a la fiesta del brazo de Gastón, pero no será así, por primera vez soy yo quien está decidiendo sobre mi vida, había dejado de ser yo misma desde aquel día donde Nahuel intento hacerme la burla no solo del colegio, sino de toda la ciudad. Todo por ser la hija del enemigo de su padre y mi madre solo actuó frente a los directivos, haciéndome ver cómo inocente, pero en la intimidad de nuestro hogar yo fui la culpable, con apenas dieciséis años yo era la culpable de lo que aquel imbécil quiso hacer. Mi padre es el único que cree en mi ciegamente, mi madre es una mujer difícil, hace conmigo lo que mi abuela hizo con ella. Pero yo no soy como ella, yo no soy esto que ella creó gracias a utilizar su manipulación conmigo.
Sonrío al verme en el espejo, el amarillo hace contraste con el color de mi piel, la suave tela cae con elegancia hasta mis pies, la espalda descubierta se luce gracias a la trenza espiga que sujeta mi cabello, con pequeñas perlas adornando mi peinado. Tomo mi bolso de mano también en color amarillo pastel, abro la puerta y bajo las escaleras, encontrándome con la mirada de desaprobación de mi madre.
—Ese no es el vestido que escogí para ti.— me reprocha, tomo una buena cantidad de aire intentando calmar mis nervios.
—Pero a mi me gusta madre.— mi voz sale temblorosa y mi padre lo percibe.
—Ella se ve hermosa con ese color, no hagas un problema de esto Elsa.— toma mi mano y deja un beso en el dorso de ella. —Estas preciosa princesa.— le regalo una sonrisa, una que está cargada de agradecimiento y amor.
—Gastón no estará cómodo contigo.— dice mamá antes de salir, decido que al menos papá debe saber que no estaré con mi amigo.
—Papá.— lo sujeto del brazo antes de que salga. —No estaré con Gastón, está vez invité a un amigo.— me mira con sorpresa, ya que no solo con el vestido enfrenté a mi madre.
—¿Quién es?.— pregunta.
—Alejo Bardón, es mi compañero de clases y también es nuestro vecino.— mi padre suelta una leve risa, haciéndome sentir confundida.
—Mira que chico es el mundo. Alejandro Bardón, su padre es el nuevo socio de nuestra empresa familiar y es hijo del rey.— me ahogo con mi propia saliva, ahora entiendo porque su apellido se me hacía conocido, la madre de Agustín se apellida igual.
—Si me dices que no debo hablarme con él lo haré papá.— el sonríe y niega con su cabeza.
—Quien hace feliz a mi hija con una simple salida a la playa, tiene mi aprobación. Ahora solo debes enfrentar a tu madre, de mi parte siempre tendrás mi apoyo, si es lo que te devuelve la sonrisa yo apoyo lo que sea que tengas con ese muchacho.— lo abrazo sin dudarlo, él es el mejor papá del mundo, aunque no me guste que me espíe.
—Gracias pa, está noche te lo presentaré.— sin seguir atrasando nuestra salida caminamos hasta la camioneta donde mi madre ya nos estaba esperando.
Tomo mi móvil y le envío un mensaje a Alejo, pidiéndole que me espere en la entrada del salón donde se llevará acabo este gran evento, dónde muchos donarán de corazón y muchos solo para aparentar, en este ambiente no sabes quien en verdad valora tu persona, todos buscan su propios beneficios. Mi padre es una buena persona y brinda mucho apoyo a las madres solteras, a las casas hogares y logró abrir un establecimiento para ayudar a las mujeres que sufren maltratos. Pero lamentablemente mi madre no tiene el mismo corazón, es una lucha constante entre el interés material y el buen accionar. Por eso cuando finalice la preparatoria me iré del país, lejos de mi madre.
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Alejo acomodó su saco negro cuando vio que la camioneta blindada donde venía Emilia parqueaba. Se sintió nervioso, ya que él nunca había asistido a un evento así, no le gustaba alardear de quien era hijo, muy pocos sabían que era hijo de un heredero del rey, no era como sus primos.
Caminó los pasos que lo separaban, vio a los padres de Emilia bajar y luego la vio a ella, irradiando luz, con aquel hermoso vestido, su cabello y sus ojos resaltaban aún más con aquel maquillaje.
—Buenas noches.— la saludó con una sonrisa, mientras le extendía su mano, la cual la rubia la sujetó con fuerza, estaba temblando de los nervios, no quería que su madre la maltrate en aquel lugar.
—Buenas noches, gracias por venir.— su sonrisa no se borraba y su cuerpo tembló aún más cuando Alejo dejó un beso en el dorso de su mano.
—Gracias a ti por la invitación. Debo decirte que estás deslumbrante, eres hermosa Emilia.— hizo que ella se sujetara de su brazo y caminaron juntos ingresando al salón.
—¿Qué crees que haces Emilia?.— la reprendió su madre entre dientes.
—Mamá, te presento a Alejo Bardón.— ignoró lo que su madre le había dicho.
—Un placer señora.— saludó con educación, pero la mujer por más dinero que tenía la educación solía dejarla de lado la mayor parte del tiempo, sobre todo cuando no se hacían las cosas como ella quería.
—Luego hablaremos de esto en casa.— la amenazó Elsa antes de girarse e irse, pero las palabras de su hija la hicieron volver a mirarla.
—No tenemos nada de que hablar madre, Alejo será mi compañero en cada evento que se deba asistir, de lo contrario no iré.— una lucha de miradas se generó en solo segundos y Abel tomó de la mano a su esposa.
—Deja a la niña, ella ya puede tomar sus propias decisiones.— miró a la pareja de jovencitos y sonrió. —Vayan a disfrutar de la fiesta.— dijo el alcalde, por lo que la rubia agradeciendo a su padre siguieron su camino, se sentaron en una mesa mientras comían y bebían algunos de los aperitivos que estaba sirviendo.
—¿Quieres bailar?.— Alejo le extendió su mano a Emilia que con una enorme sonrisa aceptó, caminaron a la pista y al compás de Bleeding Love bailaron, sus miradas se habían anclado y todo alrededor había desaparecido. «¿Qué me hace sentir?» se preguntaba Emilia mientras se perdía en aquello que él provocaba en ella.
—Pero algo pasó por primera vez contigo, mi corazón se derritió hasta el suelo.— le cantó aquel pedacito en español, logrando que ella sonriera, que su corazón bombeara tan fuerte que él lograba sentirlo.
—Quiero irme de aquí.— dijo de la nada, sin dejar de mirarlo.
—¿Dónde quieres ir?.— le preguntó mientras la hacía girar en el lugar.
—Por un helado de vainilla y luego ir al mirador para ver las estrellas.— Alejo sonrió y antes de tomar su mano para salir de aquel lugar dejó un beso en su mejilla.
—Iremos dónde siempre te sientas tu misma palomita.— le susurró en el oído y salieron casi corriendo de aquel salón, llamando la atención de muchas personas y entre esas estaban sus padres y Agustín.
—Ella me escuchará en cuanto llegue a casa.— Elsa seguía con aquella idea.
—Dejaras que la niña haga lo que se le venga en gana. Estoy harto de tus abusos Elsa, aceptas o te largas de nuestras vidas, no estoy dispuesto a seguir soportando estos abusos con mi hija.— Abel había logrado ver cuando su esposa maltrataba a Emilia y le había advertido, está seria la última vez que ella haría algo así.
—Ese muchacho es de la familia que intentó dejarnos en vergüenza.— siguió la mujer, sin quitar la mirada de la salida.
—Emilia es tu hija y eso no significa que será igual que tú. Elsa, debes detenerte. Te amo, pero no estoy de acuerdo con este comportamiento.— y fue así donde el alcalde le dejó claro que él apoya a su hija.
Mientras que Alejo y Emilia se alejaban de aquella fiesta riéndose, corriendo con prisa hasta el auto del castaño, dispuestos a ser ellos mismos.
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Editado: 03.11.2024