Quiero un por siempre

2. Wyatt

Miré a Sydney caminar hacia el campus de la universidad, hasta que no estuvo dentro del edificio de su facultad no arranqué mi auto. Ella insistió mucho tiempo que debía dejarla venir en autobús a la universidad, que no mi auto llamaría la atención, pero eso no estaba sucediendo nunca. Además, cada vez que dejaba a Sydney y otras chicas pasaban cerca de mi ventana, por sus expresiones era obvio que mi auto era lo menos que les importaba.

Perdí a Sydney de vista una vez, y entonces el exesposo de Carly pudo haberla matado, ahora estaba seguro de que no la volvería a dejar sola demasiado tiempo.

Cuando me detuve por un semáforo en rojo, vino a mi mente la conversación que tuve con Sydney sobre la palabra boda con la que no podíamos termina de ponernos de acuerdo. Confiaba en que a ella no parecía preocuparle demasiado, y la empresa había vuelto a ser la misma de antes, pero todavía había cosas que requerían de mi atención, como la amiga periodista de Elena que había desaparecido de repente. Ya no había post crueles y su columna en la revista no había sido usada en meses. Sin embargo, sabía que solo era la calma antes de la tormenta, y estaba decidido que si crearíamos la especie de mundo que compartiera parte de nuestras vidas, debía por lo menos encargarme de todo lo que en mi mundo pudiera lastimarla.

Al llegar a la empresa, saludo al guardia de turno y a la recepcionista con un asentimiento de cabeza. Luego, me detengo frente al ascensor y espero. Mientras espero, veo a través del reflejo de la puerta del ascensor que Eliot se acerca por detrás. Cuando me alcanza noto sus ojeras y su mala cara, no es que su mala cara no sea más habitual que la mía mientras estamos en la empresa.

—¿Alguien entró a tu apartamento y te levantó a las 2 de la mañana?

—El maldito gato de mi hermana menor—masculla, y es lo único que dice sobre eso—. Por cierto, ¿has recibido algún correo sobre Weber?

Fruncí el ceño y lo miré.

—Todo lo que tiene que ver con Ancel Weber se canceló—sonreí cuando las puertas del ascensor se abrieron y entramos—. ¿Por qué preguntas sobre él ahora? ¿Lo extrañas?

—No, pero me gustaría verlo arrastrarse. Él nos necesitaba tanto como nosotros. Solo que ahora volvemos a la cima y es Ancel quien tiene que suplicar.

—Esther no me dicho nada al respecto.

Ancel Weber había desaparecido como Sarah Murphy.

Eliot se encogió de hombros.

—No debe tener el valor para aceptar que está en desventaja.

El ascensor anunció que llegamos a mi piso y entonces las puertas se abrieron. Antes de dirigirme hacia mi oficina, me volví de nuevo hacia Eliot.

—Cómprale un juguete o cambia la comida del gato, tu equipo te agradecerá.

Eliot me ignoró y entonces las puertas se cerraron. Nunca creí que alguien como Eliot aceptaría cuidar el gato de su hermana menor mientras esta estaba en un campamento de exploradoras. Ni siquiera imaginé que tuviera una hermana.

Al llegar a las puertas de mi oficina, vi a mi secretaria suplente que se levantó de silla, una chica llamada Natalia que Viola recomendó. Extrañaba a Viola y su manera estricta de mover este lugar, pero hasta que ese bebé no saliera sano y salvo de su vientre, ni siquiera yo la quería aquí.

Al llegar a las puertas de mi oficina, vi a mi secretaria suplente que se levantó de silla, una chica llamada Natalia que Viola recomendó. Extrañaba a Viola y su manera estricta de mover este lugar, pero hasta que ese bebé no saliera sano y salvo de su vientre, ni siquiera yo la quería aquí.

—Buenos días, Sarah—la saludé con un asentimiento de cabeza.

—Buenos días, señor Powell—me respondió ella con una voz suave y una sonrisa coqueta que ignoré.

Me informó de los compromisos y reuniones del día, y le pedí que revisara mi correo electrónico mientras yo me preparaba para la primera reunión.

Más tarde, me senté en mi escritorio. Miré la hora en mi reloj de mano, 10am. Pensé en hacer la reservación para la cena de esta noche con Sydney, pero cuando quise llamar a Natalia, el teléfono sonó primero.

—¿Sí? —contesté.

—Una mujer está en la línea, señor. Dice que es… su madre.

La última vez que sentí mi sangre helarse fue cuando descubrí que Elena me estaba engañando, y ni siquiera me sentí tan sombrío como en ese instante, cuando mis padres decidían aparecer en la ecuación, en el momento menos bienvenido.

—La acepto—le avisé.

Un segundo después, la voz de mi madre manchó la tranquilidad de mi oficina con contaminación auditiva a causa de su voz llena de rencor.

—Vaya, ¿debería considerar que mi hijo finalmente haya respondido mi llamada?

—Esta es la única de tus supuestas llamadas que recuerdo—contesté secamente, obviando la palabra “madre” que ya no estaba en mi vocabulario.

Después de un momento de agradable descanso de escuchar su voz, ella continuó. 

—Lo tomaré como que lo has olvidado y entonces te perdono.

—Dime qué quieres.

—Quiero ver a mi nieta.

—¿Ahora quieres verla? ¿Después de haber ignorado su cumpleaños? Ni siquiera enviaste un mensaje.

—Estoy segura de que Isabel se encargó de eso, le encanta tomar mi lugar.

Me tragué un resoplido, pero cerré los ojos y sobé el puente de mi nariz.

—Verás a Peyton si ella quiere.

—De acuerdo, como quieras. Quería saber algo más, últimamente hablan mucho de ti en las noticias, sobre todo el año pasado, algo sobre una chic…

—No eres bienvenida en mi vida ni en la de Peyton, mucho menos en la vida de cualquier persona que entre en nuestra vida. Adiós—corté antes de completar mi “adiós”.

Miré el teléfono y supe que, con mis padres en la ciudad, todo se iba a volver complicado. Sydney no sabía prácticamente nada de ellos, y sabía perfectamente que intentaría convencerme de que lo correcto era verlos. Así que decidí no mencionárselo por el momento, sobre todo porque Sydney y yo estábamos por decidir el día de nuestra boda, no quería que mis padres también arruinaran esta parte de mi vida.




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