Alexandra.
“Un mirada, un beso y una excelente revolcada en la cama.”
Abrí abruptamente mis ojos y para mi desgracia observé el cuerpo de mi enemigo justo al lado derecho de la cama.
¿Por Dios, que hice?
Él se removió en la cama y para mi mala suerte atrajo mi cuerpo hacia el de él.
He dormido con el enemigo.
Maldición, dormí con el hombre que acabo con la vida de mi hermana.
Cerré mis ojos con fuerza, y al hacerlo a mente llegaron imágenes de de noso cogiendo en la bañera.
¡Por los clavos de Cristo…!
¿Qué rayos había sucedido anoche para que le pidiera con tant urgencia a ese hombre follarme?
Me lleve una de mis manos a la cabeza.
Y en ese momento la imagen de la señora tendiéndome una tasa de cafe llego a mi mente.
Esa hija de satán me drogo para que este maldito idiota tuviera mi cuerpo en bandeja de plata.
Me removí tratando de liberarme de los brazos de este hombre, pero para mi mala suerte Salvatierra me abrazó con mucha más fuerza.
Unos toques en la puerta hicieron que maldijera más de lo que ya lo hago mi suerte.
—Jefe…
Rodé los ojos la reconocer la voz del troglodita lame suelas de zapatos.
Genial… esta es ginda que la faltaba al maldito pastel.
—Gracias Dios por colocar a este hombre en mi camino. -susurre en voz baja con ironía.
El molesto hombre toco la puerta tres veces más y cuando no obtuvo respuesta no dudo en entrar.
—Jefe, mucho cuidado con pervertir mis ojos.
Cuando observé que la puerta se iba abriendo cerré mis ojos para aparentar estar durmiendo.
Para ver si así lograba matar y escapar de esta maldita casa de una vez por todas.
—Quizas después de esa noche con la diabla se le cumple el tan anhelado deseo.
El mastodonte inquirió esas palabras cuando estuvo a los pues de la cama.
¿De que deseo hablara este troglodita?
—Eso sí… que si sale la niña como la madre tendremos que huir de ella dos porque juntas seran imparables.
¿Niña?
¿Sera que estos estúpidos me tienen retenida en esta casa para que le de un hija al hombre que desprecio?
—Ahora lo que tenemos es que esperar para ver si la revolcada dió frutos.
Confirmado.
Estos estupidos tienen un plan para que yo cargué con los hijos de ese asesino, pero lo que ellos no se imaginan es que yo me encargaré de frustrar sus malditos deseos.
—Pobre del señor porque esa mujer es tremenda fichita.
Entre abrí mis ojos y lo vi depositar la bandeja del desayuno en la mesa de noche del lado izquierdo. Cuando escuché los pasos del hombre dirigirse hacia la puerta de salida de la habitación.
Con rapidez tomé entre mis manos uno de los tenedores y sin pensarlo lo lance hacia el macho pecho peludo.
Esto marcará un hito de ahora en adelante. Porque matare a ambos hombres con mis propias manos
El hombre soltó un gran grito y giró sobre sus pies.
—Oh. -emitió estas palabras mientras me miraba fijamente.
—De esta habitación saldrás con un tenedor incrustado en el cuello.
El hombre trago saliva cuando me vio tomar el otro tenedor entre mis manos.
Sonreí al ver lo pálido que se había tornado el mastodonte.
—Pense que los militares no le temían a nada.
—Y yo pensé que las mujeres eran un pan de Dios pero tú has logrado que saliera de mi error.
—Es bueno saber que nací con los ovarios bien puesto. Y con los pies en la tierra. -le brinde una gran sonrisa antes de apuntarle con el tenedor.
Él como era de esperar retrocedió.
—¿Por qué retrocedes…?
—Quizas lo hago porque estas más loca que una cabra mujer del diablo.
—Gracias por tus hermosas palabras, aunque es una verdadera lástima que sean las últimas que dirás.
Él se encargó de tragar saliva.
Me prepare para lanzarle tenedor, pero mi plan se vio frustrado cuando el endemoniado Salvatierra cerro una de sus manos en mi muñeca.
—Pense que anoche habías dejado todo el veneno que tenías para destilar entre las sábanas, pero ahora veo que me he equivocado contigo.
—Anoche tuviste mi cuerpo porque fui drogada por las vieja del diablo que tienes en tu cocina, solo por eso te metiste entre mis piernas, Salvatierra.
El muy desgraciado sonrió, logrando despertar todo el odio que siento por él.
—Drogada o no, te hice mi mujer. -esas palabras lograron desatar el infierno que llevo en mi interior. —Te hice gritar de puro placer toda la maldita noche, te comí el coño a mi antojo y bebí de tu preciado néctar hasta saciarme. Te hice mía anoche, y eso no lo puedes borrar mi matándome.
“Me voy a tatuar en tu piel esta noche, a tal punto que desistas de querer matarme. Me convertiré en el mejor amante que hayas tenido en toda tu vida.”
“Entraste a mi juego diablita y nadie logrará poner en jaque a la reina.”
La rabia tomó posesión de mi cuerpo luego de recordar parte de las palabras que había inquirido Salvatierra anoche.
No puedo darle el lujo de ganar, tengo que mantenerme fuerte hasta el final, aunque anoche haya perdido la cordura.
—Jefe, es mejor que no siga provocando a la dama porque ella es hija del mismísimo satanás. Y como hija de satanás ha de tener un plan macabro rondando su mente.
Puntos para el mastodonte.
—Martín, reforzaron al ventana del sótano.
—Si, ya colocamos los barrotes de acero que pediste.
—¿Y el tubo también?
Trate de hacerle un bloqueo a este hombre, pero él impidió que me saliera con la mía.
—Si, aunque no he dejado de preguntarme para que quieres ese maldito tuvo en el sótano?
Salvatierra coloco sus ojos en mi sin dejar de sonreír.
—Es para que la diabla me baile.
Lo miré fijamente para luego enarcar una ceja.
¿Él sabe que soy Candela?
—Lo último que haría es bailarte, maldito estúpido.
Tras estas palabras con mi mano libre tomé el cuchillo de la bandeja y lo coloque en el cuello de Salvatierra.
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Editado: 03.10.2024