Alexandra.
Después de la guerra me encontraba en el jardín de la mansión, recostada sobre una manta, con una notable descarga de serotonina en el cuerpo.
Suspiré y posteriormente inhalé el delicioso aroma que las flores emanaban.
Me encanta la sensación de paz que estoy teniendo en este momento, me encanta saber que el hombre que lastimó a Itzel pago por lo que hizo.
—Felicidad, divina felicidad.
Alex, Y Xander se acercaron a mi y lanzaron a mis brazos, claramente para que le diera cariño.
Ambos perros restregaron su pelaje contra mi pecho y una gran sonrisa salió de mis labios.
—¿Me están dando cariño? -ambos perro ladraron después de que yo inquiriera estas palabras. —Sin duda alguna ustedes son más inteligentes que el mastodonte de Martín… en cuanto lo vea le aconsejaré que se junte más con ustedes, para ver sí así se le pega aunque sea un poco de su inteligencia.
Tanto Alex como Xander, volvieron a emitir un ladrido.
—Me encanta hablar con intelectuales como ustedes.
-acaricié la cabeza de mis dos perros, y estos se hecharon a dormir junto a mi cuerpo.
Pero un segundo después Alex y Xander se levantaron para colocarse en posición de ataque.
Me incorpore con rapidez al ver a mis perros y para mi mala suerte mis ojos divisaron a Martín.
—Hey tú… ¿por qué osas perturbar mi paz?
Martín coloco sus ojos en mi, y poco después se atrevió a soltar una gran carcajada.
Fruncí mi entrecejo al verlo tambalearse ligeramente.
—Mastodonte…
—N-NO QUIERO QUE TE VALLAS… No te vallas estrellita.
Enarque una de mis cejas.
¿Será que este loco esta sufriendo de mal de amores?
Me coloque sobre mis pies y no dude en acercarme a él.
—Mastodonte…
—T-te quiero… Estrella no te vallas. -Martín sollozo y posteriormente calló sobre el pasto.
Me apresure a caminar hacia donde él se encontraba.
—Martín… -susurre entre dientes.
—T-te quiero. Te amo.
Él posteriormente extendió uno de sus brazos hacia mi, y sin yo verlo venir me atrajo hacia su cuerpo, para abrazame con fuerza.
—N-no me dejes… No te vallas estrella.
Me quede totalmente inmóvil, dejando que él me abrazara.
El pobre mastodonte está sufriendo por amor.
Que pena por él.
—Martín.
—Shhh… Quedate conmigo para siempre, quedate…
Hice una mueca, para luego seguirle el juego a Martín.
Pobre de él.
Borracho y sufriendo por amor.
—Alex… -alce mi cabeza y mis ojos se colocaron en Alexander, quién tenía las manos formadas en puños, mientras miraba fijamente la escena. —¿Qué pasa aquí…?
—El mastodonte me confundió con una mujer a la que llama estrella, porque esta que se cae de borracho.
—M-mi estrella…
Alexander acortó la distancia que nos separaba y deshizo el agarre que Martín mantenía sobre mi cuerpo.
—No, no me dejes… -el tonto sollozo para después empezar a llorar. —No me dejes tú también.
Hice una mueca, para luego acercarme a él abrazarlo.
—Pense que lo odiabas a muerte.
—Despues de verlo tan roto, no puedo atentar contra su bienestar.
—¿Eso quiere decir que te llevaras bien con él?
—No lo des por sentado, pero voy a tratar de llevarme bien con él.
—Eso era justo y necesario…
—Callate Salvatierra, y ayúdame a llevarlo a la casa.
Alexander hizo una mueca de fastidio.
—Alex, tenemos que ir a la cita xon el doctor.
—Lo se, pero primero tenemos que dejar a Martín descansando, porque el tufo que se pegó solo se le quita echando una siesta. Así que, utiliza toda esa masa de músculo que tienes para llevar a tu amigo y segundo al mando a la camita…
Alexander se apresuró en acercarse a mí y volvió a deshacer el agarre que Martín mantenía sobre mi cuerpo.
—Sabes por lo menos, ¿cuál es la causa de que Martín se haya bebido el agua hasta de los floreros?
—Una mujer es la causa de que el Troglodita se haya vuelvo un tierno corderito bebé…
—La estrella. -Alexander susurró estas palabras mirando fijamente a su amigo. —Tenia que ser una estrella.
Fruncí mi entrecejo.
—¿Sabes quién es la mujer?
—Sí, lastimosamente se quién es.
—¿Por qué dices lastimosamente?
—Porque esa mujer llegó a la vida de él, arrasó con la poca felicidad que tenía Martín, y luego lo dejo sumido en la ruina.
—¿Sabés donde puedo contactarla?
—¿Para qué quieres contactar a esa mujer?
—Alexander, conformate con darme la información de ella.
Alexander suspiro para después ayudar a Martín a colocarse sobre sus pies.
—Cuando regresemos de ver al doctor te dare la información que reuní de la estrella.
—Alexander… no me hagas sacarte la verdad de mala manera.
—No obtendrás nada hasta que me cercioré de que nuestro hijo este en perfecto estado de salud alexandra, así que es mejor que me esperes en el auto.
—Eres…
—Ya me has dicho ese repertorio de palabras, así que te pido que lo cambies porque esta bastante usado.
Tras estas palabras Alexander empezó a caminar , llevando arrastrar a Martín.
Me crucé de brazos y después golpee con fuerza el pasto.
—Pagaras muy caro, desafiarme.
—Cuando quieras y donde quieras, muñeca.
Muñecas sus bolas…
(***)
Apreté con fuerza la mano de Alexander cuándo escuche mi nombre salir de la boca de la enfermera.
—Alexandra Salvatierra…
—Que yo sepa todavía no hemos contraído nupcias Alexander…
—Aunque no estemos casados, eres toda mía.
Alexander se colocó sobro sus pues y poco después yo imité su acción.
—No cantes victoria tan rápido Alex, porque todavía no me has atado a tí. Así que sigo siendo totalmente mía, hasta que se demuestre lo contrario.
—Pero, llevas a mis hijos dentro.
—Eso no quiere decir que sea tuya, así que callate y camina de una vez pir todas, porque estamos dando el espectáculo de la vida, señor Salvatierra.
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Editado: 03.10.2024