Capítulo 4: Te Tengo.
ROSIE.
Por suerte, el resto del día transcurrió en tan solo un abrir y cerrar de ojos, y con esa misma velocidad, los días que nos separaban del viernes. La facultad me causaba cierta emoción pero no la suficiente para admitir que era un sueño hecho realidad.
A veces pienso que no tomar mis propias decisiones me ha robado momentos importantes en mi vida. Sin embargo, si solo quisiera poner resistencia, estaría perdiendo mi tiempo. Desde que tengo memoria, mi madre, Rinarie Hamilton; una abogada de renombre se ha encargado de tomar las riendas de mi vida en mí lugar.
Ella no se agota de decirme qué es lo que debo hacer, qué es lo correcto... muchas veces, desearía saltarme las normas y ver qué sucede a continuación.
No uses esa camiseta, muestra de más. Usa esta.
No camines de esa manera, pareces una vagabunda. Levanta la cabeza y echa los hombros hacia atrás.
No digas malas palabras, las señoritas educadas no utiliza ese tipo de léxico.
No comas ese postre, te proporcionará demasiadas calorías.
No hagas esto. No hagas aquello. No hables con ella. No hables con él. No, absolutamente no.
Tamborileo el bolígrafo entre mis dedos antes de engancharlo sobre la gruesa tapa de la libretilla. La cabeza me palpita, llevo más de una hora repasando apuntes para anticiparme a las próximas clases. Es la primera semana, por lo que prefiero mantenerme concentrada en mis metas...
Mecha se encuentra tumbada en la cama continua a la mía con un espeso libro entre sus dedos. Presiona sus labios mientras sus castaños globos oculares se pierden entre los párrafos. No puedo evitar recordar las veces que solía atraerme la escritura. Puse tanto empeño en ello, y comencé a escribir poemas romanticones cuando cumplí los dieciséis. Con el tiempo, tuve que abandonar mis sueños ya que no eran lo suficientemente capaces de cumplir con las expectativas de mi madre.
El graznido de Mecha, me saca de mis cavilaciones mentales. Viro a verla mientras ella se incorpora sobre el colchón y cierra el libro de manera abrupta. Elevo una ceja, y ella cubre su rostro entre las palmas de sus manos a la vez que balbucea eufonías que no consigo entender.
—¿Qué te sucede, Mercedes? —la llamo por su nombre a propósito. Sé cuánto puede sacarle de sus casillas que utilicen ese nombre.
—Creo que sé cómo terminará este libro y me niego a aceptar que ese será el final. —arguye, pasándose los dedos por detrás de la oreja para acomodar los mechones de pelo rebelde que se colocan como una cortina sobre su perfilado rostro. Discierno el título del libro a la distancia—. Él pretende asistir al juicio incluso cuando le prometió a Amber que no iría ¡Es horrible! ¡Si va a la prisión me muero! —relata.
Meneo la cabeza, apartando los libros sobre el escritorio.
—¿Cuál libro estabas leyendo? —cuestiono, sin prestarle mucha atención.
Mecha suspira a la vez en la que se desliza sobre el colchón en dirección al suelo para retomar su lectura.
—Drac —responde con simpleza, antes de volver a abrir el libro por donde había abandonado la lectura.
Frunzo el ceño.‹‹Interesante elección››
Extiendo mi brazo por encima del escritorio para alcanzar mi teléfono. Siento el menester sentimiento de marcar a casa para asegurarme de que mis padres se encuentran bien. Me sorprende no haber recibido ninguna llamada de ellos hasta ahora. Suelen ser un poco entrometidos.
Sin embargo, me asienta bien la distancia después de todo. Al menos, tengo un poco más de libertad que cuando solía vivir con ellos. Enciendo el teléfono presionando el botoncillo que se sitúa al costado, y me aseguro de no tener llamadas perdidas de casa.
Mamá enloquecería si no le llegase a contestar al tercer tono como máximo.
Deslizo mi dedo pulgar sobre la pantalla de vidrio, y el nombre de mi madre se cruza en mi lista de contactos. Les echo de menos pero nunca me sentí más despreocupada en mi vida.
Justo en el instante en el que pienso hacer la llamada, la puerta de la habitación es abierta proliferando un par de risas femeninas.
Blair se tumba sobre su colchón a la vez que se pasa las manos por el cabello rubio mientras que su hermana se sienta en el borde de la cama.
—¿En qué estaban, chicas? —sonsaca Claire, mirándonos a ambas desde su lugar.
Mecha coloca su dedo índice frente a ella indicándole que se encuentra inmersa en su libro. Oh vamos, ¿qué tan interesante puede ser ese libro?
—Estudiando —contesto. Escondo el teléfono debajo de la libretillas, y me giro sobre la silla giratoria. Enseguida, las gemelas rompen en risas.
—¿Estudiando? ¿Un viernes por la noche? —se burla Blair, agitando sus piernas espasmódicamente. Presiono mis labios, y Claire le avienta una almohada a Mecha para extraerla de su absorto—. Todos los estudiantes están comentando acerca de una fiesta que se llevará a cabo esta noche en una fraternidad cercana al campus.