Habían pasado unos días desde que nos habíamos mudado. Ya estábamos más acopladas a nuestra nueva vida y las cosas estaban más tranquilas. No habíamos sabido nada de mi papá desde entonces, pero para ser franca no tenía ningún interés en saber de él.
No tardó mucho en que mi madre me dijera que aparte de nueva casa, tendría nueva escuela. La verdad no tenía muchas ganas de pensar en eso, sobre todo porque eran vacaciones, pero lo pensé bien y no era mala idea cambiar de aires.
De cualquier forma, las vacaciones terminaron y era tiempo de entrar a la escuela. Ya había ido a inscribirme y la escuela no se veía tan mal, esperaba que así se viera siempre.
-Renata, ¿ya estas lista para entrar a la escuela? -Preguntó mi mamá entusiasmada.
-Supongo que sí -contesté alzando los hombros.
-¿Ya tienes todo lo que necesitas?
-Sí mamá, sí.
-Ok, ok, entonces ya podemos ir a dormir, porque mañana será un gran día para ti -Mamá apagó las luces de la sala.
-Está bien mamá, buenas noches.