Al amanecer, el despertador sonó tan fuerte que me provocó dolor de cabeza. Me levanté poco a poco intentando darme ánimos para no arrepentirme de ir a la escuela.
Me empecé a arreglar con cierta flojera, apresurandome al ver que ya era tarde.
Salí del departamento y me subí al carro de mi madre. Ella había conseguido que la transfirieran, así que le quedaba de paso mi escuela, era más fácil irnos juntas.
Cuando llegué a la escuela, mi corazón latía demasiado fuerte, sentía que saldría corriendo. Bajé del carro y me despedí de mamá cerrando la puerta del carro.
-Bien, aquí estoy -Pensé mientras intentaba controlar el temblor de mis piernas.
Intentaba darme todo el valor posible, y claro jamás lo hubiera logrado sino hubiera sido por aquel mensaje.
Re... espero que te vaya muy bien en la escuela. No tengas miedo, quítate los nervios, recuerda que vomitas cuando menos lo esperas jajajajaja te extraño mucho!!!!
-Tarado -Pensé y me relajé bastante con el mensaje de Dylan.
Gracias! Sentí que moriría antes de que llegara tu mensaje. No te preocupes por mi vómito, lo estoy guardando para cuando vengas a visitarme. Ven a verme pronto.
Había muchos edificios, me sentía perdida y asustada al mismo tiempo. Caminaba despacio mirando detenidamente salón por salón hasta que al fin logré encontrar el que indicaba mi horario.
Entré rápido y me senté en la primer silla que mis ojos vieron. Era la segunda en llegar, a unas cuatro sillas de mí estaba una chica, no sabía si estaba desmayada o simplemente había caído en un sueño profundo.
-A alguien le hicieron falta vacaciones para dormir -pensaba mientras observaba detenidamente el salón.
Habían pasado alrededor de 10 minutos cuando llegó la profesora. Ya estaba el salón casi lleno.
-¡Buenos días muchachos! -Dijo la profesora sin voltear a ver a nadie. Sacó un folder y un cuaderno, los colocó en el escritorio y miró a la clase -Bien, ¿cómo estuvieron sus vacaciones? -Sonrió.
-Muy bien maestra, aunque me hicieron falta -Contestó un chico desde adelante, con una gran sonrisa en el rostro. Otros le siguieron con contestaciones similares a la de aquel chico.
-Me da mucho gusto. Sé que vienen con ganas de más vacaciones pero ya verán como nos volvemos a acostumbrar a todo este ajetreo. Cuando menos vean volverán a ser vacaciones.
La clase de literatura, era la clase que impartía aquella maestra. La maestra era muy divertida y siempre me sentí agusto estando en su clase.
Cuando concluyó la clase, salí directo a comprar algún desayuno y volver a buscar el siguiente salón. Y básicamente recuerdo que ese primer día me la pase así, de salón en salón. Para haber sido el primero no había estado tan mal. O eso pensaba, ya que al ir a mi última clase me perdí. No lograba encontrar mi salón y se hacía tarde.
-¡Demonios!, no te encuentro... - Susurré mientras miraba desesperada mi horario y el número de los salones.
-¿Tienes la clase de estadística? -Dijo una voz detrás de mí.
-Sí - Volteé.
Era una chica, de ojos muy grandes con largas pestañas y cabello largo. Parecía un poco desesperada y aliviada cuando le contesté.
-¡Ay qué alegría! - Dejó mostrar sus blancos dientes con una sonrisa - Yo también estoy en esa clase pero no sé en dónde está el salón. Según mi horario está al lado de los laboratorios. Los laboratorios están aquí pero el salón no aparece por ningún lado. Llevo rato perdida y la verdad me da pena preguntar. Ah por cierto me llamo Lizi, no "Lisie" ni "Lizy" con "Y". Sólo Lizi con "i latina". Entonces ¿en dónde está el salón? - Volvió a sonreír.
Esa chica en verdad tenía palabras en el estómago. Las dejaba salir de una manera tan fluida que me daba vergüenza saber que en todo el día las únicas dos palabras que había dicho yo, eran "Presente" cuando los maestros decían mi nombre en la lista y "Sí", a la respuesta que le había dado a Lizi unos tres minutos antes.
-Hola, soy Renata y creo, espero que el salón sea ese pequeño de la esquina - Señalé un salón que parecía el cuarto del conserje.
-¿Ese? - Abrió sus grandes ojos - ¡Parece el cuarto del conserje!.
-¡Yo pensé lo mismo! - Me eché a reír junto con ella.
Caminamos apresuradas para asomarnos a una de las ventanas de aquel salón. No había ni un alma y al menos yo, me sentí más pérdida que al inicio.
-¿Vienen a la clase de estadística? - Una voz muy varonil nos habló.
-Sí -Volví a contestar. Me acomode la mochila en mi espalda y gire a Lizi hacía él sujeto.
-Yo soy el profesor, al parecer son las únicas que han llegado. Típico del primer día de clases faltan pensando que no habrá nada interesante, pero al final del semestre todos enloquecen cuando les regreso los trabajos finales porque no saben cómo son exactamente debido a que no asistieron. Espero que ustedes sean la excepción - Sonrió - Siéntense chicas y esperemos cinco minutos a ver si un alma se aparece. Sino tendremos que iniciar sin los demás -dijo dirigiendo su mirada al periódico que tenía en su mochila.