Arthur sintió un gran alivio de que Amatista ya no este. Pues al parecer Anderson lo gritaría en cualquier momento. Pero él aun seguía mirándolo desafiante:
—¿Más seguro o preferirías que tu linda secretaria aún estuviera aquí? —Se mofo riendo—. ¿Quién lo diría que te enamorarías de una empleadita?
—¡¿Qué quieres...?! —espetó con una mirada asesina—. ¿Para qué diablos viniste? —A pesar que su tono había bajado, aún era perceptible las vibras hostiles
—Calma... —pedía con sorna—. Tu linda secretaria te podría oír —volvió a burlarse sin importarle lo airoso que estaba su hermano—. No queremos que toda la empresa lo sepa ¿o si?
—¡Habla ya...! —ordeno—. ¿Qué quieres? ¡No tengo todo el día!
—Claro... Debes estar muy ocupado —avisó viendo en la pantalla del monitor, en donde se podía apreciar las cámaras de la empresa y desde luego fijadas en una parte muy especial
—¡¿Cuanto dinero quieres para largarte?! —pregunto apagando su monitor para que dejara de fisgonear
Anderson hizo una mueca. ¿Estaba hablando en serio? Maldición. Alguna vez lo dejaría de ver como una sabandija succiona dinero. Él no era eso. Por más que a su hermano se le hiciera difícil entender.
—No todo tiene que ver con dinero
—Para ti sí, ya olvidaste a quien le pedías ayuda cuando padre se negaba a darte —recordó con altanería en el tono de su voz
La sonrisa de Anderson se esfumó. Odiaba que sea verdad. Sabía que fue un error. Acudir con su madre hubiera sido mejor. Ella nunca le negó nada. Siempre dependiendo de otros. Detestaba la voz de su conciencia y más por que tenía razón.
—¿Sabias qué ella ha estado enamorada del mismo joven desde la secundaria? —estaba seguro que son eso aquel rostro horrible perdería ese horrendo gesto de superioridad
Cerró la puerta tras decirlo. Por mucho que quiera quedarse a verlo estallar, tenía otra cosa que hacer. Su hermano ya había arruinado su día. Necesitaba desaguarse. Sabía perfectamente como hacerlo.
***
Amatista tenía la mirada fija en algunos documentos que debía revisar. Algunas cuentas estaban mal. Bueno o habían extraído dinero de la empresa o el contador lo había echo mal. Dudaba que el contador lo hubiera echo mal. Lo conocía. Ponía empeño en su trabajo. ¿Entonces? Lo raro era que en los tres años que llevaban mayormente por esas fechas aparecían esos extractos de dinero. Por lo general los del Consejo no se preocupaban de ello. Algunos lo atribuían a algún mal clima o algún bajo en las ventas que en los siguientes meses volvía a la normalidad. Por alguna razón ella no podía dejarlo pasar. Talvez por ser entrometida. O talvez porque necesitaba mantener su mente ocupada con algo y las extrañas desapariciones de dinero la ayudarían. Más aún con el regreso de Tailer.
Una silueta de alguien apoyándose en su escritorio la saco de sus pensamientos. Alzo la vista y se encontró con un muy relajado Anderson.
—¡¿Por qué le hablaste así?! —recriminó al instante—. ¿Tienes idea de lo que hiciste? ¿De lo que pudo significar? ¡Pude haber tenido problemas por tu culpa!
—Descuida. Arthur no sería capaz de...
—¿Cómo es que sabes su nombre? ¿Acaso lo conoces? —Bueno eso explicaría muchas cosas, pero tambien dejarían nuevas hipótesis en su cabeza.
Anderson asintió con pesadez—Por desgracia... es mi molesto hermano mayor —confesó
—¿Disculpa? —preguntó creyendo que había oído mal— ¿Escuche hermano? ¿Escuche bien?
—Sí, pero si no me crees pregúntaselo tú, estoy seguro que no se negara a recibirte —contó con un tonito un tanto divertido y algo mas que la castaña no pudo percibir del todo—. Harías muy feliz a mi hermano
—Yo no tengo porque meterme en sus asuntos —objeto con respeto
—¿Por qué no? —arqueo sus cejas
—Porque ese no es mi trabajo —respondió—. Yo estoy aquí para hacerle las cosas más fáciles, no para inmiscuirme en su vida personal
—¿Vida personal? Arthur no tiene vida personal
—Claro y como tu eres su hermano lo debes saber muy bien
—Sí, de hecho sí —aclaró haciendo oídos sordos ante ese tono sarcástico—. Es más te podría contarte muchas cosas que de seguro él no querría que su linda secretaría supiera
Amatista se le quedó mirando por un momento. Aún no podía descifrar él porqué de ese tono tan desquiciante.
—¿Por qué usas ese tono? —cuestionó—. Si hay algo que quieres decir dilo
—Claro que quiero hacerlo, pero seguro que mi hermano no me dejaría vivo si lo hiciera
—¿Le tienes miedo? Él no es agresivo
—No contigo claro —se apresuró a decir con ese tonito que le empezaba poner nerviosa—. Él jamás sería agresivo con su linda secretaria.
—De verdad, deja ese tono —pidió mientras agarraba unos documentos
—Claro, Dios me libre de la furia de Arthur si desobedezco una orden de su linda secretaria
Amatista rodo los ojos. No tenía intenciones de seguir con la platica. Ya había perdido mucho tiempo hablando con este taxista. Habían unos preciosos documentos que requerían su tención.
—¿Me estas ignorando? —preguntó después de cinco minutos
Amatista estuvo apunto de responder cuando el teléfono comenzó a sonar. Anderson tenía una leve idea de quien podía ser.
Amatista lo cogió—Venga de inmediato —fue lo primero que escuchó tras colocarlo en su oído
No respondió. Su jefe había colgado antes de darle la oportunidad de hacerlo. Fantástico. Una dura mirada cayo sobre Anderson. Seguro es su culpa.
—¿Mi hermano? —intento adivinar sin inmutarse por la fea mirada que le daba la castaña. Tenía a Arthur como hermano, estaba acostumbrado a ese tipo de gestos.
Amatista asintió retirando la mirada del rubio con la boba esperanza de que al regresar el lunático ya no estaría.
***
Arthur sabía que no actuó de la mejor manera. Arthur estaba consiente que espiar a su secretaria a través de cámaras era despreciable. No solo un abuso de poder sino tambien a la privacidad de sus empleados. Pero Dios. Su odioso ser no lo quería entender.