Amatista debía decir algo. Amatista debía dejar de mirarlo tan descaradamente. Amatista no debió soltar aquellos documentos y tartamudear como una estúpida. En definitivo no debió hacerlo en frente de Anderson. Él ya sabia de su situación, pero no necesitaba que supiera de quien se trataba exactamente. Claro que después de su estupidez no era difícil que adivinase. El rubio era burlón. De seguro jamás la dejaría olvidar aquel bochornoso incidente. Si es que lo bochornoso había pasado y a su torpe cuerpo no se le ocurriese hacer otra tontería que añadir a la lista. A esa penosa lista de tontearías.
—Tailer —trato de decir bajando su mirada más que un poco avergonzada una vez que termino de recoger aquellos documentos y colocarlos de manera delicada en una carpeta
Veía de reojo como Anderson hacia un esfuerzo por no reír.
—¿Por qué tan torpe Parker? ¿Te asuste? —interrogó con una mezcla entre diversión y superioridad
Bien. Aunque Tailer no lo supiera, la había ayudado. Tenía una salida. Tenía una soga de la cual agarrase y salir sin verse como una idiota enamorada.
—Sí —respondió recuperando la cordura—. Nadie te ha dicho lo horripilante que puedes ser, tener esto —señalo su rostro—, da miedo. Aunque supongo que tiene ventajas, ya no usarías mascara en Halloween.
—Supongo que es algo que tenemos en común —comentó con cierta malicia palpable y algo más
—¿Qué quieres Tailer? —preguntó cortante—. El puesto de conserje ya te lo ganaron, mejor suerte para la próxima —alabó con un tonito burlón y una mirada lastimera
—Muy graciosa —imito una risa—. Soy socio de esta empresa o mejor dicho lo seré después de una entrevista con tu jefe
—¿Estas de broma? —preguntó sin quitarle al mirada de encima
Él creyó que fue por asombro. Mejor que creyera que fue eso.
Tailer negó con una sonrisa de satisfacción.
—Él jamás te aceptará —aseguró tratando de sonar como si no durará de ello
En serio Amatista trataba de autoconvencerse de eso. Tan solo imaginarse a Tailer merodeando por la empresa a cualquier hora y en cualquier lugar. No. Se negaba a aceptarlo. Su jefe sería mucho más inteligente como para que él aceptará a que cualquier pela gato formará parte de la empresa. Solo miembros distinguidos, o recomendados por otros socios podían acceder, de no ser así, se le cerraban las puertas. ¿Por qué Tailer estaba diciendo tal desfachatez? ¿Tendría alguna recomendación? ¿De quien?
Tailer se veía seguro. Tailer siempre se veía seguro. Como si pudiera comerse el mundo en un abrir y cerrar de ojos. Eso le gustaba. Pero francamente no le gustaría que él trabajar en el mismo lugar que ella. Tan solo imaginar le producía escalofríos.
—Si te acepto a ti, no veo porque a mí no —expresó para sacarla de quicio. A él lo divertía. Lo divertía muchísimo.
—Es totalmente diferente —se exaspero—. Yo tengo muchos títulos y un posgrado, además de varias...
—¿Y aun así trabajas de secretaria?
—Fue por voluntad propia —respondió de inmediato. No dejaría que nadie desmereciera todo lo que había logrado—. Además dudo que tú siquiera tengas la mitad de acreditaciones de que las tengo yo —bramó con las manos cruzadas
—Yo no las necesite para conseguir el puesto
—Aún no lo consigues —recordó con una mala mirada
Ella conocía a su jefe. Por supuesto que no le permitiría la entrada a esta empresa y mucho menos si llegaba tarde.
—Si tu no me llevas hasta él mucho menos lo haré —avisó mirando la hora
—Bien, eso lo resuelve —aclaró con una sonrisa fingida volviendo a inmiscuirse en aquellos documentos que sí eran importantes. Mucho más importante que la tonta propuesta que su amor de adolescencia se convierta en socio—. No te llevaré hasta él.
—Hazlo Amatista —pidió Anderson tratando de ocultar la diversión que le causaba. Eran dos personas adultas comportándose como niños. Lo de Amatista lo pasaba porque sabía lo que ella sentía. Pero, ¿lo de él? Ese tal Tailer le seguía el juego y parecía complacido con aquella actitud, por más que quisiera demuestra agobio, no había tensión en sus palabras
—¿Por que te pones de su lado? —bramó la castaña clavando la mirada en Anderson
Bueno era divertido verla así. De no haberlo visto no habría creído que esa persona tan seria podría tener un lado tan aniñado.
—Porque hasta él se da cuenta de que tengo razón —Amatista volvió la mirada hasta Tailer.
—No la tienes
—Deja de comportante así —de nuevo, él lo decía, pero su lenguaje corporal estaba muy lejos de querer eso. Al menos Anderson lo veía de ese modo.
—Vamos, cariño, no lo hagas sufrir —interrumpió Anderson con un tonito tierno mirando a la castaña, quien de inmediato volvió su vista a él
¿Escucho bien? ¿Cariño? ¿Por que diablos le dijo cariño?
—¿Cariño?
—Cariño —No había forma que Anderson no sintiera la mirada asesina que le daba Amatista—. Sé que no te gustan las demostraciones de afecto en publico —En definitiva a Anderson parecía no importarle—. Pero por favor cariño, solo llévalo
—¿Disculpa? —En este punto era lo único que su cerebro era capaz de procesar.
Okey. Anderson se estaba burlando. Él buscaba sacarla de quicio. Se notaba por el tono y aquella mirada divertida. No lo lograría. Solo había una persona que sacaba lo peor de ella y en definitiva no era Anderson.
—¿Están saliendo? —preguntó Tailer intercalando la mirada entre ambos
Amatista se quedo callada. Dudaba que Anderson...
—Sí —oyó decir al rubio
—¿Disculpa? —Bien. En ese punto no conocía como funcionaba la mente de ese lunático.
—Que gusto por ustedes —mencionó con un tonito divertido mientras miraba a la castaña
Que gusto por ustedes. Como empezaba a odiar esas palabras. Su corazón se encogió. No importaba. No lo hacia y en definitiva no lo demostraría. Menos cuando aquel presumido e insensible hombre estaba en frente.