Rapsodia.

Epitafio.

 

Todo sucedió en cuestión de segundos, la fiesta fue buena, pero ¿por qué termino la noche así?

Esa puta vaca tuvo que atravesarse en la carretera, mi auto cayo por ese terrible y enorme desfiladero. Por suerte sigo vivo, eso creo. No hay árboles, ni mi auto no hay nada a mi alrededor solo la Nada total. Un enorme vacío oscuro me rodea, es desesperante.

Caminé por minutos y no me encontraba con nada ni nadie, perdí la esperanza total.

Una pequeña y tenue luz se miraba a lo lejos, poco a poco se acercó a mí. Un viejo encorvado y cubierto en casi su totalidad por una toga carmesí, su mandíbula estaba algo desviada y su cabello era totalmente gris. Parecía que se le iba a caer en cualquier momento. Me tomo del brazo y me hizo caminar a la nada.

Su titubeante mandíbula se movió, pronuncio unas palabras con esa fría y áspera voz.

 

 

-te tardaste mucho menos que las demás almas, en aceptar que ya están muertos. Felicidades saliste del limbo, niño.

 

 

Mi cuerpo tembló al escuchar esas palabras, así que ya estoy muerto. Después de caminar por horas llegamos a lo que parecía ser una especie de barca, esta flotaba en la nada.

Ambos subimos en ella, la pequeña y lampara del viejo comenzó a levitar justo enfrente de la barca.

 

 

- ¿cuál es su nombre? - pregunto con miedo-

- tengo muchos nombres, niño. Pero puedes llamarme "Acherontte"

El viejo extendió su delgada y arrugada mano hacia aquel chico, esta temblaba.

-antes de que tu viaje inicie, debes pagarme.

 

 

Lo miro con temor, no llevaba nada de dinero o algo de valor conmigo. Fue casi un instinto, pero arranque un cabello de mi cabeza. Con delicadeza puso aquel fino y largo cabello en la delgada mano del viejo, este la apretó con fuerza.

 

 

-Esto es suficiente...

 

 

Comenzó a remar, no había agua debajo de nosotros, solo la nada. A lo lejos se lograban ver a personas, algunas miraban a la nada, otras gritaban de miedo y desesperación. Esas almas seguían atrapadas en el limbo.

Una luz intensa me cegó por unos segundos. Con un inmenso temor abrí los ojos. Era impresionante y a la vez muy aterrador. Cientos de personas volaban por los aires de una manera brusca y otros permanecían prendidos en fuego. Sus gritos y sus llantos eran desgarradores.

Nuevamente una luz me cegó, aun con más temor abrí mis ojos. Sentí un golpe en mi cabeza. Un granizo me había golpeado y algo de nieve se acumulaba en la barca. Esta vez la barca no flotaba si no que navegaba en un mar de un espeso y verdoso fango. No entendía lo que sucedía, pero pude ver algo salir del fango, una mano salió del fango. El medio me invadió. Varios hombre y mujeres salieron del fango, estos no podían salir del todo, solo su torso. Clamaban por ayuda, querían salir de ese lugar.

Caímos por lo que parecía ser una cascada de fango, cerré con fuerza mis ojos para después abrirlos. Nuevamente la barca flotaba. Con algo de curiosidad mire debajo de la barca. Había tierra firma debajo de nosotros, pero estábamos a varios metros lejos de ella, pero algo me llamo la atención. Varias personas se encontraban caminando sin rumbo, pero ellos empujaban una enorme roca de oro, cada uno llevaba una de un tamaño diferente.

 

 

- ¿por qué cargan eso?...

-Ellos fueron muy avariciosos en vida... este es su infierno...

 

 

Seguimos avanzando, pasamos por diferentes lugares. Unos más asquerosos y perturbadores que el otro. Cruzamos una pequeña puerta de piedra. El lugar era desolado, los pocos árboles que había en ese lugar estaban completamente muertos. Formulaba una pregunta en mi cabeza, pero apenas contuve el valor suficiente para hablar algo me interrumpió.

Los gritos de miles de personas sonaban al unisonó mientras que una profundo e imponente de fondo. En el suelo de aquel muerto lugar se encontraban enterrados miles de personas, pero de una manera peculiar, solo de las rodillas para abajo yacían enterrados y sus pies apuntaban al cielo.

La barca se detuvo de golpe, la risa se volvió más y más sonora al igual que esos desgarradores gritos, sentí una delgada mano en mi espalda. Era la mano del viejo.

 

 

-llegamos a nuestro destino... niño...

 

 

La mano del viejo me hizo perder el equilibrio. Caí a la nada, sentía miedo y enojo. Aquel malnacido me empujo de la barca. Llore y suplique a Dios que me salvara, pero solo me respondió con un curioso sonido, una puerta rechinando y cerrándose. Dios me había abandonado. Mi castigo y mi inminente final era obvio. La oscuridad se hizo presente al igual que el silencio, aquella risa seguía y seguía. Sentía como lo gusanos se comían mis órganos y piel.

¿Cuánto ha pasado? ¿un día o dos? Tal vez un año. El tiempo se volvió confuso cuando cerré mis ojos.

¿seguiré vivo? mis pies arden y mis oídos están sordos pero aun puedo escuchar esa odiosa carcajada, mierda. esto es confuso. 

 




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