Cada vez que me sonreías, algo extraño le ocurría a mi pecho. ¿Tenía que preocuparme de ello?
Nuevamente había tropezado, curiosamente era contigo, me disculpé por aquel día donde decidí ignorarte. Obtuve una respuesta inesperada de tu parte.
--No te preocupes, todos solemos tener un mal día. Pero sabes mejores llegarán a tu vida-- dicho eso mostraste tu linda dentadura y me ofreciste un chupetín. Ésta vez lo había tomado.
Era algo dulce, demasiado como tú.
Realmente no había sido un accidente nuestro segundo tropiezo.